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Proliferan los entierros laicos en la provincia de Huelva

Uno de cada tres entierros en Huelva se celebran ya sin el respaldo de una confesión religiosa, ya sea por voluntad de la persona fallecida o de sus familiares, entendiendo que esta no profesaba ninguna religión en vida. 

La muerte ha dejado de ser monopolio exclusivo de las iglesias. Al contrario de lo que ha sido habitual hasta ahora, en la provincia cada día se celebran más funerales civiles o laicos en los que no se ensalza ni se pone de manifiesto ningún tipo de simbología o representación religiosa. 

Tradicionalmente, y dada la omnipresencia de la religión católica en España, la Iglesia ha venido monopolizando la muerte y sus ceremonias, guionizándolas bajo un sentido de trascendencia del alma, donde esta se separa del cuerpo (resucita) e inicia un tránsito hacia un espacio eterno e inmutable en unión con Dios. 

Las ceremonias laicas, por el contrario, han roto de forma definitiva este esquema. Con su llegada, ya no se asume la religiosidad de la persona fallecida por defecto. El cambio de paradigma afecta a todos los ámbitos de la despedida, desde la presencia de un sacerdote y la celebración de misas funerarias o de réquiem, hasta los símbolos como la cruz en el ataúd. 

En este tipo de ceremonias civiles, el ritual o rituales están centrados en la despedida del ser querido y, especialmente, en la celebración de su vida. La figura del sacerdote o guía espiritual, es sustituida generalmente por la de familiares y amigos que toman la palabra en un acto público o privado para ensalzar y recordar anécdotas y recuerdos en torno a la persona fallecida. 

Una despedida emotiva e íntima

Jesús Rodríguez (Huelva, 1972) perdió a su padre, Manuel, hace apenas tres meses. Después de una larga lucha contra un cáncer de próstata, sus hijos y el resto de sus familiares optaron por despedirlo con un funeral civil, acorde a sus principios. “No tenía ningún sentido hacer un funeral cristiano cuando el había sido agnóstico toda la vida”, asegura Jesús. “Aunque no dejó nada escrito sobre ello, sé que la idea de una misa gris con un cura dando el sermón no le habría gustado”. 

Los familiares de Manuel decidieron entonces despedirlo de una forma más íntima. “Al final cambiamos todo por una fórmula intermedia, elegimos una caja sin adornos religiosos y no celebramos misa. En cambio, después de su incineración celebramos un encuentro donde nos reunimos toda la familia y sus amigos más cercanos, comimos e intercambiamos recuerdos sobre él, muchos de ellos desconocidos hasta entonces”.  

Gracias a la ceremonia laica, Jesús y su familia lograron poner en valor la figura de su padre y lo que había significado en sus vidas. “Fue muy emotivo. Sabíamos que era una persona muy querida entre sus amigos pero ese día nos dimos cuenta de hasta qué punto lo admiraban. Eso nos consoló más que todas las palabras de cualquier cura”, asegura. 

Sin discurso trascendente ni apología de la vida eterna

Aunque se trata de un modelo muy extendido en países de tradición laica, estos funerales suelen estar dirigidos por un representante de la propia empresa funeraria que realiza las tareas de dirección de la ceremonia. Este oficiante laico, a menudo ejerce un papel de moderador en un acto en el que siguen siendo los propios familiares quienes aportan todo su contenido. 

Jaime Guzmán ha oficiado varios de estos rituales en los últimos años y reconoce que cada vez son más las personas que eligen este tipo de servicio en las funerarias. “Antes no se planteaban estas cosas, fueras creyente o no, se preparaban los funerales a la manera tradicional. Ahora en las últimas voluntades se suele encontrar estas peticiones”.

Al contrario de lo que pueda parecer, el trabajo de los oficiantes no consiste en sustituir la figura de un sacerdote de las ceremonias religiosas: “Nosotros no ofrecemos un discurso trascendental ni hacemos apología de la vida eterna, el más allá, o la esperanza de la resurrección. Al contrario, dinamizamos un acto, más o menos público, en un espacio a menudo multiconfesional donde buscamos el encuentro entre los familiares y amigos en torno a la figura de la persona fallecida”

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