Los profesores de religión han protestado, manifestándose ante la Junta de Andalucía, porque reduce las horas de su asignatura. El problema está en que esos profesores exigen seguir disfrutando al máximo de unos privilegios anticonstitucionales debido a un Concordato que nos obliga a pagar a todos los españoles la enseñanza de una religión. Directamente opuestos a un Estado aconfesional, sus pretendidos “derechos” van contra la libertad de conciencia y el bolsillo de la inmensa mayoría de ciudadanos, incluidos los cristianos de buena fe, porque Jesús nunca, nunca viviría de impuestos. ¿Qué religión enseñan, pues, esos malos profesores, ciudadanos y cristianos? ¿No se les cae la cara de vergüenza por su múltiple y profesional corrupción? ¿Y cómo es posible que haya todavía sindicatos que les defiendan contra el resto de los españoles, incluidos sus propios trabajadores?
El silencio cómplice de la iglesia católica ante el abuso sexual · por Ghina Castrillón Torres
Aprovecho la polémica que señala al padre Francisco de Roux de encubrir un caso de pederastia cometido por…