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Principios masónicos en lo religioso, político y social en la España de 1932

Entre los acuerdos tomados en la Asamblea General Extraordinaria del Grande Oriente Español, celebrada en Madrid en febrero de 1932 se recordaron los principios masónicos en el orden religioso, político y en el social, que traemos hoy en este artículo. El objetivo era encontrar raíces comunes con el fin de “unir las diferencias de nuestro pensar y nuestro sentir”, en relación con los masones.

Para el Grande Oriente Español el orden religioso era el principal porque se consideraba que era la base de todos los demás, de las doctrinas políticas y sociales, porque debían sustentarse en una ética, y ésta sobre una metafísica, es decir sobre un intento de explicación universal, sobre una religión, pero en el más amplio y elevado sentido de la palabra.

Y era muy importante porque España tenía un problema religioso, porque este tema era polémico, y por eso se pensaba que la Masonería tenía que fijar su posición al respecto.

En primer lugar, se insistía en que la Masonería no era irreligiosa, que no combatía ningún sentimiento ni credo religioso, pero sí la “intolerancia dogmática”. Y en la Asamblea se quería repetir esto y no sólo en relación con el exterior, es decir, con el mundo profano, sino en el interior de la misma, en los templos masónicos. Por otro lado, es significativo que se quería rechazar no sólo el dogmatismo cuando venía de una “religión positiva”, sino también del dogmatismo materialista. Ambas cuestiones eran consideradas antimasónicas.

La raíz común en lo referente a las opiniones religiosas o filosóficas, de la que tenía que brotar la fraternidad y la tolerancia. Así pues, debían estudiarse en los talleres (logias) los principios, simbolismos, doctrina y rituales masónicos. Y de esa manera se vería que los masones, tanto si interpretaban al Gran Arquitecto del Universo como a un Dios antropomórfico, que como una conciencia universal a la manera de una energía cósmica, estaban obligados a regular el fundamento moral de sus actos. Por eso la Masonería era profundamente religiosa, y se insistía, por consiguiente, el rechazo a la intolerancia del dogmatismo, pero también a los que estaban faltos de la inquietud espiritual.

En el orden político, por su parte, la Masonería ratificaba su fe en el lema de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, una fe liberal y democrática incompatible con cualquier dictadura, tiranía o despotismo, procediese de donde procediese.

Y en el orden social, la Masonería, basándose en el mencionado lema no podía tolerar la explotación del hombre por el hombre, que mientras unos vivían en la opulencia otros en la miseria. La Masonería no podía desentenderse, y debía condenar la injusticia del régimen económico en que se vivía. Lo mismo que se había luchado por las libertades políticas, sin descender a los partidismos, debía luchar por la llegada de un régimen de verdadera justicia social.

Hemos consultado el número de septiembre de 1932 del Boletín del Grande Oriente Español.

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