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¿Preocupación por las víctimas de Maciel o el montaje de una farsa?

Resulta que el Delegado Pontificio para los Legionarios de Cristo, Velasio de Paolis, acaba de integrar la “Comisión de Acercamiento” que se encargará de la atención exclusiva de las víctimas del impúdico Marcial Maciel Degollado.

La citada comisión será presidida por Mario Marchesi, uno de los asesores personales del representante papal, vicario general de la diócesis de Cremona y, por muchos años, profesor de derecho canónico en el ateneo Regina Apostolorum.

La preocupación por las víctimas de Maciel es toda una farsa; si existiera un verdadero interés por éstas, el Vaticano no estaría preparando con bombo y platillo la beatificación de Juan Pablo II, el gran protector y benefactor de Maciel.

Con la ceremonia de beatificación, programada para el próximo 1 de mayo, se ensalza la memoria de un papa que tuvo mucho que ver en las acciones pederastas de Maciel y de muchos otros obispos y sacerdotes católicos, que actuaron bajo el amparo y con la bendición de Karol Wojtyla.

En el siguiente link usted encontrará una interesante nota que pormenoriza sobre el tema, y se dará cuenta de que la jerarquía católica ha hecho caso omiso a los señalamientos que han hecho algunos diarios como La Jornada, que el 3 diciembre de 2004 publicó esta información.

A continuación texto de La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2004/12/03/010a1pol.php

México D.F. Viernes 3 de diciembre de 2004

 

Carlos Fazio

Bendición apostólica de Juan Pablo II a Marcial Maciel

El 30 de noviembre, el papa Juan Pablo II alentó a los Legionarios de Cristo y a los miembros del Movimiento Regnum Christi a anunciar el Evangelio con "intrepidez". El encuentro, al que asistieron 7 mil personas, fue celebrado en la Sala de las Audiencias Pablo VI, en el Vaticano, y tuvo como motivo el sexagésimo aniversario de ordenación sacerdotal del fundador y superior general de la Legión, Marcial Maciel. Karol Wojtyla dirigió un "afectuoso saludo al querido padre Maciel", alabó su ministerio sacerdotal "lleno de los dones del Espíritu Santo" y le impartió una "especial bendición" apostólica.

El espaldarazo del Papa a Marcial Maciel (Cotija, Michoacán, 1920) contrasta con una serie de acusaciones de abuso sexual y pederastia formuladas en su contra por un grupo de nueve ex legionarios. Las denuncias, que cobraron estado público en México en 1997, a raíz de una revelación hecha por La Jornada, se remontan a 1976, cuando el ex sacerdote legionario Juan José Vaca dirigió una carta al propio Maciel, en la que le pedía que corrigiera "las contradicciones aberrantes" -"abusos sexuales, considerados degeneraciones y crímenes por la ley y anomalía patológica por la medicina"-, de las que presuntamente él y otros ex seminaristas fueron víctimas cuando ingresaron a esa congregación religiosa de origen mexicano.

En un testimonio notarial, Vaca señala que desde los 12 años fue sometido a penetraciones anales y otros abusos por Marcial Maciel. En 1978 la carta fue exhibida por Vaca a su superior John R. McGann, obispo de Rockville, en Long Island, EU, y ya bajo el pontificado de Juan Pablo II fue enviada a la Santa Sede por medio de la valija diplomática de la nunciatura apostólica en Washington. Las autoridades eclesiales de Rockville incluyeron una carta de otro ex legionario, Félix Alarcón, en la que decía que también había sido objeto de abuso sexual por Maciel cuando era seminarista. El Vaticano dio acuse de recibo, pero el asunto quedó bloqueado. El 14 de abril de 1997, esta casa editorial recogió la denuncia de nueve ex legionarios, en una nota de primera plana bajo el titular: "Acusan a líder católico de abuso sexual de menores".

El Papa y los "favores" de Maciel

En la audiencia papal del martes 30 estuvieron presentes los 59 sacerdotes legionarios originarios de Nueva Zelanda, España, Brasil, México, Venezuela, Chile, Estados Unidos, Vietnam, Irlanda y Canadá que el pasado 25 de noviembre fueron ordenados en la basílica de Santa María la Mayor por el arzobispo Franc Rodé, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

El lunes 29, Juan Pablo II había encargado a la Legión de Cristo la dirección del instituto pontificio Centro Notre Dame de Jerusalén, presencia religiosa, cultural y educativa del Vaticano en la ciudad santa. Wojtyla comunicó su decisión a través de un motu proprio entregado a Marcial Maciel el 26 de noviembre. El mensaje, fechado en el Vaticano el 24 de noviembre, bajo la rúbrica de Joannes Paulus II, fue leído a nombre del pontífice por el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos Generales y efímero nuncio apostólico en México.

El reconocimiento del pontífice tuvo lugar en la basílica de San Pablo Extramuros, al final de la misa de acción de gracias presidida por el padre Maciel. En la celebración de la eucaristía participó el cardenal Angelo Sodano, número dos de la Santa Sede, así como varios cardenales y obispos de la Curia romana. Ninguna fuente consigna la presencia del prefecto de la Fe, Joseph Ratzinger.

Cabe señalar, también, que el día del cumpleaños sacerdotal de Maciel, el arzobispo esloveno Rodé leyó el "Decreto" mediante el cual Juan Pablo II aprobó de manera oficial los estatutos del Movimiento de apostolado Regnum Christi. En él se destaca la "significativa fecundidad espiritual y misionera" de Marcial Maciel, presente en 16 países de los cinco continentes, que tienen el objetivo "promover los valores de la familia y de la persona humana, los centros universitarios de estudio y de formación".

"El obispo de Roma -señala una nota de la agencia religiosa Zenit fechada en el Vaticano-, confiesa su 'gratitud personal' al sacerdote mexicano, nacido en 1920 en Cotija de la Paz, por 'los servicios prestados' en estos años a la Santa Sede, que se ha valido, en varias ocasiones y de diversos modos, de 'su generosa y competente colaboración, sea con ocasión de algunos de mis viajes apostólicos, sea en la actividad de organismos de la Curia Romana'".

Silenciamiento y ocultamiento en Roma

En enero de 2002, los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes y obispos de Estados Unidos conmovieron a la Iglesia católica y obligaron a una condena pública del papa Juan Pablo II en la semana santa de ese año. El control de daños pontificio fue seguido de una serie de reuniones entre miembros del episcopado estadunidense y cardenales de la Curia romana, donde se discutió una eventual aplicación de la "tolerancia cero" a los sacerdotes que cometieran ese tipo de delito.

El suceso revivió en México el caso del cura Maciel y nuevas revelaciones salieron a la luz pública. En 1998, por recomendación del ex nuncio apostólico en México, Justo Mullor, el entonces sacerdote de la arquidiócesis metropolitana, Alberto Athié, quien en 1995 había oficiado como confesor del ex legionario Manuel Fernández Amenábar -quien muy enfermo le confesó haber sido víctima, también, de abusos sexuales de Maciel-, viajó a Roma para entregar su testimonio al prefecto de la Fe, Joseph Ratzinger.

El cardenal alemán nunca lo recibió, por lo que Athié encomendó la carta a su amigo, el obispo mexicano Carlos Talavera, quien la entregó finalmente a Ratzinger. Pero la respuesta del titular de la ex Inquisición a monseñor Talavera lo decepcionó: "Es un asunto muy delicado. No es prudente abrir el caso porque el padre Maciel es una persona muy querida por el Santo Padre y ha ayudado mucho a la Iglesia católica". A raíz de su involucramiento involuntario con el caso Fernández-Maciel, el padre Athié entró en conflicto con su superior, el cardenal Norberto Rivera, quien calificó el hecho de "un complot contra el padre Maciel y contra la Iglesia". Athié se exilió en Chicago y en enero de 2003 renunció al sacerdocio, no sin antes denunciar que "existe un pecado institucional de la jerarquía católica (…) un encubrimiento sistemático (…) para salvar la imagen de la institución".

La respuesta de Ratzinger a Talavera abona la percepción de Athié sobre el "encubrimiento sistemático" de la Curia romana a los funcionarios de la Iglesia que han cometido delitos sexuales, y de alguna manera explica la "gratitud personal" del papa Juan Pablo II a Marcial Maciel por los "servicios prestados" al Estado Vaticano.

No obstante, su manifiesta predilección por Maciel ha llevado al papa Wojtyla a saltarse un documento confidencial del Vaticano, escrito en latín, titulado Crimine solicitacionis (Delito de solicitación), fechado en 1962 y firmado por el cardenal Octaviani bajo el pontificado de Juan XXIII. El documento se centra en el abuso sexual derivado de la relación confesional entre un clérigo y un penitente, pero también se refiere a lo que califica de "el peor de los delitos", concepto que abarca "cualquier acto externo obsceno, gravemente pecaminoso, perpetrado de cualquier manera por un clérigo, o que éste ha intentado cometer, con una persona de su propio sexo" (numeral 71), o "con jóvenes de cualquier sexo o con bestias brutas (bestialismo, numeral 73)". Según la instrucción, cuya vigencia fue refrendada por Ratzinger en mayo de 2001, todos esos casos debían ser "diligentemente almacenados en los archivos secretos de la Curia (romana)", bajo el rótulo "estrictamente confidencial". Asimismo se insta a la propia víctima a hacer un "juramento de guardar secreto" bajo "amenaza de excomunión".

Más allá del aprecio personal del papa por Maciel y los favores recibidos, no existe explicación posible sobre la resistencia de Roma a iniciarle juicio o abrir tan siquiera una investigación sobre los hechos denunciados. Varias de las consideraciones que incluye el documento, tipificadas como "herejía" o delito "gravemente pecaminoso", hacían a Maciel merecedor de una "vigilancia particular" (Canon 2311). De acuerdo con los testimonios notariales que los ex legionarios elevaron al Vaticano, la situación de Maciel debería ser analizada con base en los numerales 62, 63 y 64 de la instrucción, que aluden a "falsas enseñanzas" o "falso misticismo", "depravación", "repetición del delito" y "malicia obstinada", así como a lo referido a la "absolución del cómplice", agravado todo ello por enmarcarse bajo el concepto de "el peor de los delitos" (pederastia).

La actitud del Papa, refrendada ahora, abona la teoría de los denunciantes de que Karol Wojtyla está "protegiendo" a Maciel. En ese contexto cobra renovado significado la lapidaria frase que la abogada austriaca Martha Wegan, que llevó el caso, pronunció al ex legionario José Barba en el verano italiano de 2000: "Es mejor que ocho o nueve personas inocentes sufran la injusticia y no que miles de fieles pierdan la fe".

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