Hay elecciones legislativas en Argentina en octubre y la Iglesia Católica, siempre preocupada por el país (¡pero sin mezclarse en política ni pretender decirle a nadie a quién votar, no señor!), tiene el irrefrenable deber de meter la cuchara.
La Comisión de Pastoral Social de la arquidiócesis de Córdoba (Argentina) publicó una carta abierta a los candidatos para las próximas elecciones legislativas en donde se hace una serie de cuestionamientos sobre temas esenciales como la defensa de la vida, la educación y el trabajo, en vistas a los comicios del mes de octubre.
Las preguntas son de hecho bastante pertinentes, pero está claro que hay una sola que a la Iglesia le interesa ver respondida, y que es la razón por lo cual existen las demás.
¿Cuál es su posición frente a la defensa de la vida desde su concepción hasta la muerte natural?
Esta pregunta es muy pertinente, a qué negarlo, pero formulada así resulta engañosa y manipuladora. Quienes realizan encuestas profesionalmente tienen claro que las personas responden a veces de maneras muy diferentes a la misma pregunta realizada en términos ligeramente distintos. Una formulación más clara dividiría esa primera pregunta en dos:
- ¿Está de acuerdo con dejar morir o enfermar gravemente a una mujer embarazada cuando el tratamiento para salvarla implique realizar un aborto?
- ¿Considera usted que su cuerpo y su vida son suyos o que son préstamos de nuestro dios que usted debe cuidar hasta que éste se los reclame?
Quizá porque ningún candidato ha mostrado jamás signos de pensar en el tema, la Iglesia omite preguntar por un tema que en otro contexto le resultaría de suma importancia. Mi pregunta, si yo estuviese en su lugar, diría:
¿Considera usted que el estado argentino debe seguir favoreciendo económica y políticamente, tanto de manera oficial como informal, a la Iglesia Católica Apostólica Romana, hasta el punto de pagar los sueldos de sus funcionarios y los de miles de maestros que trabajan en escuelas donde se practica la adoctrinación religiosa?
Estoy pensando en enviarle estas preguntas nuevas y reformuladas a la Arquidiócesis de Córdoba, pero algo me dice que no tendrán interés en ellas.