El pasado día nueve tuvo lugar en la ermita de la Virgen de Linarejos la renovación del voto de fe por parte del alcalde en funciones Juan Fernández. Será probablemente una de las últimas ocasiones en que el actual primer edil haya representado al conjunto de la ciudad de Linares. En estos momentos, con la renovación de la Corporación a tiro de piedra, no deja de tener su intríngulis dicha ceremonia como colofón al agitado periodo que acaba. En la situación que vive nuestra ciudad, cuando casi todo lo que rodea al Consistorio llama la atención, quizá corresponda una reflexión sobre el hecho que nos ocupa y otros adyacentes. Veamos.
Por un lado, no parece que en la profunda crisis de la ciudad se vean, al menos por el momento, atisbos de solución. En las recientes elecciones el citado alcalde linarense, esforzado defensor de la ciudad frente a su conmilitona la señora Díaz, ha sido desalojado del cargo como ésta en diciembre. Tras su derrota ha surgido como lista más-aunque insuficientemente- votada la encabezada por el candidato más del agrado de la ex Presidenta de la Junta. Alguien se puede lamentar de que las posibles gestiones en el ámbito autonómico no tengan ahora más éxito del que, según se dacía,se le negaba a Fernández. Hay quien, por contra, se anima a vaticinar que el perdido poder en Sevilla lo puede compensar el ganado en Madrid. Tal optimismo no lo comparten quienes recuerdan que la señora Díaz, declarada y fatal rival del actual presidente en funciones del Gobierno, sea la mejor valedora ante el mismo. Así que, ante esta debilidad y las dudosas alianzas que puedan obtenerse en la muy fraccionada corporación salida de las urnas, el futuro pinta oscuro.
Por otro lado, yo personalmente creo que a veces se espera bastante más de lo posible y lógico de las instancias políticas. Hay sobradas experiencias en la localidad del empleo al calor de alguna empresa que llega a la ciudad, de resultas de cierta gestión política, que al poco tiempo se plantea su cierre o traslado. Esa eventualidad se ha barajado en el ambiante de las importantes movilizaciones de “Todos por Linares”. Se llega a reconocer esa realidad y la necesidad de explorar otras opciones. Se manejan los manidos caminos de la tecnología, las energías renovables, o de indistrias aplicadas a las necesidades y producciones del entorno. Incluso propuestas más avanzadas chocan con el eterno problema financiero. De ahí apenas se avanza. Se citan, pero no se consideran o exploran a fondo, posibilidades de economía social al estilo de las puestas en marcha como el modelo de Mondragón.El caso es que varios de los mentores de “Todos por Linares” han acabado siendo concejales. Esperemos que en su nueva faceta quienes pomovieron aquella movida apartidista tengan ahora más fortuna. Hay parte de las personas de aquel movimiento que se sienten descepcionadas, ya sea por la fractura del mismo, ya por no haber propiciado un diálogo más social, o ya por no haber agotado otros proyectos.
Quien esto escribe, más cercano a las consideraciones realistas citadas y al aprendizaje de la experiencia, me decanto más por el “ayúdate a tí mismo” para que los demás se animen a hacer lo propio. En estas como en otras circunstancias, y no sólo en Linares sino más allá como en el repetido cambio climático, como sociedad metemos la cabeza debajo del hombro a esperar imposibles soluciones ajenas. En ese sentido, he vuelto a recordar una ceremonia parecida a la que abría este texto. Me refiero al nombramiento de la Patrona de Linares como Alcaldesa Perpetua de la ciudad. Desde el máximo respeto a la conciencia y a las creencias-religiosas o no- de los demás, vuelvo a preguntarme como en aquel momento. ¿Qué esperaba conseguir la corporación municipal al compartir sus resposabilidades con la Virgen Patrona en aquel momento? ¿Han surgido nuevos proyectos, mejor ambiente entre los munícipes, o la mejor relación con la ciudadanía? Sospecho que no. Por ello, usando la citada libertad y la de expresión, sigo diciendo que para el buen gobierno de la ciudad o de cualquier ámbito, yo voto cuando toca a personas que rindan cuentas de su gestión. Lo demás son creencias particulares que yo respeto, pero que entiendo que no debieran salir de su ámbito. No quiero tener que huir de la chanza del amigo guasón, que apelando a un dicho popular, , me dijera entonces: “ como a los tantos, a los linarenses, también se os ha aparecido la virgen”.
Antonio Martínez Lara