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Por qué la teología no es una ciencia

La iniciativa de la Universidad de Granada (UGR) de crear una Cátedra de Teología Católica está generando entre los miembros de la comunidad universitaria un debate creciente entre los defensores de la Teología como una de las “ciencias” cuyo estudio la UGR debe patrocinar y los que consideramos que la inclusión de la Teología en la lista de las ciencias es un despropósito. Y no digamos ya su incorporación al currículo de las disciplinas impartidas en una universidad pública de un estado no confesional. El debate generado no consiste en determinar quién es más tolerante, o quién es más o menos radical en la defensa de sus convicciones. Determinar quién tiene más respeto por la tradición, o qué es lo que hacen otras universidades europeas y americanas es completamente irrelevante para asunto de fondo. El asunto que está en cuestión es si la UGR es consistente con sus estatutos al apoyar institucional y económicamente el estudio de una doctrina ligada a una confesión religiosa particular, teniendo en cuenta que la UGR se financia con fondos públicos y tiene por ello la responsabilidad social que se deriva de este hecho. El debate tampoco consiste, o no debería consistir, en una discusión sentimental acerca de la ausencia o presencia de sentimientos religiosos en defensores y detractores. No es un debate entre creyentes y no creyentes. No. Hay razones no ideológicas para defender que la Teología no es una ciencia y por tanto para rechazar que la UGR patrocine su desarrollo con la creación de un cátedra.

Durante la primera mitad del siglo pasado, la cuestión de las fronteras que delimitan el ámbito del conocimiento científico aglutinó una parte sustancial de la discusión filosófica alrededor de la ciencia. Posiciones verificacionistas y falsacionistas con diversos grados de sofisticación dejaron paso en los años 60 a concepciones menos positivistas y más centradas en las metodologías reales de los agentes involucrados en la generación y desarrollo de teorías científicas. Y hoy día filósofos de la ciencia y científicos sostienen de manera prácticamente unánime que no existe un método científico homogéneo que sirva para distinguir la ciencia de la pseudo-ciencia. El viejo Método Hipotético-Deductivo es una simplificación, a veces conveniente, que no hace justicia a la multiplicidad de procedimientos y protocolos usados de hecho por los investigadores para hacer avanzar el conocimiento.

El que no haya un único método científico no significa, sin embargo, que no tengamos criterios para evaluar las disciplinas teóricas desde el punto de vista de su cientificidad. Hay sólidas razones para no considerar a la Teología como una ciencia. Se puede argumentar que la Teología tiene primero que demostrar la existencia de su objeto de estudio. La Teología Católica asume además la existencia de “sucesos”, los milagros, que desafían la imagen del mundo que se desprende de la ciencia asentada. La Teología, a diferencia de la ciencia, acepta la existencia de fuentes peculiares de “conocimiento”, como la revelación, que son inadmisibles porque elevan a la categoría de evidencia lo que no es más que la quintaesencia de una falacia de autoridad. Todo esto hace que la colocación de la Teología entre las ciencias no resista un examen teórico mínimamente informado. Y pasar por alto estas diferencias de trazo grueso en aras de la interdisciplinariedad, la tolerancia o el pluralismo es simplemente una muestra de ignorancia.

Pero hay algo más que a veces olvidamos, quizá por tan obvio: que la ciencia busca la verdad. Toda ciencia tiene presupuestos, pero los científicos deben estar dispuestos a renunciar a ellos si la evidencia en contra, reiterada y repetible, así lo aconseja. Éste es el signo del investigador genuino, del investigador que, en cualquier ámbito, muestra respeto por la verdad, por la argumentación y por la crítica racional. Investigadores genuinos no son sólo los que se dedican a las ciencias “duras”, también los que se dedican a las ciencias humanas y sociales, incluida la filosofía. La Teología no pertenece a este grupo. La búsqueda sincera de la verdad propia de las ciencias la coloca al final del camino, es el punto de llegada. Para la Teología, la Verdad está al principio, una Verdad que obliga a buscar justificaciones para apoyar lo que de todas formas se cree con razones o sin ellas. No, la Teología no es una ciencia, ni natural, ni humana, ni social. Incluirla entre las disciplinas de la UGR es una engaño a la sociedad y una burla a los que nos dedicamos a la investigación. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

María José Frapolli. Catedrática de Lógica y Filosofía de la Ciencia, socia de Granada Laica – Europa Laica

Para firmar contra la Cátedra de Teología entra en el siguiente enlace:

Campaña: NO a una Cátedra de Teología en la Universidad de Granada

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En el archivo PDF adjunto

Respuesta de un teólogo profesional en el periódico Ideal el 7 de febrero de 2012. Su razonamiento, como corresponde a su profesión, se centra en evadir la realidad y utilizar la creencia ¡como principio último de la razón! Eso si, todo muy aliñado de modernidad. Los milagros no rompen las leyes de la física ¿entonces que son?

Hemos decidido incroporarlo en el archivo adjunto para comprender mejor como la teología, incluso progre, se mueve en aguas cenagosas, lejos de la realidad física de nuestro mundo.

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