El Obispo de Lugo y sobrino del presidente de la Conferencia Episcopal, Alfonso Carrasco Rouco, deberá interceder ante el párroco de Villarreme, en el concello de O Saviñao, para que readmita o indemnice a una empleada del hogar a la que despidió el pasado mes de marzo por haber pedido la baja a causa de un problema en el tobillo.
El responsable de UGT en la comarca de Lemos, Mario Docasar, se lo comunicará al obispo mediante el traslado de la sentencia que condenó al sacerdote para que “tome buena nota y le llame al orden”.
Se le sanciona a readmitir o indemnizar por despido improcedente a esta trabajadora que se ocupaba de cuidar de la madre del clérigo y de las labores de casa desde2006.
“Lamentamos que, en pleno siglo XXI, siga habiendo curas que creen que pueden hacer lo que quieran”, clamaba Mario Docasar. “Una vez que le comunica la baja por un problema en el tobillo, la despide verbalmente”, concretaba.
De esta situación también ha sido informada la Inspección de Trabajo por Docasar, quien precisó que el párroco “tiene que pagar las cuotas de la Seguridad Social desde que fue despedida” porque “esto tampoco lo hizo”, reprochó.
“Esperamos que cumpla con la sentencia, de lo contrario le haremos llegar al obispo por escrito cuál es la situación; confiamos en que cumpla, ya que tomó la decisión de despedirla ilegalmente y el juzgado dice que es despido improcedente, al no abonar lo que le tenía que pagar ni pagando a la Seguridad Social desde que fue despedida”, recalcó.
Desde el sindicato se quejan de que esta conducta es “impropia de un cura que debe dar ejemplo a la sociedad”. “Tiene que pagar a la Seguridad Social porque de ahí salen las pensiones, hasta las de los curas”, resolvió.
Mario Docasar calcula que la indemnización asciende a unos cuatro mil euros. “Tres mil quinientos euros de indemnización, más otros seiscientos por los salarios de tramitación”, dirimió. Con las cuotas pendientes de la Seguridad Social, el total rondaría los seis mil euros.
El sindicalista considera “muy grave” que por una baja se despida a un trabajador. “Y lo que es peor es que lo haga un miembro de la Iglesia”, zanjó. Además, atestiguó que el párroco cayó en “su propia trampa” al despedirla “con una carta firmada de su puño y letra”.
