El Partido Socialista recuerda el laicismo en algunas grandes ocasiones. La más reciente fue en el pasado congreso federal de Sevilla, cuando los dos candidatos, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón rivalizaban en proclamarse paladines de la separación iglesias-Estado que es seña de Identidad de todas las democracias modernas. Al “nos plantearemos revisar los acuerdos con el vaticano” de Don Alfredo, respondía Doña Carme con un enérgico “lo que queremos es un Estado Laico” entre vítores de los delegados.
A poco que nos recuperemos de la perplejidad nos asalta una pregunta nada trivial en tiempos de recortes y de dificultades para sostener nuestro paupérrimo Estado del (bien)estar. ¿Quién pagará este desatino?
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