Para desgracia de nuestra especie, desde chicos pretenden acostumbrarnos a las mentiras.
Abusándose de la inocencia primitiva de la niñez, los padres, oportunistas de la credulidad, nos adoctrinan con lo que sería tal vez las primeras creencias, los primeros fraudes, (no en los casos de las familias religiosas, que aprovechan también esta edad para introducir sus sistemas de creencias religiosos). Si, la creencia en Papá Noel, los “Reyes Magos”, el Ratón Pérez, etc.
¿Tiene alguna utilidad estos engaños? No, a los adultos parece gustarle que los chicos sean crédulos, que no los cuestionen, que no critiquen. Ya los programas infantiles de Disney hacen apología a las creencias. Creen conveniente sembrar la credulidad en las mentes de los niños, ya que son territorio fértil para las creencias irracionales, aunque no sean propiedad exclusiva de la edad infantil. Incitan a creer en cuentos de hadas, en la magia, en seres imaginarios tradicionales como Papá Noel, el ratón Pérez, etc. A los adultos generalmente les parece divertido, lo que en realidad es aberrante, me explicaré más adelante.
Cierto es que el pensamiento infantil es primitivo, se deja llevar por la intuición, es engañable fácilmente, y básicamente irracional.
El desarrollo de la inteligencia infantil, es casi análogo con el desarrollo del pensamiento humano. El pensamiento operatorio formal, lógico y de razonamiento científico en los niños se desarrolla más o menos entre los 11 y los 15 años de edad, casi culminando el desarrollo de la inteligencia.
El hombre primitivo era totalmente crédulo, irracional y supersticioso. Se puede decir que el pensamiento crítico es joven, nació más o menos en Grecia y la India hace 26 siglos.
Esto no quiere decir que el pensamiento irracional sea exclusivo de los niños y antiguos, (también es característico de los posmodernos) por otro lado, nuestro cerebro, se puede decir, casi esta “programado” para ser irracional, ya que el pensamiento racional es difícil y requiere un mayor esfuerzo consciente. De todos modos, es el privilegio de la humanidad. El pensamiento racional, lógico, y crítico es algo digno de mentes desarrolladas; el escepticismo, el pensamiento crítico, la duda y la incredulidad es característica de inteligencia; mientras la credulidad bruta y la superstición son dignas de mentes primitivas.
No era nada difícil engañar a un hombre antiguo: básicamente, todo era mágico, sobrenatural, causal, etc. El hombre primitivo se caracteriza por poseer lo que se llama “pensamiento mágico”.
El pensamiento mágico es una forma de pensar basada en la fe, la imaginación, los deseos, las emociones o las tradiciones que generan opiniones carentes defundamentación lógica robusta o estricta. Dentro del pensamiento mágico se encuentran la creencia en la magia, lo esotérico, la pseudociencia, la superstición en general y las tradiciones.
El pensamiento mágico es dogmático, irracional, e inútil, solo sirve para confundirse y distraerse de lo real. Es una plaga que se instala en las mentes crédulas e ignorantes, incapaces de hacer análisis lógicos, o exigir evidencias y veracidad.
¿Cómo evitar caer en el pensamiento mágico? Hay una forma de pensamiento contraria a la credulidad desmedida del pensamiento mágico y por lo tanto básico para combatirlo. Es el pensamiento crítico. Prácticamente, es un proceso mediante el cual se usa el conocimiento y la inteligencia para llegar a la posición más razonable y justificada sobre un tema.
Usar el pensamiento crítico significa pensar por uno mismo, y pensar bien, no aceptar las ideas que nos llegan a priori. Es la herramienta para exigir conocer y analizar los argumentos a favor y en contra de algo, para poder elegir si estar a favor o en contra, si es verdadero o falso, deseable o no, etc.
Es lo opuesto al dogmatismo. Un dogma es una creencia individual o colectiva no sujeta a prueba de veracidad.
El pensamiento crítico es un proceso de análisis en el cual uno evalúa basándose en pruebas demostrables sin dejarse convencer por autoridades o dogmas irrefutables; no es “creer por creer”, sino exigir demostración, como lo hace el método científico.
Esto es lo que lo hace superior al pensamiento mágico y religioso. Mientras en estas es esencial la creencia o “fe” dogmática por sobre todo, el pensamiento crítico se basa en el análisis, la exigencia de evidencias, de lógica, de datos contrastables, de objetivismo (objetivismo de “ser objetivo”, no del “objetivismo” de Ayn Rand), de argumentos sólidos, evaluación de las fuentes de información, de precisión y claridad, no permite que se consideren los fraudes como verdades, es enemiga de la mentira. Para la búsqueda de la verdad, de lo objetivo, es esencial.
Vemos como la subjetividad de argumentos emocionales, lo irracionalidad absoluta, la superstición, el dogmatismo religioso y el pensamiento mágico es tosco e inútil para explicar el mundo, por lo tanto; fácilmente es una fábrica de mentiras, y la mayoría de la gente, creo que no lo gustan las mentiras, aunque igual las aceptan mientras pasan desapercibidas.
Comte, filósofo positivista (vale aclarar que el positivismo no se usa ni se usó en ciencias) en su “ley de los 3 estados” o “ley de la evolución intelectual de la humanidad” había declarado, que nuestras especulaciones, tienen que pasar inevitablemente, lo mismo en el individuo que en la especie, por tres estados teóricos diferentes. El teológico, el metafísico y el positivo (o científico) y en este radica el régimen definitivo de la razón humana.
Siendo los 2 estados anteriores al científico tanto indispensables como inevitables, ya que sirvieron de progreso para llegar al estado científico. Sin los estados anteriores de filosofías primitivas no hubiera sido posible que la inteligencia humana salga de su torpeza inicial, ya que sirvieron de alguna manera para permitir la preparación gradual de un mejor orden lógico, al darse cuenta el humano, que estos eran inútiles.
“La ciencia, mi amigo, este hecha de muchos errores, pero esos errores son muy útiles, porque ellos, poco a poco, nos acercan a la verdad” Julio Verne.
Los defensores de la ciencia, suelen ser calificados de “positivistas”, claramente esta gente que intenta desprestigiarlos con ese adjetivo ignora que el cientificismo ya nada tiene que ver con el positivismo. El positivismo es una escuelas muerta, la ciencia y el pensamiento científico no se vale del positivismo, el sistema filosófico que utiliza la ciencia es el racioempirismo lógico, y el realismo científico, y nadie intenta desprestigiar un cientificista acusándolo de “racioempirista lógico” o “realista científico”.
Aunque el positivismo tuvo su aporte, es obsoleto, esta filosofía ya no es completa ni útil para aplicarla a la ciencia. El positivismo conservó la idea kantiana de que la realidad es sólo lo que percibimos y que no existe nada detrás, se limitó a observar fenómenos y no a conocer sus causas, en fin, calificar a alguien cientificista de positivista es plena ignorancia científica y filosófica (de todas formas el positivismo suele usarse en la medicina –que es técnica y no ciencia-).
En plena relación con el pensamiento crítico, se encuentra, el escepticismo científico. Esto es básicamente, una posición práctica, en la cual se cuestionan las afirmaciones carentes de pruebas suficientes. Es la posición filosófica y científica, que se opone a las pseudociencias, pseudofilosofías y todas las teorías que van en contra del razonamiento lógico y el método científico… ya que es parte de este.
Un escéptico (del escepticismo científico, no confundir con el escepticismo filosófico) evalúa cualquier afirmación basándose en la verificabilidad, falsabilidad, reproducibilidad, y en el consenso científico, en lugar de aceptar afirmaciones o teorías basadas en fe, anécdotas dudosas, fuentes poco veraces o confiar en hechos/afirmaciones infalsables o incomprobables. Como decía Carl Sagan “afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias”.
Así, el escéptico es el auténtico rebelde humanista, es el que dice las verdades que muchos no quieren escuchar.
El escepticismo científico es la madurez de la incredulidad. Dentro de la mira de los escépticos, se encuentran fraudes como la homeopatía, teorías de conspiración, abducciones extraterrestres, milagros, reiki, mística cuántica, psíquicos, parapsicólogos, astrólogos, videntes, psicoanalistas, religiones, etc. Pero como dijo Sagan, el escepticismo no rechaza estas ideas a priori, automáticamente, sin razón, esto sería igual de dogmático que el pensamiento mágico al que se opone. Sino que sostienen que fenómenos extraños, paranormales, o afirmaciones hasta el momento pseudocientíficas, deberían poder ser examinados crítica y objetivamente, y esas afirmaciones o fenómenos deberían de requerir de prueba a su favor antes de lograr el consenso científico y ser aceptadas como verdaderas. Mientras tanto, las consideran como falsas.
Que el pensamiento mágico, la fe religiosa y la pseudociencia sigan siendo parte de la sociedad actual, se debe en parte a la poca difusión del pensamiento crítico, del escepticismo y de la ignorancia de la gente, por parte de la poca difusión de las ciencias que existe.
Si la ciencia, su método, y su filosofía fuera accesible, popularizada, y entendida, no habría lugar para pseudociencias, posmodernos y demás timos.
También es cierto que el pensamiento crítico para ciertos sectores es peligroso.
Un pensador critico exige a un psicoanalista que demuestre la efectividad del psicoanálisis ante problemas mentales; exige a un astrologo que explique como la energía de un astro a millones de años luz de distancia tenga influencias sobre la personalidad; exige a un neoliberal que pruebe que el libre comercio elimina la pobreza, etc. Si el pensamiento crítico fuera popular los políticos estarían limitados de hacer lo que les plazca; los psicoanalistas se quedarían sin trabajo; los astrólogos no venderían más revistas; las iglesias se vaciarían. Al parecer a muchos no parece convenirles su expansión, aunque esta fuera un logro para la búsqueda de la verdad, es decir, un logro para la especie humana.
“Cada esfuerzo por clarificar lo que es ciencia y de generar entusiasmo popular sobre ella es un beneficio para nuestra civilización global. Del mismo modo, demostrar la superficialidad de la superstición, la pseudociencia, el pensamiento new age y el fundamentalismo religioso es un servicio a la civilización” Carl Sagan (astrofísico, cosmólogo, escritor y divulgador científico).
En esto fallan enormemente los padres y sus “mentiras piadosas”, no hacen más que adiestrar la credulidad, en lugar de propulsar el desarrollo del pensamiento crítico. Primero les hacen creer en Papá Noel, luego se los envía a la iglesia a formar una mente saciable en fe, se le obliga a no cuestionarlos por tener autoridad por ser padres y así, se adaptan de a poco al dogmatismo, a la credulidad, al pensamiento mágico, a la superstición y a la ciega sumisión hacia cualquier autoridad.
Al decirle a un niño que Papá Noel existe, sabiendo que no es así, se comete una mentira, se comete un abuso. Simplemente porque se aprovechan de la inocencia del infante para instalar una mentira, y la creencia en esa mentira no los ayuda en nada, no les hace tener más esperanzas, no los vuelve más creativos, no los hace más sensibles, los vuelve ilusos al acostumbrarlos a las mentiras y los defrauda. La creencia en mentiras y su aceptación es algo dañino y no tiene que estimularse.
La creencia ciega en supersticiones, pseudociencias, religiones, timos sobrenaturales, e ideologías vulgar estafa -como el nacionalismo- y demás, son potencialmente nocivos para el desarrollo humano. Basta ver las consecuencias de las Guerras Santas y demás masacres religiosas, la cantidad de gente muerta por la pseudociencia del negacionismo del SIDA en África, la cantidad de gente que por creencias se opone a tratamientos médicos, la cantidad de gente que rechaza las ciencias que se oponen a sus creencias religiosas-místicas, la gente que se opone al progreso de la tecnología, las consecuencias de la irracionalidad filosófica, como por ejemplo, en la fomentación del nazismo, la cantidad de gente que es estafada por el fraude del psicoanálisis, del reiki, etc. Es evidente que la estupidez tiene su precio. Por lo tanto, como humanistas seculares, para exigir un progreso social, es esencial y ético promover el pensamiento crítico y el escepticismo científico para ponerle freno a las consecuencias de la credulidad e irracionalidad.
La irracionalidad es dogmática. El irracional rechaza el debate, pretende que se le crea y acepte sin discusión, es un opositor al pensamiento crítico, hace afirmaciones o negaciones sin jamás fundamentarlas. Y con “irracional” me refiero a la forma irracional de entender el mundo, lo irracional con relación a lo objetivo. Dejemos lo irracional para las creaciones artísticas y la subjetividad para sus apreciaciones (claro, mientras en lo posible no se caiga en el arte (post)“moderno” donde un cuadro blanco es una obra de arte). Y la razón para entender el mundo exterior y actuar sobre él.
Es por esto que no siempre el humano es un ser “racional” como diría Aristóteles, solo en parte somos racionales. Que seamos racionales depende no solo de la circunstancia sino del esfuerzo que pongamos por alcanzar mayor la racionalidad, que es mayor humanidad.
Basta de mentir y acostumbrar a las mentiras a los chicos; es más útil enseñarles a pensar críticamente, a analizar, a reflexionar, a exigir evidencias y argumentos sólidos, a comprobar, a interesarse por las ciencias, a comprender el mundo, a exigir veracidad y objetividad.
Esto no los hace más fríos: la sentimentalidad no tiene nada que ver con el escepticismo; los escépticos aman a sus novias/os, a sus amigos/as, y a los animales, tanto como las otras personas. La asimilación del rechazo de los sentimientos con la razón y el pensamiento crítico es una imbecilidad fomentada por las doctrinas New Age. La razón es casi impotente sin la emoción. La emoción está dentro del cerebro totalmente vinculada con la motivación para aprender, razonar y entender. Para razonar bien, hay que razonar apasionadamente, la cuestión es no dejarse llevar absolutamente por lo emocional en cuestiones donde debería entrar la razón, para no dar argumentaciones emocionales absurdas, como por ejemplo “no hay razón para las corridas de toros, pero nos gusta”.
La ciencia y la razón no son frías, son maravillosas; son la mejor manera de comprender el mundo real. La ciencia debería emocionarnos a la par del arte.
Dentro de los ámbitos científicos también existen fraudes -cosa en lo que insisten los que quieren desacreditarla- hay gente que se dedica a falsificar información, a plagiar, a mentir dentro de ella. Pero cuando un “científico” hace esto, automáticamente deja de hacer ciencia, se convierte en un pseudocientífico. Por esto, la comunidad científica dispone de mecanismos necesarios para detectar fraudes: revisión de proyectos y productos por parte de pares.
Es por esto que la ciencia y su filosofía no es dogmática, y a la característica de falsabilidad lo demuestra (si una teoría se demuestra falsa, esa teoría se anula como cierta). Lo que si son estrictas, lo cual frustra a los charlatanes que no pueden formar parte de este círculo con doctrinas absurdas, como el psicoanálisis, la homeopatía, etc, y por ello, tienden a desacreditarla.
Donde hay anti-ciencia hay gente frustrada, la ciencia les “corta el macaneo”, por lo cual, se ponen en su contra. Para los charlatanes es duro que tras años y años de mantener una creencia (como la homoepatia, la religión, o el psicoanálisis) venga unos científicos y se la derrumben con estudios y evidencias, es esa la razón, de que esté de moda el irracionalismo, el newage, el posmodernismo, las religiones “orientales”, y la anticiencia. Al ser estricta deja de lado y aplasta toda creencia sin bases, sin evidencias y sin comprobabilidad, su método y filosofía tiene filtros que mantienen el conocimiento siempre lo más puro posible. Y los charlatanes al no formar parte del conocimiento científico lo que les queda es o seguir haciéndose pasar por ciencia, u oponerse y considerarse “mejor”, mas “progre”, y más “amplio”.
Un gran daño a la conciencia general de la gente sobre la ciencia fue Feyerabend (icono posmo , creador del anarquismo epistemológico). Decía que la ciencia era rígida (y lo es), y se oponía a esto, creyendo que esto era alguna forma de “opresión”, o algo por el estilo, para el anarquismo epistemológico da lo mismo la magia que la física.
Feyerabend no solo fue un daño para el concepto de la ciencia en la gente (sobre todo en los “progres” anarcos), también lo fue en gran medida, un daño de tremendas magnitudes para la anarquía, ya que la anarquía siempre fue y deberá ser amiga de la ciencia. Desde Kropotkin, Bakunin y Goldman los anarquistas defendieron el conocimiento y método científico, ya que acercarnos a la verdad es los que nos hace libres.
Otra cosa que llevo a la oposición general de la gente a la ciencia fue el gran y estúpido error de confundir ciencia, tecnología, y técnica. La ciencia solo se encarga de conocimientos teóricos, estos pueden después servir de base para desarrollar técnicas y tecnologías.
La gente cree que fueron científicos quienes hicieron bombas nucleares, armas, contaminación ambiental, etc, y no es así. Los encargados de la parte práctica de la ciencia son los técnicos y tecnólogos, ingenieros, diseñadores, fabricantes, ellos se involucran en la fabricación/construcción de armas, o demás artefactos, que pueden o no ser potencialmente nocivos para el hombre.
Los científicos solo se limitan a los conocimientos teóricos, la ciencia no requiere tanta regulación, la técnica y tecnología si, ellos son los que deberían involucrar más la ética en sus trabajos.
La ciencia lo que nos brinda son conocimientos teóricos para entender de la mejor forma el mundo real, y el pensamiento crítico nos brinda las herramientas para juzgar la veracidad de la información que fluye de manera masiva e incontrolada, más en esta magnífica era del internet.
Vemos la total falta de pensamiento crítico y escepticismo en cada ámbito de lo social. Las redes sociales se saturan de noticias falsas de fuentes poco confiables como actualidadRT, la excesiva cantidad de fraudes que se comparten sobre el cáncer y la alimentación, la abundancia de supersticiones populares, la cantidad de pseudociencias aceptadas y lo más peligroso, la cantidad de pseudoterapias practicadas. Es algo muy preocupante.
Por esto, si queremos educar a nuestros hijos para que estos aporten de manera positiva a la cultura, no debemos abusar de su inocencia, no los acostumbremos a las mentiras, no los engañemos, no abusemos de ellos. Estimulemos sus capacidades de razonar, de dudar, de investigar y de criticar, tanto como sus capacidades artísticas/creativas. Así evitaremos que en la cultura se filtren engaños que nos perjudiquen.
“La ciencia es más que un cuerpo de conocimientos, es una forma de pensar, si nosotros no somos capaces de hacer preguntas escépticas para interrogar a aquellos que nos dicen que algo es verdad, para ser escépticos de aquellos en la autoridad, entonces estamos a merced del próximo charlatán político o religioso que aparezca” C. Sagan.
Con una sociedad educada para el pensamiento crítico, no habrá lugar Papá Noel, el Ratón Pérez, los Reyes Magos; y los practicantes de Reiki, homeópatas, conspiranoicos, psicoanalistas, existencialistas, astrólogos, sacerdotes, curas, relativistas, psíquicos y astrólogos… van a quedarse sin terreno para sus engaños.
“La superstición, la pseudociencia y la anticiencia no son basura que pueda ser reciclada con el fin de transformarla en algo útil: se trata de virus intelectuales que pueden atacar a cualquiera hasta el extremo de hacer enfermar toda una cultura” Mario Bunge (Filosofo, físico, escritor y humanista).