Ante la presión de grupos religiosos -disfrazados de Asociaciones Civiles- de partidos como Acción Nacional (PAN) y Encuentro Social (PES) y por supuesto de la Iglesia Católica en todas sus facetas, en marzo del año pasado el Senado de la República aprobó por mayoría una reforma a la Ley General de Salud a la que le adicionaron la llamada “objeción de conciencia”, es decir un “permiso” para que médicos y enfermeras se negaran a ofrecer servicios médicos en casos como practicar un aborto, la eutanasia y transfusiones de sangre, si es que su religión, moral, valores o “ética” lo consideran incorrecto, pecaminoso o falto de bondad.
Usted mismo como servidor público, independientemente de su cargo, puede hacer uso de este derecho de objeción y resistirse cívicamente a obedecer y cumplir con su responsabilidad institucional, como sería el caso de un policía que defiende la integridad de los demás y priva de la vida a un delincuente. Ante un juez sería válido su argumento al mencionar que su religión cristiana le prohíbe matar.
Más allá del debate simple sobre si se violan o no derechos del personal médico obligándolos a realizar estas prácticas, obvio se vulneran más derechos de los pacientes. Es decir, un doctor que no quiera practicar un aborto, se puede excusar y retirarse del quirófano sin más pretexto que invocar su “objeción de conciencia”. Por mandato de ley el hospital debe contar en esos casos con el personal que no tenga alguna evasiva que le cause malestar moral o religioso, pero según datos aportados por catedráticos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM al menos un 80 ó 90% de los doctores y enfermeras son “objetores de conciencia”.
Una nota procedente de Estados Unidos fue muy comentada entre evangélicos aquí en México: En el 2012, Jack Phillips, quien tenía su negocio de comida en Colorado, se negó a hacer un pastel para la boda de una pareja homosexual, lo que le costó una demanda ante la Corte que derivó finalmente en una sentencia a su favor apenas el año pasado. De inmediato un gran número de pastores mexicanos se identificaron y cundió el pavor ante el desconocimiento legal y en materia de garantías individuales ya que imaginaron una andanada lésbico-gay en su contra. Pero la lógica se impuso: un prestador de servicios (taxista, cocinero, repartidor de gas, electricista, bolero, agente de seguros, licenciado, arquitecto u optometrista) no iba a estar preguntando sobre los muy personales hábitos sexuales de sus clientes. Los pastores creen que pueden ser demandados por grupos abortistas o sectores de la comunidad LGByT porque tienen “más derechos” que ellos.
Arnoldo Kraus Weisman, miembro del Colegio de Bioética y profesor de medicina de la UNAM, esas actitudes de conciencia de algunos médicos son peligrosas porque constituyen una “amenaza real” para el Estado laico y parecería que la “Constitución Moral”, que ya viene, se podría imponer a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En otras palabras, si un médico sabe desde sus primeros semestres de estudio que se enfrentará a dilemas ético-morales-religiosos como practicar un legrado o a la clonación de seres humanos entonces podría optar por una especialidad como la oftalmología o de plano la medicina forense.
Para Kraus la ciencia médica en México “carece de una ética profesional”, y hacen gala de ello los galenos que se abstienen de practicar cualquier cosa que les cause ruido con su conciencia mora-religiosa, por ello en Estados como Guanajuato algunos médicos y enfermeras suelen denunciar ante un Ministerio Público a quienes se practican un aborto. Durante su participación en la Semana Internacional de Cultura Laica, organizado por la UNAM, el también especialista en cuestiones bioéticas consideró que debería existir en el país un Registro Nacional de Objetores, lo cual nos daría a los pacientes una guía de dónde acudir en casos específicos, aparte de que se evidenciaría que muchos que se dicen “objetores” practican su moral sólo en espacios públicos, pues practican abortos a precios no tan módicos en sus consultorios privados, sin una reglamentación legal que deja espacios rentables para su doble moral. Similar al caso de Ministros de Culto que tienen familiares cercanos unidos en legítimo matrimonio con sus parejas del mismo sexo, pero que militan en los grupos donde el hashtag #NoTeMetasConMisHijos es su bandera multicolor.
Óscar Moha
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