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Nuestro silencio nos hace cómplices, por el Grupo de Pensamiento Laico

El Grupo de Pensamiento Laico, formado por Enrique Javier Díez Gütiérrez, Nazanín Armanian, Francisco Delgado Ruiz, Pedro López López, Rosa Regás Pagés, Javier Sádaba Garay, Waleed Saleh Alkhalifa y Ana María Vacas Rodríguez, presenta su manifiesto:

Nuestro silencio nos hace cómplices. Como decía Martin Luther King: «Tendremos que arrepentirnos en esta generación no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena».

Como intelectuales, académicos, investigadores y sobre todo personas comprometidas con la justicia social y la ética humanista, debemos manifestar nuestra condena sin paliativos al genocidio sistemático, orquestado legalmente y apoyado internacionalmente por parte del régimen sionista israelí sobre el pueblo palestino.

Al igual que exigimos a la comunidad internacional, especialmente a los valedores militares y económicos, USA y UE, de ese régimen de apartheid que viola sistemáticamente todos los acuerdos internacionales, que ponga los medios para poner fin al «exterminio» sistemático del pueblo palestino que resiste la ocupación israelí desde hace 73 años. «Exterminio» así anunciado por su primer ministro Netanyahu, incurso en juicios por corrupción y que alienta esta barbarie buscando una salida política, en alianza con los extremistas.

Es incomprensible que la comunidad internacional no imponga un bloqueo económico y político a un régimen criminal como Israel que ha convertido la Franja de Gaza en la cárcel más grande del mundo a cielo abierto, impidiendo incluso recibir suministros médicos –en medio de una pandemia-, alimentos y combustibles, a sus dos millones de habitantes.

Es intolerable que se le permita a este régimen criminal mantener un nuevo apartheid, como el sudafricano, controlando el agua, el mar, el acceso, la vivienda… la vida en definitiva a una población que lleva sufriendo años no solo su expulsión y aniquilación sistemática, o la apropiación de las tierras fértiles con el muro del apartheid que divide Cisjordania, sino los pogromos neonazis de las falanges de Lehava, las milicias de La Familia, los hilltop thugs (matones de las colinas) y de los ultraortodoxos, alentados por los distintos gobiernos del régimen. Sus marchas intimidantes, palizas, incendios provocados, saqueos y llamadas a la muerte, emulando las estrategias del régimen nazi del siglo pasado, desembocan periódicamente en un nuevo genocidio del ejército israelí. ¿Hasta cuándo?

Es inaceptable que se le siga suministrando armamento con el que está imponiendo su régimen terrorista ante un pueblo invadido, con el que está bombardeando y destruyendo escuelas, clínicas de Atención Primaria de Salud, plantas desalinizadoras de agua, miles de viviendas, sedes de medios de comunicación, medios de transporte público, calles e infraestructura, redes y transformadores de electricidad, agua y alcantarillado e incluso granjas de animales, tierras agrícolas, pozos y redes de riego. Una destrucción sistemática, organizada y planificada en donde utiliza armas prohibidas internacionalmente contra la población palestina de Gaza. Estas nuevas agresiones suponen la continuidad de las políticas xenófobas y extremistas neocoloniales, permitidas y alentadas por las potencias occidentales en todo el Medio Oriente, cuya meta ha sido y es la usurpación de los territorios árabes palestinos, ignorando su permanencia milenaria, cristiana, musulmana, o laica en la zona.

Hasta la propia Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) ha condenado el asesinato de menores refugiados palestinos en Gaza que asistían a sus escuelas y ha denunciado este sistemático atropello de los derechos más elementales cuyo último episodio, a raíz de las manifestaciones pacíficas en contra del desalojo, por parte de las fuerzas israelíes, de las familias del barrio de Sheikh Jarrah para expulsarlos de la ciudad y que colonos ilegales israelíes se instalen en sus casas, dejaba en Gaza el viernes 14 de mayo 109 civiles asesinados, incluidos 28 niños; y 388 heridos de los cuales 115 son niños y 50 mujeres, mientras el régimen de Israel comenzó la invasión por tierra.

Human Rights Watch (HRW), una de las organizaciones de derechos humanos más respetadas, ha dicho que Israel es culpable de crímenes contra la humanidad y el establecimiento de un régimen de apartheid. Nadie puede afirmar ya que Israel es una democracia (excepto el lobby sionista), cuando millones de personas están viviendo desde hace décadas bajo uno de los regímenes militares más tiránicos del mundo. Nadie puede negar ya que este régimen de supremacía racial cumple los tres elementos del apartheid establecidos en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional [artículo 7, párr. 2h, que incluye la definición de crímenes de lesa humanidad]: dominio continuo de un grupo racial sobre otro, opresión sistemática del grupo marginado y actos inhumanos.

¿Hasta cuándo el mundo va a ser cómplice de este crimen contra la humanidad del régimen sionista israelí? Es inaplazable poner fin ya a este holocausto del pueblo palestino. Asesinan en el apartheid israelí pero como no es Venezuela, ni Cuba, ni Irán no hay bloqueos, ni invasiones, ni intervenciones de la OTAN o la ONU. Simplemente silencio cómplice y mirar hacia otra parte.

Los crímenes contra la humanidad no prescriben y los criminales deben ser perseguidos internacionalmente, como se hizo en los juicios de Nuremberg, así como a las autoridades cómplices que guardan silencio y siguen surtiendo de armamento a los criminales y justificando, ignorando o minimizando sus crímenes.

Por eso:

Manifestamos nuestro apoyo al derecho legítimo del pueblo palestino a resistir la ocupación y defenderse ante la agresión continuada que sufren, a la liberación de su patria y crear su Estado independiente y soberano con Jerusalén como capital, así como el derecho del retorno de los refugiados palestinos y palestinas a sus tierras y sus casas.

Exigimos a nuestro Gobierno su compromiso inequívoco para parar este nuevo proceso de expulsión y colonización que supone una clara violación del derecho internacional y poner en marcha medidas concretas que obliguen a Israel a respetar la legalidad y los derechos del pueblo palestino, así como exigir en todos los foros internacionales el bloqueo internacional del régimen sionista israelí hasta que «Israel» ponga fin a la guerra y la ocupación, libere a todos los prisioneros políticos y se retire de los territorios ocupados y vuelva a los límites de 1967.

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