Pero qué decepción. Resulta que no, que ni se arrodillaron, ni se pusieron a rezar, sino que nos abuchearon e increparon rosario en mano. Algunos intentaron impedirnos el paso por Sol, algún otro se llevaba un dedo a la sien para decirnos que estábamos locos, otros mostraban el logo de sus camisetas, la mayoría simplemente nos abucheaba o coreaban el nombre de su Papa: Beee-nedic-to, Bee-nedic-to.
Vaya disgusto se habrá llevado el señor Rouco al ver que sus jovencitos JMJ han entendido que eso de evangelizar a los relativistas morales, los laicistas y los hedonistas es abuchearlos cuando ejercen su derecho a manifestar lo que piensan. Y para más inri, él, que hace apenas unas horas había dicho, delante de la mismísima Magna Mater Cibeles, que España tiene ADN católico, se encuentra con una marcha llena de españoles reivindicando “menos curas y más cultura”, “menos religión, más educación”, increpados por las brigadas internacionales de su JMJ.
Menos mal que el señor Ratzinger en cuanto aterrice y se entere de esto les reconvendrá y les dirá que abuchear al otro blandiendo un rosario está muy feo y les mandará a todos al Retiro a confesarse, a ver si así rezan.
Y, con un poquito de suerte, se vuelve a su avión y pone rumbo a Somalia.
Jesús Pichel es profesor de Filosofía