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“No detener al imán evitó un conflicto entre musulmanes”

La imputación de cuatro marroquíes de la comunidad islámica de Cunit (Baix Penedès) por acoso a una mediadora cultural (también marroquí) por llevar un estilo de vida occidental abre un nuevo frente en el debate sobre la inmigración: las tensiones entre sectores inmigrantes moderados y aquéllos más extremistas, así como la actitud que deben adoptar las autoridades en estos conflictos. La fiscalía pide cinco años de cárcel para el imán de la localidad, Mohamed Benbrahim; cuatro para el presidente de la Asociación Islámica de Cunit, Abderramán El Osri, y otros dos para la esposa y la hija del imán. Se les acusa de amenazas, calumnias y coacciones contra la mediadora por su excesiva integración, según la instrucción judicial.

"No hay conflicto, pero sí colectivos a los que cuesta más integrarse", subraya la alcaldesa de Cunit, la socialista Judit Alberich. En el cargo desde 2007, Alberich (Barcelona, 1977) confía en la mediación para integrar a los inmigrantes que "se quedan encerrados en casa". La alcaldesa medió entre los cuatro miembros ahora imputados y la presunta víctima, Fatima Ghailan. Los imputados también habían denunciado a Ghailan por calumnias, pese a que los testimonios han desacreditado la versión de los imputados y el caso fue archivado rápidamente. "Entonces no tenía toda la información", admite Alberich. Por eso el Consistorio decidió frenar la detención del imán después de que intentara agredir a Ghailan. Alberich también sugirió a la mujer que retirara la denuncia contra sus acosadores.

Pregunta. Usted declaró al juez que el jefe de policía quería detener al imán y usted lo evitó.

Respuesta. No evité ninguna detención. Hubo una trifulca entre Fatima y el imán en el que ambos presentaron denuncias cruzadas por injurias.

P. El imán le gritó: "No durarás en Cunit ni un día más, voy a acabar con vosotros y vuestros hijos", según la instrucción.

R. Pero lo que denunció el imán también era grave, era la palabra de uno contra la del otro.

P. El juez de paz presenció la trifulca y avaló la versión de la mujer.

R. Había indicios y testimonios de lo que el imán había hecho, pero el jefe de la policía local me planteó: si detengo a Benbrahim deberá pasar un día y medio en la comisaría, porque en Cunit no hay calabozo. Eso implicaba un riesgo de que prendiera una manifestación violenta entre musulmanes. Es mi trabajo mantener la paz social y no provocar conflictos. El jefe de la policía decidió, según su criterio, que era mejor no detenerlo y establecer un protocolo de vigilancia.

P. Pero en su declaración dice que el inspector de policía quería detenerlo y usted lo evitó.

R. No lo recuerdo, pero esas cosas no se transcriben literalmente. El jefe de policía y yo acordamos que era mejor mediar.

P. ¿Esto implica sugerir a la víctima que retire la denuncia?

R. No soy experta en mediación, pero dos personas deben poder sentarse en una mesa. No pedí a Fatima que retirara la denuncia, propuse que resolvieran sus problemas y para hacerlo no puede haber denuncias.

P. Da la sensación de que quiso minimizar el problema.

R. Mi preocupación es que cada conflicto no implique un cisma en la sociedad del municipio. Ésa fue mi intención, siempre desde la posición de defender a Fatima, una trabajadora del Ayuntamiento. P. Puede entenderse que no hizo caso al relato de la acosada.

R. Intentamos mediar en un conflicto que estaba en fase embrionaria: sólo conocíamos las denuncias por injurias. No puede decirse que avale al agresor por encima de la víctima. He visto a Fatima sufrir mucho, pero no podía posicionarme a favor de una de las partes. Puedo asegurarle que siempre apoyamos a Fatima y lo que nunca admitimos fue la recogida de firmas

[hecha por la hija del imán, pedían a la alcaldesa que Fatima cesara en su empleo]. Tuve al imán sentado en esta misma mesa diciéndome que esta señora no estaba preparada para el cargo y no llegamos ni a registrar el documento. No lo permití.

[Este diario muestra a la alcaldesa el documento relativo a la recogida de firmas, sellado por el registro del Ayuntamiento el 27 de diciembre de 2008].

Mira, al final sí se registró. Pero les dije en esta misma mesa que lo que decían era falso, Fatima es una mujer muy preparada. Pero no podía ponerme del lado de ella y marginar a la otra parte de la comunidad.

P. La fiscalía pide para él cinco años de cárcel. ¿Se posicionaría ahora al lado de Fatima?

R. Cambiar las cosas cuando han pasado es fácil. Uno debe tomar decisiones en el momento. Ahora tiene que trabajar la justicia. Lo que pedía la comunidad islámica era una cosa muy concreta: que despidiéramos a Fatima. Es difícil actuar a gusto de todos, habrá a quien le parezca mal lo que hice, y lo respeto.

P. ¿Le preocupa que ahora sí haya tensión social?

R. Me preocupa y me molesta que por culpa de los medios aparezca un problema en el pueblo que no existía. Por eso he concedido esta entrevista, para que el tema muera aquí.

P. Del problema que no existía hay cuatro imputados por amenazas, coacciones y calumnias.

R. El fenómeno de la inmigración es complejo. En el momento en que hay colectivos que no se quieren integrar y en situaciones complejas, como la crisis económica, es fácil provocar cierta demagogia social.

P. ¿Cuál es su diagnóstico sobre la inmigración en Cunit? ¿Existe un conflicto en el seno de la comunidad marroquí?

R. No hay conflicto. Hay quien tiene más voluntad de integrarse y quien tiene menos. No hay una ruptura, aunque haya un colectivo de inmigrantes al que le cueste integrarse. Llevamos muchos años fomentando esta integración.

P. En su declaración usted menciona que hay mujeres musulmanas que ni salen de casa.

R. No lo recuerdo. En Cunit hay mucha gente como Fatima: mujeres marroquíes que hacen vida normal, trabajan y se integran. Hay otros que no pueden o no quieren y se quedan en casa. Es una cultura en la que predomina la figura masculina. Él suele buscar trabajo y ella es más proclive a quedarse en el hogar. El Ayuntamiento trabaja para sacarlas de allí.

P. ¿Su relación con el imán sigue siendo buena?

R. Conozco más al presidente de la Asociación Islámica [Abderramán El Osri, para quien el fiscal pide cuatro años de cárcel por coacción y calumnias] pero el trato con ambos siempre ha sido normal. Nos cruzamos por la calle, le saludo y me saluda. Igual que siempre.

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