Hubo demócratas que dejaron sus vidas luchando contra Franco, Hitler y Mussolini. Son las víctimas olvidadas.
Grave patinazo del Papa. Su alocución de tres minutos -ya grabada antes- ha tendido a evocar a Poncio Pilatos. Francisco ha procurado lavarse las manos. Y se ha salido por la tangente. Esas ceremonias de ir beatificando a más de mil mártires se han venido llevando a cabo desde el pontificado de Juan Pablo II y luego el de Benedicto XVI, a instancias del cardenal Rouco y la mayoría de obispos españoles.
La Iglesia no pidió perdón
Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI fueron más prudentes en este delicado asunto y descartaron beatificar, o santificar, a las víctimas de la guerra civil. No debe olvidarse que las numerosas peticiones de que la Iglesia española pidiera perdón por haberse fusionado de facto con el régimen del dictador nunca han sido contestadas por la cúpula eclesiástica.
Los otros socios del dictador
Franco, el golpista del 18 de julio de 1936, consiguió aliarse con los jerarcas católicos. Los otros socios fueron Hitler y Mussolini. Narración de Claude G. Bowers, embajador de EE.UU [demócrata integral]: “En septiembre de 1936 era evidente (…) que la guerra en España no era una guerra civil (…). Mucho tiempo antes de que estallase el conflicto, se habían concertado acuerdos para la participación militar de Hitler y Mussolini, quienes ahora estaban enviando sus fuerzas a España”.
“Una guerra contra la democracia”
Subraya Bowers: “Había de ser una guerra contra la democracia (…) No en balde Sanjurjo y José Antonio fueron a Alemania en febrero de 1936, antes de las elecciones, y se habían hospedado en el hotel Kaiserhof de Berlin (…) Fue entonces cuando se realizó el acuerdo con Hitler; el convenio con Mussolini había sido hecho dos años antes”.
Bajo palio
¿No sabía, ni sigue ignorando la Iglesia, que se iba a echar a los brazos de los golpistas y a los brazos del dictador, convertido por los monseñores en el dios al que paseaban bajo palio? ¿Tampoco conocía la jerarquía episcopal que, salvo dos de ellos, que tuvieron que salir por piernas de España, los demás denominaron Cruzada a la barbarie del franquismo, falangismo, fascismo y nazismo.
Los clérigos que iban a la cárcel
¿También era ignorante, y continúa siéndolo, la Iglesia cuando calla que hubo mártires entre monjas y entre sacerdotes del País Vasco? También había sacerdotes, enemigos de los fachas, que acabaron en la cárcel por criticar a la dictadura. Volvieron a pisar algunos clérigos las cárceles durante el tardofranquismo.
¿Franco, Príncipe de la Iglesia?
En diciembre de 1957, seglares fascinados por el dictador, reivindicaron a: “Nuestro invicto Caudillo, Príncipe de la Iglesia”. Promovieron el nombramiento de Franco como Cardenal. Así razonaban ultracatólicos, aduladores de Franco: “España, martillo de herejes tiene en Franco el gobernante excepcional que su íntimo, su congénito catolicismo estaba esperando desde centurias, el que ha arrancado de cuajo las herejías del liberalismo, el comunismo y la masonería”. Y Carrero Blanco: “El Caudillo es uno de estos regalos que la Providencia hace cada tres o cuatro siglos a un pueblo, para premiarle los sacrificios que ha hecho por Dios”.
¡Francisco, te has equivocado!
¡Papa Francisco, te has equivocado! Eso opinamos muchos. No puedes alabar que sólo sean mártires de la Guerra los del lado de la dictadura. Son respetables como todos los que mueren víctimas de la violencia. Pero muchos murieron, o fueron asesinados por ser demócratas. Los hubo quienes dejaron su vida luchando contra asesinos como Hitler, Mussolini y Franco. Son las víctimas olvidadas. ¿No cree Francisco, que su silencio en Tarragona no lo hubiera avalado Jesús de Nazaret?