Nigeria se encuentra prácticamente en guerra civil, ya no solo contra las bandas islamistas, sino contra las organizaciones criminales dedicadas al robo de petróleo en el delta del río Níger y a la piratería en el golfo de Guinea
Pasada una semana de los ataques a la iglesia católica San Francisco Xavier, en la ciudad de Owo, en el estado de Ondo, al sudeste de Nigeria, poco se sabe de los responsables y las razones para el asalto del domingo, 5 de junio, en el que murieron entre veintidós y cincuenta personas y cerca de un centenar quedaron heridas, tras ser sorprendidas en plena celebración de la misa, que fue interrumpida con disparos y explosiones.
Dado el tipo de ataque se consideró que los responsables tendrían que estar vinculados a de Boko Haram, o alguna de las dos organizaciones que se desgajaron del tronco central: la Yama’at Ahl al-Sunnah Wal Jihad Lil Dawa (Estado Islámico de la provincia de África Occidental o ISWAP) o la Ansaru (Vanguardia para la protección de musulmanes en las tierras negras), aunque una semana después, ninguna de estas khatibas se atribuyó la operación, cuando ya han sido responsables, en los primeros tres meses del año, de más de tres mil muertes.
El Estado de Ondo se encuentra alejado del epicentro operacional de estas organizaciones fundamentalistas que, si lo hacen de manera constante en el noreste del país, ya que es esa la región donde se asienta mayoritariamente la comunidad musulmana de Nigeria.
Las autoridades, han considerado la posibilidad que los responsables de la masacre sean fulanis, una de las etnias mayoritarias de Nigeria y de toda África occidental, y cuya actividad principal es el pastoreo, y que en la semana previa al ataque sufrió importantes restricciones en ventaja de sus rivales ancestrales los granjeros y agricultores, de la etnia Hausa, la más numerosa del país.
El conflicto histórico entre pastores y campesinos por el acceso a la tierra y el uso del agua se reproduce también en otros países como Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Sudán y otros muchos países del continente, donde se han generado guerras que a lo largo de la historia han dejado miles de muertos y odios infinitos.
En el caso particular del ataque en Owo, se cree que ha sido como represalia por las recientes restricciones establecidas por el gobierno estatal sobre la actividad de los pastores en Ondo, incluso en los bosques donde los atacantes ya han realizado otros asaltos.
La decisión del gobierno se adoptó tras el crecimiento de los secuestros de granjeros, un delito que si bien se da en gran parte del país, en los últimos meses recrudeció en Ondo, uno de los pocos estados del país que había disfrutado de relativa calma, ya que Nigeria, el país más poblado del continente, con 206 millones de habitantes, un norte musulmán y un sur cristiano y animista, se encuentra prácticamente en guerra civil, ya no solo contra las bandas islamistas, sino contra las organizaciones criminales dedicadas al robo de petróleo en el delta del río Níger y a la piratería en el golfo de Guinea.
Horas después del ataque contra la iglesia, se conocieron detalles por las declaraciones de sobrevivientes y testigos, que coincidieron en que no se pudo identificar a los responsables, quienes abrieron fuego y lanzaron explosivos a través de las ventanas, cuando finalizaba la misa.
Muchas de las víctimas fueron ejecutadas por tiradores dispuestos estratégicamente frente a las tres puertas con que cuenta la iglesia, cuando los fieles intentaban escapar del caos provocado en el interior. La policía encontró en torno a San Francisco Xavier, artefactos explosivos de fabricación casera sin detonar y cientos de proyectiles de AK-47 (Kaláshnikov).
Las organizaciones armadas, tanto de los pastores como de los agricultores, surgidas al calor de las cada vez más frecuentes usurpaciones de campos de cultivos, amparadas en la falta de seguridad rural en todo el país, dado que la mayoría de las fuerzas del estado, se encuentran abocadas a la lucha contra el terrorismo wahabita, que estalló en 2009 y que desde entonces se fue incrementado en el noroeste y centro del país y desde hace algunos meses también se comenzaron a producir ataques en el oeste, cuyos responsables bien podrían ser bandas del crimen organizados, que operan en nombre de los integristas musulmanes, como se sospecha fue el caso del ataque al tren de la Nigeria Railway Corporation (NRC), el pasado veintiocho de marzo, que dejó una docena de muertos, y más de ciento cincuenta desaparecidos, por los que se pedirá rescate. Una operativa corriente tanto por parte de los rigoristas como de las organizaciones criminales (Ver: Nigeria la perfecta metáfora africana.)
Semanas atrás, el líder de la Iglesia Metodista fue secuestrado junto a otros dos clérigos en el sureste del país, por el que se pagaron 240 mil dólares por su liberación de los tres religiosos. Mientras otros dos sacerdotes secuestrados en Katsina, el estado natal del presidente Muhammadu Buhari, en el norte del país, siguen sin aparecer. También se conoció que horas antes del ataque a la iglesia de San Francisco Xavier, un sacerdote católico había sido secuestrado en Obangede, en el Estado de Kogi, limítrofe con el Estado de Ondo.
No es casual que estas acciones se produzcan, mientras el gigantesco aparato político del país se pone en marcha rumbo a las presidenciales de febrero del 2023, donde el actual presidente Muhammadu Buhari, no intentará disputar un nuevo mandato y en los que se apunta como favorito el influyente político Bola Ahmed Tinubu, del partido oficialista Congreso de Progresista.
Más víctimas y sospechosos de siempre
Más de ochenta nuevos secuestros se reportaron el pasado jueves nueve en la aldea de Kwari, en el Estado de Katsina, tras el ingreso, a media tarde, a la comunidad de hombres armados sin identificarse, aunque algunos de los testigos afirman que eran fulanis. Tras la toma de la aldea, incendiaron depósitos de alimentos y saquearon tiendas, para antes de retirarse hacia los bosques circundantes, pasaron a “cazar” nuevas víctimas, mientras casi dos mil aldeanos huyeron para refugiarse en la ciudad de Jibiya. Entre los secuestrados habría muchos niños y mujeres, algunas de ellas embarazadas. Quienes lograron escapar denuncian que las fuerzas de seguridad no respondieron a los números llamados de auxilio, aunque otras versiones dicen que la policía fue expulsada de la aldea y sus refuerzos emboscados en las cercanías.
Según el Consejo de Seguridad Nacional, en declaraciones del día nueve, los responsables de la matanza en la iglesia de San Francisco Xavier, habrían sido muyahidines pertenecientes a la ISWAP, más allá de que la organización integrista no se ha adjudicado el ataque, un hecho extraño, ya que este tipo de organizaciones, que compiten con otras por la magnitud y cantidad de operaciones, no demoran en reconocerlas, ya que estos ataques son la mejor publicidad para atraer a los nuevos reclutas, más si el ataque fue en realidad realizado por el ISWAP, que ha tomado la delantera en la carrera del terrorismo en Nigeria, tras haberse separado de Boko Haram, en 2016, con quienes incluso han mantenido duros combates. En mayo del año pasado, en un combate en el bosque de Sambisa, la cuna del terrorismo en islámico en Nigeria, el emir de la organización madre, Abubakar Shekau, líder desde 2009, prefirió suicidarse antes de caer prisionero del ISWAP. Desde entonces la ISWAP, fundada por el emir Abu al-Barnawi, muerto algunos meses después, se ha impuesto como el grupo más activo en el país y uno de los más letales del continente.
Si bien la presencia del ISWAP, es muy escasa en el sur del país, se podría considerar que este avance estaría vinculado a la expansión que la organización está haciendo hacia el este, de Nigeria, ya que muchos de sus muyahidines que combaten tanto en Níger como en el Chad, están retornado por la fuerte presencia de esos ejércitos en las áreas donde se movían con suma comodidad, lo que provocaría que los integristas procuren expandirse dentro del país, hacia áreas en la que nunca han activado.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.