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Neo-mesianismo supremacista en Israel y en USA: apuntando a fabricar las Profecías testamentarias de Apocalipsis y Juicio

Este escrito ha sido planteado y desarrollado desde el respeto hacia el judaísmo ortodoxo no talmúdico y anti-sionista, opositor radical al Estado de Israel y a la organización criminal transnacional que lo creó, que lo financia, que lo arma y que lo rige. Su postura opositora, librada desde dentro y fuera de Israel, es objeto de silencio mediático. Pudiendo vivir a la cómoda sombra del artefacto, estas personas se mantienen firmes sobre una castigada, vapuleada, base de ideas.

PARTE PRIMERA

Significado medular del neo-mesianismo

Podemos definir al neo-mesianismo supremacista a modo de ideología fundamentada en un telos de actuación social y política -demografía, habitat, procreación, matrimonio, segregación, rito y culto, Estado, legislación, judicatura, ejército, guerra…-, tenida por necesaria en consonancia al cumplimiento terrenal de las Profecías de devastación “transmitidas” al “Pueblo de Dios” principalmente por Daniel, Ezequiel, Jeremías e Isaías. Tales Profecías fueron “recogidas” (o inventadas, fabuladas, transfiguradas…) por los rabinos escribas de aquellos “formatos en rollo” que siglos más adelante quedarían compendiados como Torah. Según esta clase de salvacionismo, la tiniebla desatada antecede a la luz; una luz que alumbrará con plenitud al grupo de Escogidos cuando la humanidad quede ordenada en una jerarquía política y laboral precisa.

Obviamente, estos hombres y mujeres clave, políticos, magnates mediáticos, financieros, religiosos…, lejos de creer superficialmente que las Profecías destructivas aparecerán en escena ex nihilo (llovidas directamente del cielo como el maná), se auto-conciben como elementos activos en la gestación y desarrollo de éstas. De modo que son ellos quienes se auto-introducen en escena. Y habiéndose, por lo demás, fraguado suficiente poder productivo sobre acontecimientos: tanto poder de producción material como también poder de producción virtual gestadora de acontecimientos reales -”espectáculo” en el lenguaje de los situacionistas.

Esta intervención humana realizadora de “aquello que está escrito”, o intermediación entre la facticidad histórica y “su Sentido transmundano”, significa que nos hallamos ante un caso ejemplar -de manual- relativo a aquello que la Sociología denomina “profecía auto-cumplida”: Estos señores salvacionistas parten de la fe en el desenlace bélico que finiquita la historia humana y porta el Paraíso Terrenal sobre las ruinas y escombros mundanos barridos por la mano del dios torahico. Y, comportándose con arreglo a la creencia, amañan, anudan y emprenden todo cuanto pueden en el sentido de consumarla, escribiendo ellos mismos sobre la superficie del Planeta aquello escrito en arameo allá por los finales del siglo IV a.C. Sólo que, claro está, la parte dedicada a la resurrección de los muertos y al neo-poblamiento no se va a cumplir. Así que, de heredar la Tierra, nada de nada. Pero eso poco importa: ellos se rigen por la expectativa y de momento van haciendo que la realidad copie a la ilusión:

“Primaveras árabes” en pro de reforzar el aislamiento sobre Siria.

Preparación del ataque sobre Irán.

Empujones e incentivos dados en ese rumbo a la Administración estadounidense y al Departamento de Estado.

Proyecto estadounidense del “Gran Oriente Medio” bajo directrices israelíes.

Introducción de mercenarios en el sentido de tratar de reventar a Líbano desde dentro.

Obrar por la agudización de las contradicciones con Rusia.

Influencia en la surrealista hipertrofia de gasto USA en presupuesto militar -situada ya en torno al 80% de la recaudación del Fisco.

Etc.

Dice el axioma de “profecía auto-cumplida” o “Teorema de Thomas” que cuando un grupo o colectivo está convencido de un Mito y tiende a comportarse como si fuera real, la idea acaba siendo real por lo menos en sus consecuencias. La probabilidad de realización se incrementa en el caso que nos ocupa, teniendo en cuenta que este actor neo-mesiánico posee voluntad de ello (cree en su propia “Ontología diferencial” y en su Destino particular de Grupo Elegido), y se ha dotado de amplia capacidad para diseñar y forzar los acontecimientos (Voluntad + Capacidad = Poder en la genial fórmula sintética de Norberto Ceresole).

Calado socio-político y carácter de clase del neo-mesianismo

La meta-ideología neo-mesiánica no pasa de ser anecdótica al interior del espectro sociológico israelí, siendo Israel el país con un mayor porcentaje poblacional de ateísmo (alrededor del 46-48%). Mientras, esta meta-ideología es subalterna en la Tsahal y en el resto del ejército (aunque importante entre la oficialía militar de rango superior), al tiempo que el Mossad advierte contra los “peligros de auto-inmolación” que ésta entraña para la seguridad y futuro del propio Israel. Su bastión está hasta cierto punto en el Ejecutivo israelí, con “personalidades” sucesivas críptica o descaradamente ejecutoras del plan neo-mesiánico, desde Shamir a Barack pasando -algo menos- por Olmer y por supuesto por Netanyahu. Todos los que en el curso de las últimas décadas han sido primeros ministros israelíes provienen de la jerarquía militar de alta graduación. El dato no podía ser otro: en la época del neo-mesianismo apocalíptico, Israel es el instrumento de la guerra, y no la guerra instrumento de Israel. No está regido por la Razón de Estado. Su Razón es, en cambio, prestar servicio bélico a una “hoja de ruta” trazada y desplegada desde fuera de Israel por una Orden mesiánico-supremacista. Dicha Orden actúa asociada por conveniencia recíproca tanto con el Hegemonismo de la burguesía monopolista estadounidense y su necesidad hiper-destructora, como con la red política que trata de fundamentarse en el calvinismo evangélico, cuyo dirigirse hacia procurar la venida de “la Redención” necesita de Israel. Volveré más adelante sobre toda esta interconexión de actores, donde se inter-fusionan religiones, “visión política de Estado” y necesidades materiales del Hegemonismo estadounidense.

Al interior de Israel, el neo-mesianismo es profesado por una parte cada vez más importante de la casta política, tiene ganado a un sector entre los Cuadros de la Administración civil, enraíza con elementos de la jerarquía militar, nada a sus anchas en el importantísimo archipiélago de las Escuelas Talmúdicas y, claro está, en parte se bombea desde las palestras, los programas y la prensa del rabinismo hegemonista. La ideología produce, finalmente, también desde los ordenadores, imprentas y espacios de conferencia con que trabaja aquella minoría que, entre la amplitud de estudiosos ortodoxos, recibe sueldo del Gobierno por dedicarse a “estudiar la Torah”. Este reclutamiento/compra entre las filas del judaísmo ortodoxo supone para el Gobierno estar adquiriendo ideología y “legitimidad”, según la Constante de que “quien paga manda”.

Considerando este modesto panorama de adscripciones, está claro que no dimana del interior de Israel la fuerza del neo-mesianismo ni su colocación en un plano político de decisividad (sin ir más lejos, con el actual Ejecutivo israelí, quien envía a Ehud Barack a pedirle a Obama que acelere los preparativos contra Irán y “se comprometa”). Y es que, por mera cuestión de amenaza aniquilatoria, es más que difícil que la meta-ideología cale en Israel. Otros jerarcas militares, los servicios secretos, la población…, emiten su miedo a ser tragados por “la espiral de fuego” desatada. Precisamente son también mandos militares israelíes quienes denuncian “el apresuramiento” contra Irán. Así como desmienten la falsa imagen de “irracionalidad” con que la camarilla gubernamental y gran parte de la prensa tratan de intoxicar a los israelíes azuzándoles para aplaudir y para colaborar en la “necesidad acuciante de ataque” como “única defensa posible” contra el estereotípico “Régimen de los Ayatolah que quiere borrar a Israel del mapa”. No podría ser de otro modo: entre amplios sectores de la Oficialía del Ejército no ha podido caer “simpático” el neo-mesianismo en líneas generales, pues dicho aparato se dedica profesionalmente a tasar las fuerzas propias y las ajenas, haciéndose más consciente y más sensible al peligro de dar pasos en falso.

¿Pero a quién NO importa en realidad la fulminación de vida y estructuras en Israel?: para empezar, a muchos de los propios neo-mesiánicos. No en vano, esa liquidación es una Profecía también…, hasta que sea Yahvé quien instituya el Israel “entero y completo” regional. Digámoslo sin ambajes: el neo-mesianismo judaico no es la ideología dominante en el grueso de la burguesía parasitaria de Estado y financiera israelíes. El neo-mesianismo es la ideología dominante en parte del Capital monopolista judaico no afincado en Israel (aunque financie generosamente, llevado por eso mismo que estamos tratando, las estructuras, instituciones y poderío militar israelí). A fecha de hoy, el Estado de Israel en su conjunto de clases dominantes, no es soberano de sí. La delirante corporación político-empresarial-financiera-bursátil guardiana de “la Alianza”, es decir, veladora por el merecimiento judaico de “la Tierra Prometida”, es quien ordena, en dicha dirección, los pasos de ése su artefacto. Artefacto cuya función queda sujeta a ayudar en la materialización de ese “destino”.

Pero más concretamente -y más importante aún-, el neo-mesianismo judaico es la meta-ideología dominante en el seno de la fracción más aventurerista y agresiva del Capital monopolista estadounidense (un segmento de las finanzas y bursátil, complejo militar-industrial, fondos de inversión a la reconstrucción, extracción petrolera e hidrocarburos, explotación minera y agro-industria). Ello más allá de que uno u otro componente “humano” en este campo de fracción sea o no sea judío. Correlativamente, esta meta-ideología domina en el seno de los representantes políticos y administrativos de la mencionada fracción ultra-belicista, y lo hace bajo forma pseudo”cristiana”: apelando a la necesaria “reunión” de los judíos en “la tierra de Israel” que debe preceder a la venida del Cristo Redentor y al Perdón de los judíos (temática destacada en el protestantismo evangélico-calvinista. Volveré sobre ello más adelante).

Peripecias y putchs del neo-mesianismo en Israel

Empezamos a tener atisbo sólido de cómo el neo-mesianismo daba “un gran salto adelante” en la escena política israelí, cuando en los ochenta Yitzaak Shamir (sucesor de Shimon Peres, un sionista laico de la línea Internacional socialdemócrata), enuncia su proyecto de crear una Confederación Económica Arabo-Israelí. El inicio de inversiones, la relajación de fronteras, el manejo unilateral israelí sobre la División Regional del Trabajo y procesos productivos, la asignación planificada de las importaciones/exportaciones, etc., iba a ser un pack que debía conformar el Caballo de Troya con el que descargar un protagonismo regional económico que a su vez sirviera para anudar nuevos lazos de dependencia en los países árabes. Todo este plan no es más que la procuración de una “consigna” antiguo-testamentaria según la que Jehová no resolverá las cosas definitivamente para Israel, hasta que “su Pueblo” domine materialmente la existencia social de todo el Oriente Medio comprendido en el Eretz Israel, o Tierra Prometida.

Pero Shamir -viejo matarife del Irgun y después de la Hagana hasta su abandono, especializado en sembrar de atentados masivos espacios civiles-, exhibía una política demasiado “sesgada” tanto exterior como en “asuntos palestinos”. Por no decir que arrastraba una trayectoria demasiado escandalosa y repulsiva incluso para los perros guardianes árabes de aquel entonces. Así que los cantos de sirena a propósito de la unión económica y comercial que acercara los puntos de la zona en un sistema de epicentro/satélites, no sedujeron.

De todos modos, Shamir y su Gabinete medrarán en favor del fortalecimiento común de la llamada “derecha religiosa” y del llamado “sionismo conservador” al interior de la coalición Likud, cargando las tintas del confesionalismo. Cohetáneamente, se infla de presupuesto y se da más cancha propagandística y de difusión a los rabinos instalados en el supremacismo, y así van calando en sociedad sus palabras pronunciadas desde la palestra o escritas en columna de prensa. Palabras que claman por la total ética de matar a un no judío si es para bien de judíos y los frutos cosechados suman más que la pérdida en concepto de “valor de la persona” (valor medido usualmente por el rasero del servicio y utilidades que el gentil rendía o podía rendir a judíos: utilitarismo supremacista). No digamos ya si el gentil resulta ser además árabe (los ahbaroshim en la narrativa testamentaria, o literalmente “ratas”…). En este último caso, asesinar es virtuoso per ser aunque no dé “rendimiento inmediato”.

En la actualidad, un grupo de rabinos se enfrenta a un proceso penal, acusados por la judicatura israelí. En las sinagogas se habían dedicado a declarar exactamente esto. Añadiendo, además, que matar a un palestino “porque sí” jamás es porque sí, ya que, si se hace, se hace subyaciendo en cualquier caso el agrado de Jehová y su íntima inspiración al hecho (resonancias rituales, pues, navegando en las palabras de esos rabinos). El proceso penal hoy en resolución da testimonio de la brecha ideológica entre poderes, así como de la lucha entre ambas especies de supremacismo (el neo-salvacionista y el sionista clásico laico) por direccionar el campo de lo jurídico: Leyes, normas y proverbios rabínicos -quienes al fin y al cabo eran los Jueces tradicionales en la Antigüedad-, Versus una Ley estatal diametralmente demarcada también por la tradición rabínica y por las directrices que el poder rabínico pauta, pero que contiene y dirime contradicciones más complejas entre “grupos y corporaciones de poder”.

Creo que aludir a los “matices” de orden jurídico que afloraron en el transcurso de este caso vuelve entendible esto que digo: por ejemplo, para las leyes israelíes no es delito que un judío mate a un no judío siempre que alegue haberlo hecho bajo percepción subjetiva de estar siendo amenazado. Pero, aunque dictaminando la legalidad del hecho, ese mismo Estado no consiente escuchar (y mucho menos aún de boca del poder ideológico rabínico) que el hecho es en sí (sin mediación de noción subjetiva de amenaza) una hipótesis cuya práctica no debe llamar a contradicción ética para el buen judío. Es evidente que a los Jueces gerifaltes del Estado de Israel, quienes advierten de la incorrección e incluso proceden a su punición, les importa menos que nada los palestinos (como no sea para mal, claro), y ¾ de lo mismo les sucede con los gentiles en general. Pues la lucha ideológica de fondo que aquí se dirime tiene bastante poco que ver con la suerte y la integridad de los no judíos. Y sí guarda en cambio estrecha relación con no dejarse determinar, por ejemplo en materia de “política exterior” (relaciones con los gentiles y actuaciones respecto de estos), por la pétrea rigidez testamentaria de unos cuantos rabinos (o bien por su capricho). Cuando lo cierto es que el aparato sionista necesita actuar y dictaminar con arreglo a una Racionalidad pragmática de Real Politik, en lugar de por una inflexibilidad de dogmas ancestrales. No pueden ser jamás unos rabinos quienes inscriban sobre la piel social qué es lo ético y virtuoso. Sino que estas categorías, en lo principal, tienen que ser pensadas por el israelí a contraluz de la Razón de Estado, mientras quedan a recaudo de la privacidad familiar y doméstica, en lo que versa de aquellas dimensiones secundarias y no comprometedoras.

“Matar a Rabin”: segundo asalto y, ahora sí, auténtico “gran salto adelante” del neo-mesianismo en lo que se refiere a colonizar la política ejecutiva israelí. He subrayado el talante pragmático y práctico del sionismo -siempre atento, eso sí, a su plan/objetivo matricial-; idiosincrasia que Rabin encarnaba hasta el punto de decidir abrir camino político a poner varios territorios en manos de los agentes sionistas de la “Autoridad” “Nacional” “Palestina” entonces en gestación, además de frenar (por el momento) el expansionismo demográfico colonial. Pero restar tierras israelíes significaba cometer sacrilegio, porque esa “amputación” o separación entre hassedin (“Creyentes”) y Tierra Santa sólo puede determinarla Jehová (como Prueba interpuesta a su Pueblo o como Castigo a su desobediencia). Rabin pagó con la vida la suplantación que protagonizaba y la idolatría política a que arrastraba a los seguidores judíos de su política abierta. La ejecución de Rabin -a manos de un hassedin, o “creyente, profesor de la Fe”- significa la firma de divorcio entre el modelo típico procedimental del sionismo (belicismo y expansionismo “racionales”, hipotecados en su movimiento a los parámetros de “seguridad” y “éxito”) y el belicismo típico del judeo-testamentarismo. El último es considerable “racional” tan sólo desde el estrecho sentido de ser tácticamente belicista dentro de una estrategia englobante Grand-Belicista, agitando deliberadamente una espiral retro-alimentada in crescente de ofensiva-respuesta-ofensiva, que los estrategas y técnicos de gubernamentales van soplando hasta alcanzar la confrontación mundial.

Así, los Gobiernos consecutivos post-Rabin dejan de “conformarse” con bombardear al azar para sembrar el Terror entre la población del Líbano meridional (el ejército sionista llevaba practicando el bombardeo ciego, indiscriminado, desde 1973), y pasan a lanzarse a una serie de Operaciones de agresión, inauguradas en 1996 -apenas transcurrido medio año desde la muerte de Rabin- con la Operación Uvas de la Ira (de cuya barbarie el infernal judaico-hegemonista corresponsal de Antena 3, Enrique Cimmermann, dijera textualmente al concluir una de sus “noticias”: “Quien se atreve a provocar la ira de Yahvé, tarde o temprano acaba pagando”). Esta serie de Operaciones -Uvas de la Ira, Paz para Galilea, Sansón…, a las que cabe añadir la Operación Plomo Fundido contra Gaza y sus habitantes y por supuesto la actual “Operación Columna de nube”-, presentan una nada casual resonancia bíblica de nombres. Además, se proyectan en su mayor parte contra el área de Líbano que, según la meta-narrativa del salvacionismo judaico, Israel tiene que incorporar políticamente a sí mismo, con objeto de “restituir” la integridad del falaz “antiguo Reino de Israel y Judea”. Por otro lado, constituye importante imperativo de la Torah el “destruir el País de los Cedros -Líbano- hasta que no quede allí madera para construir un solo navío”, y el neo-salvacionismo lo mantendrá siempre en Agenda. Hoy mismo, Israel está detrás de los contingentes mercenarios salahfistas que están ocupando y aterrorizando áreas enteras libanesas a fin de provocar la involucración defensiva de Hezbu-Allah, pudiendo por esa vía quedar Irán involucrado y aprovechándose este hecho vulpinamente alentado para pasar a Dimensiones bélicas cualitativamente mayores. También parece haber sido obra de bandas salahfistas la sucesión de cohetes lanzados recientemente desde la Franja de Gaza contra el sur de Israel, y que, carentes de cualquier atisbo de ocasionar daño significativo, sí han servido sin embargo de coartada al inicio de una matanza ritual más de palestinos. ¿Qué hacían los salahfistas campando y operando a sus anchas en una escuálida línea de terreno controlada palmo a palmo por las milicias de Hamas?. ¿En qué alianzas, que han venido contando con padrinazgo turco-egipcio, ha estado tomando parte esta organización palestina? (organización que, dicho sea de paso, ha reconocido “finalmente” al Estado de Israel y el derecho del artefacto mesiánico-supremacista a existir). Sin ir más lejos, leamos entre líneas el significado de “Cortina de nube”, nombre para la operación israelí todavía en curso contra Gaza. Alude a la ayuda prestada por Jehová a los israelitas durante su “éxodo” desde Egipto. Su dios cubría a los evadidos tras una columna de fuego que les alumbraba durante la noche, y, durante el día, los tapaba de sus enemigos, tendiendo en retaguardia una columna de nube que hacía indetectables a los israelitas. Flotando con la genocida “columna de nube” actual, los Maeses de ceremonias ven pronunciarse a Jehová.

Es tremendamente ilustrativo respecto de la cuestión que estoy tratando, el nombre “Operación Sansón”, puesto que Sansón es el prototipo de “mártir” suicida judeo-testamentario, a quien no importó morir atrapado en su propio acometer de muerte indiscriminada contra hombres, ancianos, mujeres y niños filisteos que festejaban reunión…, pues ello es honrar a Jehová. Toda una síntesis de ethos neo-mesiánico, ideología a la que da también igual ocho que ochenta en cuanto a la suerte de los propios judíos israelíes se refiere, dado que sembrar la hiper-destrucción es, a sus ojos, aportar en primera persona hacia aquello que Jehová ha establecido que tiene que suceder tarde o temprano.

En nuestros días, el neo-mesianismo testamentario sirve objetivamente a las necesidades super-belicistas de largo impacto albergadas por el Hegemonismo USA. La Super-potencia, enferma hasta la médula de saturación de capitales, hecho que la frena en su re-activación de la Acumulación ampliada capitalista, necesita librar una guerra a fin de re-ordenar las condiciones políticas mundiales que le permitan “exportación” masiva y rentable de capitales al exterior. Es en esta tesitura “crítica” donde el neo-mesianismo hace de “tonto útil” a la Administración Obama o a la que pueda venir, en tanto que, con su fe delirante, presta un foco de “punto regional caliente” desde donde desatar una “gran” guerra inter-imperialista. O al menos por el momento, ir sucediendo las agresiones imperialistas (Somalia, Sudán, Afganistán, Irak, Libia, Siria, Irán…) con provisión financiera neo-mesiánica afincada en USA, y así mismo con la cobertura que prestan las bases militares en Israel de cara a cubrir las espaldas navales y aéreas a lo largo del arco mediterráneo oriental. Desde luego el Nuevo Edén no va a crecer tras las guerras de vasto alcance en preparación, ni Yahvé va a poner a pastar a la oveja junto con el lobo y a la gacela con el león… Pero no cabe duda de que USA sí va a tener su oportunidad para hacer crecer el fruto post-bélico si una victoria al menos relativa le significa facilidades para la imposición de novedosas condiciones a la inversión del Capital sobre-acumulado. El neo-mesianismo sirve también objetivamente a las burguesías judaicas inversionistas e importadoras de Capital Circulante, no estadounidenses -anglosajonas y más ampliamente “occidentales”- operativas desde fuera de Israel, y frenadas hoy en seco por la implacable competencia china.

Finalmente, el neo-mesianismo se sitúa en plena línea de provecho en lo que se refiere a la burguesía burocrática israelí más cínica y a sus elementos políticos más conservadores y/o más “igualitaristas” (en especial dentro del campo aristobrero social-imperialista israelí), quienes saben perfectamente que, tras la retirada masiva de “fondos de apoyo” USA acompañando a la crisis financiera estadounidense, la economía israelí se ve mermada por su propia naturaleza parasitaria, necesitándose de nuevas agresiones de rapiña o de multiplicar las “rebeliones” árabes hechas a medida, para así llegar a realizar una transferencia de plusvalías extorsionadas que en su conjunto garanticen un “Estado del Bienestar” que siga dando de mamar a tanto ciudadano israelí. De lo contrario, esa ciudadanía se echará cada vez más a la calle por conservar su “bienestar” en vías de pérdida, y el conflicto se desplazará al interior de la propia sociedad ocupante y de sus distintas clases. El fuego de la guerra y su botín esperan, así, ser contra-fuegos social y bombero de “indignación”.

PARTE SEGUNDA

Supremacismo sionista Vs. Supremacismo neo-mesiánico: de las guerras hacia afianzar la Supremacía, a las guerras hacia La Guerra de Hiper-destrucción

Desde por lo menos finales de los ochenta, el sionismo “clásico” profano ha venido siendo parcialmente desplazado en Israel por esto que podríamos calificar (parafraseando la tipología del gran sociólogo y geopolítico Norberto Ceresole) un neo-mesianismo agarrado fuertemente al Libro de los Profetas dentro del Pentateuco. Por supuesto, el sionismo hubo ejercido de Idea-fuerza nuclear en lo que se refirió a la creación del Estado de Israel, siendo a la vez “Código de lectura” tanto para la auto-interpretación israelí como para proyectar con éxito su auto-representación hacia el imaginario sociológico mundial. Sin embargo, este “secularismo” sionista ha ido cediendo espacios políticos a un “nuevo” marco netamente religioso (un “revival”) cuyo epicentro alude a la necesidad de mantener comportamientos legislativos, diplomáticos, decisorios y militares concordes a un Plan Divino de señas apocalípticas y revelado a través de Profecías. Mientras el sionismo toma la cuestión del Eretz Israel (“promesa geográfica” del Nilo al Éufrates) en términos de “Derecho del Pueblo Elegido a la Supremacía territorial, nacional y política” -”Derecho” que va a dirimirse desde el Mundo y va a resolverse en el Mundo actual-, en cambio el neo-mesianismo apocalíptico toma -o maneja- el ideal de Eretz Israel a modo de corolario post-mundano (Paraíso Terrenal judaico) cuyo afianzamiento definitivo es, en última instancia, trans-mundano: Voluntad yahvítica afirmada tras una insorteable sucesión de episodios intermedios devastadores.

Se comprenderá el hondo viraje que el neo-mesianismo implica en cuanto a la comprensión de la naturaleza del objetivo supremacista: Para un sionista, este objetivo posee en cualquier caso naturaleza política, y no necesariamente alberga elementos religiosos entremezclados (piénsese por ejemplo en el sionismo socialdemócrata ateo). Israel revive su Mítica y fabulada “epopeya nacional” antigua y hegemoniza el Oriente Árabe al tiempo que se apodera de “su Espacio Vital”, independientemente de la tardanza de juicios finales por llegar y de trompetas por sonar (si es que el sionista en cuestión cree en ello…). Así pues, en esta narrativa la historia es hecha en lo esencial por “el grupo humano”, quien materializa su objetivo Supremacista de la mano de sus propias ofensivas, de sus “jugadas” y de sus tácticas adecuadas a la finalidad de hegemonía. Por contra, desde el prisma del neo-mesianismo la historia es ejecutada por “el grupo humano”, quien la lleva “hacia su puerto” en la medida en que “el Pueblo de Dios” se pliegue a protagonizar la consumación de una serie de Mandatos, directrices y sucesos necesarios, accesibles al kabalista o legibles como “profecías”; el cuerpo social es aquí agente de la “divina fatalidad”.

Debe verse, pues, el sentido de esta transición de paradigmas: del concepto sionista laico del “Gran Israel” como “conquista nacional” intra-mundana que ha de servir de notable punto de anclaje al sometimiento de la especie humana por los “Hijos de Sión”, va transitándose hacia una consideración también intra-mundana pero tan sólo a lo que se refiere estrictamente a cumplir activamente con la producción de los pasos históricos que invocan la resolución ultra-mundana de “la Historia”.

Por tanto, así es como deben leerse los rumbos bélicos dados y las políticas emprendidas por el neo-mesianismo supremacista: como la conjunción, paso a paso, en el caldero, de los elementos indispensables a un Rito de invocación. El sionismo clásico atacaba o no atacaba guiado por su propia Racionalidad calculística de labrar el Eretz Israel a base de operativos fructuosos en términos político-militares. El neo-mesianismo es, por el contrario, radicalmente irracional tomado desde la Racionalidad calculística: su belicismo se proyecta en aras de portar el Apocalipsis; Tiempo que precede en las escrituras a la confirmación ad infinitum de su Nuevo Orden terráqueo por la voluntad de su dios Jehová. ¿Ganar o perder la guerra de devastación que arrastre consigo a las Potencias y al Mundo?: esta dicotomía se disuelve en un sinsentido al calor de la ideología neo-mesiánica, pues como pregunta es incorrecta en sí misma. Para el neo-mesiánico, la única derrota sería que no llegase la guerra. El neo-mesiánico está convencido de cuanto “anuncian” sus escrituras: “las grandes guerras del Armaghedon”, en última instancia, no las gana nadie mundanamente. Pero, en medio de esa atroz pulverización colectiva, Israel emerge ganador cuando Jehová resucita a los muertos y, convertido en Juez, da a cada revivido un Destino terrestre distinto y jerarquizado en función de su condición de Elegido o goim (Gentil): A la ingente mayoría de goim (no judíos) les espera el eterno olvido, mientras un escaso número -los precisos- es resucitado a fin de que sirvan al “Pueblo de Dios” en su “Recompensa Final” por haberle honrado, guerreado por él, haberle sido fiel y haber obedecido su Ley (“Amarás a tu Pueblo como a ti mismo” rezan las Tablas mosaicas; y no “a tu Prójimo”, al que emplearás en pro de rendir culto y cultivo a ese mandamiento de amor conciso al propio Pueblo).

Conducción pautada de los “corderos de Dios” hacia el Sacrificio a manos de los pastores neo-mesiánicos

Es desde este prisma que hay que comprender la aparente y reprochada “irreflexividad” o “aventurerismo” por parte de la camarilla neo-mesiánica gubernamental israelí y de sus sucesivos líderes: ellos, y quienes están detrás de ellos, obran consagrados a la Fe de que todos pierden, y así debe ser; no hay más victorioso que Yahvé (y, con él, sus electi). Sin ir más lejos, el mesianismo judaico antiguo ya recalca que la mismísima tierra de Canaan (hoy ocupada por el Estado de Israel) debe ser destruida en tránsito hacia el “desenlace judicial” (por así llamarlo). Lo cierto es que el sionismo ha ido concentrando en la tierra de Palestina, que fuera Canaan tiempo ha, a una vasta porción de los judíos del Mundo. ¿Importa esta contradicción a la perspectiva neo-mesiánica?: ¡al contrario, pues su perspectiva es justamente la del hilo de continuidad que en dicha Profecía enlaza el sacrificio colectivo con la resurrección postrera!. Por decirlo escuetamente, a ojos de la meta-ideología neo-mesiánica judaica:

(1º) el Pueblo Elegido debe ser congregado en aquello que llaman “Tierra Santa” (el mítico reino de Israel bíblico compuesto de Palestina y de un pedazo del Líbano meridional con Sidón, Biblos, Tiro…) y residir en ella rigiéndola, mandato que el sionismo histórico ya ha ido culminando;

(2º) ese “Pueblo Elegido” debe ser su único habitante en lo fundamental, mandato que va ejecutándose a base de expulsiones, robo de terrenos y viviendas, carnicerías y todo lo que rodea al ininterrumpido “Éxodo palestino”;

(3º) el “Pueblo Elegido” debe lograr la hegemonía política, no necesariamente directa, sobre la Tierra de promisión abrahámica según Libro del Génesis en la Torah (Eretz Israel con el Nilo a poniente, el Éufrates a oriente, lindando al norte con el país de Hatti y extendiéndose al sur rebasando el Neguev y hasta bien entrar en territorio saudí). Este mandato pre-Apocalíptico y en pro del Apocalipsis va siendo implementado en lo ancho de tal perímetro, a base de ingeniería social (Egipto, Yemen…), ingeniería política (Arabia Saudí, Qatar, Jordania…) e invasiones militares o para-militares cuando es preciso (Líbano, Irak, Siria…).

(4º) Según se dejó escrito, en el curso de esta proyección impositiva (punto 3º), las contradicciones regionales se agudizan hasta el extremo de desatar tremendas respuestas que involucran la destrucción de Israel (y, por ejemplo, de Damasco ya al fin de la primera guerra). Esta aniquilación de muchos de los propios judíos es vista a la luz del delirio neo-mesiánico, como un colosal Holocausto con que el curso histórico sella el Pacto de la Alianza y le rinde pleitesía. En este sentido, recuérdese que la voz “Holocausto” (literalmente “quemarlo todo” o “cremación total”) es la voz helénica con que los griegos -y luego los judíos helenizados estudiosos del pasado hebreo- habían dado en designar una remota práctica tribal hebrea de dilapidación, quizás de raíz o inspiración cananea (Moloch). Incinerando en sacrificio (sacer facere: “producir lo sagrado”) a numerosas cabezas de ganado y hasta rebaños completos, esos hebreos se re-afirmaban en lo Sagrado y se conciliaban con lo Sagrado. En sus inicios, esta ceremonia había consistido también en sacrificio de miembros tribales, pero se duda de su mantenimiento en el tiempo.

A tenor de todo lo expuesto, se comprenderá, en fin, por qué Norberto Ceresole da en adjetivar el neo-mesianismo judeo-testamentario como “hiperdestructor”.

De nuevo sionismo profano Vs. Neo-mesianismo: algo más sobre “el affaire Rabin”

Tenemos, de un lado, el sionismo secular, donde el “sustento” a la ocupación de Palestina se circunscribe a un conjunto de ideologías modernas: darwinismo social, lucha por el territorio de asentamiento, adaptacionismo, Formalismo Económico alusivo a la contradicción entre “recursos relativamente escasos y limitados” para una demografía global superior con necesidades ilimitadas, “etnocentrismo” occidentalista típicamente colonial clásico, superioridad de judío caucásico “blanco” sobre el “salvaje árabe”, evolucionismo y tránsito hacia las “sociedades estatales o complejas”, nacionalismo y todo el hegelianismo referente a la “auto-objetivación estatal” de “lo nacional” como Estadio supremo de la Historia (“sociedad civil”), etc.

Por contra, a ojos del neo-mesianismo es Dios-Pastor quien promete una tierra a su rebaño, e, igual que hubo conducido a Abraham hacia la tierra de que le había hablado y ordenado llegar (Génesis) -o a los judíos desde la “evasión” de Egipto a Canaan por medio de Moisés y sus “milagrosos poderes”-, ese Pastor supremo conduce a los judíos a través de la historia hasta la recepción final de su Regalo, siempre y cuando estos le profesen rectitud de respeto a la Alianza.

O sea: para el neo-mesianismo teológico, la consecución definitiva y estable de la tierra es un don, que sólo a Jehová corresponde, y que se revelará “cuando toque”, pero con objeto de llegar a ese punto Israel tiene que ir incorporando tendencialmente a sí “la totalidad de Tierra Santa”, para ir a su vez poblándola y judaizándola como requisito previo a La Concesión. Y ningún gobernante ni político de Israel tiene el derecho a devolver tierras, ceder ni prescindir de tierras que ya han sido previamente ganadas en el curso de este itinerario, puesto que la judaización geográfica y política, si se ha ampliado, es por voluntad de Dios.

Solamente desde esta clave diferenciadora puede comprenderse aquello que la prensa servil al sionismo no dudó en llamar pomposamente “el Magnicio de Rabin”; es decir, el atentado mortal que a finales de 1995 sufrió ese viejo cerdo carnicero, ordenador de romper los huesos de las manos a los niños de la intifada palestina. Y es que el sionista Isaac Rabin llevaba años adentrado en negociaciones con “la autoridad” palestina por la remodelación y retirada de varios asentamientos judíos en Cisjordania, así como por modificar tanto el status como la gestión de los llamados “territorios ocupados”. Desde la óptica del sionismo no hay prohibición a procesos como ése, ya que las negociaciones son, en definitiva, tácticas en coherencia con una estrategia de mayor rango. Pueden significar dar pasos atrás para coger fuelle que propulse a dar más largos y firmes pasos hacia delante. El sionismo trata de realizar sus objetivos en atención a los principios tácticos básicos de retirada, oportunidad, redoble ofensivo, acuerdo, etc., en tanto que se trata de una ideología moderna racional-pragmática: el camino más corto puede ser peor, e incluso desviar desastrosamente al artífice. Sin embargo, para el neo-mesianismo creciente en mitad de aquella coyuntura -nacido de una alianza entre rabinos supremacistas y políticos conservadores seculares en consonancia con el mosaico parlamentario de la llamada “derecha religiosa”-, los “gestos” de Rabin a la OLP eran inadmisibles, pues comprometían parte de lo previamente adquirido y por ende irretornable. Los ángeles de la muerte de Rabin recurrieron a un joven fanático probablemente formateado por años de infancia y juventud en una de las numerosas escuelas talmúdicas que en Israel intoxican “desde la base”. Pusieron en su mano la pistola, mientras el supremacismo rabínico sermoneaba a viva voz y por escrito sobre el pasaje torahico en que los israelitas habían pedido a Yahvé-Pastor un Rey equiparable al de las naciones políticas existentes, y su dios les había respondido que lo tendrían siempre y cuando el Rey mismo se sometiera a la “Ley de Dios”, habiendo de ser, cualquier falta, sancionada con castigo colectivo a todas las ovejas de Jehová.

Pero no se piense que los mayores “autores políticos” del que fuera llorado “Magnicidio” por tantos plañideros periodísticos sionistas, eran autores sitos precisamente en Israel; residían y residen, más bien, al otro lado del mar, y algunos entre ellos ni siquiera son judíos, sino que pertenecen al mesianismo sionista dentro de la complejidad que compone al presbiterianismo calvinista. Estos están aliados con los neo-mesiánicos judaicos hegemonistas de dentro y fuera de Israel. Hablo, en lo que ahora sigue, de estos paladines WASP de la “New America” poniendo así fin a este artículo.

PARTE TERCERA

POSFACIO: Un poco en torno al salvacionismo puritano USA y a su “Nueva Alianza”

Con la debacle de rentabilidad capitalista castigando la curva espalda del viejo Imperio a pasos agigantados, a la fracción más agresiva del monopolismo yankie le urgió aupar a un nuevo “comité de administración política” capaz de redoblar el “juego sucio” en el Mundo e ir así convirtiendo al “escenario internacional” en un doblaje real del género Western: aparente “caos”, plomo, miedo, el Sheriff , ¡y “a defender” con vocación la casa y familia del Sheriff respecto de la amenaza!.

Esa no-rentabilidad de la que hablo es un dato a cuya conformación sin duda repercute el hecho de que USA sea un gigante parásito que consume Valor internacional muy por encima del Valor nacional que genera (balanza negativa, déficit comercial, dificultades de valorización empresarial autónoma, recurso a las inyecciones del Estado y consecuente déficit presupuestario…). ¡Pero eso no iba a importar!: las consecuencias de esa línea progresiva descendente en el déficit natural estadounidense iban a ser presumiblemente invertidas y positivizadas gracias a un “país rejuvenecido” que se había atrevido a encontrarse a sí mismo (New America) y hallaba al fin su Vocación, lanzándose a cumplirla (Gendarme Mundial en aras de “la Civilización Occidental”).

La nueva cuadra de cuatreros llega cargada, pues, con un fardo que aloja una mezcla de regeneracionismo nacional interno, abstencionismo social y estímulo al darwinismo, salvacionismo, unilateralidad hegemonista en el trato con el Mundo y en las “incursiones” al mundo, refuerzo de la supremacía militar e incondicionalidad pro-israelí. Doy aquí los puntos maestros de la orientación que Bush, Cheney, Romney, Rumsfeld, Wolfwitz, Bolton, Albright, Rice, etc., protagonizan:

1. Teoría llamada “de la Misión Manifiesta”: Entre varias de las corrientes puritanas dentro del calvinismo evangélico, es territorio común, desde las migraciones WASP que antecedieron el poblamiento de la Costa Este por esos colonos pioners, el pensarse “nuevo Pueblo Elegido” y pensar las colonias “nueva Tierra Prometida”. Las sucesivas migraciones de ultramar hacia América eran leídas como “el nuevo Éxodo” por parte de quienes se veían en estrecha analogía con el antiguo “pueblo de Israel”. Igual que los israelitas habrían huido a Canaan ante la mítica persecución egipcia, de nuevo intercedía la Providencia, esta vez por aquellos presbiterianos y sus ramificaciones internas (baptistas, metodistas, cuáqueros, pietistas…) víctimas de persecución anglicana. A ellos había tocado y distinguido el dios antiguo-testamentario, mostrándoles camino, mar y tierra, del modo en que había guiado la travesía mosaica por el desierto del Sinaí.

Para algunas de estas corrientes presbiterianas (puritanas) y a ojos de algunos de sus exégetas confesionales, Dios hubo desheredado de regentar el Mundo al viejo “Pueblo Elegido”, dado la reiterativa trayectoria hebrea de desobediencias motivadoras de ira celestial, que culminan con la incredulidad hacia Cristo Mesías y con la participación en darle Calvario. De modo que el único Pueblo Elegido predestinado a Supremacía terrenal eran, en fin, ellos, los colonos calvinistas WASP y sus descendientes norteamericanos.

El Destino (leído y explicado en términos de Providencia Divina desde el puritanismo de Bush y consortes) ha puesto a los Estados Unidos bajo la responsabilidad histórica de guardar la “civilización occidental”, asegurar su modo de vida y, dicho más prosaicamente, procurar su solvencia en los Estados Unidos a costa de nuevos giros de tuerca al saqueo imperialista. Salvar a la propia joya de la civilización, y con la joya, a toda ella, exige revisar parcialmente la Doctrina Monroe tan grata a amplios sectores del republicanismo conservador (aislacionismo, blindaje del bastión, “América para los americanos”, ergo concentración imperialista sobre “el patio trasero” latinoamericano…), puesto que “hay que salir a la arena” de la disputa inter-imperialista más agresivamente en todos los territorios y ramas. Esta idea de “auto-proyección hacia afuera” es entendida por la Administración Bush no a modo de indagar en las ententes con imperialismos más o menos subalternos y con potencias emergentes, sino como unilateralidad en la toma de decisiones, en la implementación de procesos y en la cosecha de resultados.

2. Premisa de la “Nueva Alianza”: Debido a incurrimiento en nefasta desobediencia y finalmente en deicidio de Jesús de Nazareth, “Israel” dejó de ser el Pueblo Elegido y aparentemente está condenado por toda la Eternidad. Pero sólo aparentemente…: pues resulta que el supremacismo puritano también sigue y se atiene a las “Profecías”. Y el caso es que “está escrito” que estos condenados serán redimidos (la famosa temática cristiana del “Perdón de los judíos”) por la venida de Cristo Redentor, cuya condición permisiva histórica es ineludiblemente la congregación y asentamiento de los judíos en Tierra Santa tanto como el resurgir y potencia de Israel.

La evolución geopolítica hasta resultar en Armaghedon, y la consecuente venida del Cristo Redentor son dos episodios indispensables dentro de la meta-narrativa mesiánica del presbiterianismo, desembocando en el Juicio Final. Adivinarán los lectores a quién corresponde materializar este requisito de reunión y existencia judaica en Palestina…; sí, al “pueblo” WASP tocado providencialmente con el poder y el arsenal para asegurar este poblamiento. Como en la cabeza de estos neo-elegidos no cabe el Mesías sin judaización previa de Palestina, sellaron una Alianza de mutuo provecho con el neo-mesianismo post-sionista, algo que incumbe a políticos, grupos y corporaciones israelíes institucionalizadas y no, pero que sin duda incumbe en mayor grado al Capital monopolista estadounidense -judío o presbiteriano- que opera con la temática del neo-mesianismo bien por credulidad confesional o bien por cínico interés imperialista.

Repárese en las resonancias de esta premisa, ya que, tanto como Jehová había sellado la arcaica Alianza con Abraham, el calvinismo evangélico y derivaciones “reconocen” en su propia estratégica compenetración con Israel, estar “nada más” que ejecutando fielmente lo que en su trasfondo es Nueva Alianza de Dios con los israelitas, a quienes Dios concede la oportunidad de Redención si convergen con los providenciales WASP.

3. Contract with America: Este re-lanzamiento hacia la aseguración de un posicionamiento mundial concorde a la distintiva Vocación divina que a USA le ha sido reservada, requiere poner en sinergia a las energías poblacionales. La biopolítica debe producir a una legión humana reformada y a la altura del ambicioso proyecto de Estado, que dé la talla tras el reto Hegemonista. En sus sentimientos y ánimos colectivos hay, pues, que fraguar: belicismo, disposición a “austeridades” y “modestias”, cohesión, fervor justiciero, auto-conciencia de encarnar una función especial en el vértice exacto de una civilización mundialista.

De esta última idea se desprende que Bush se presente a campaña electoral mentando un quid pro quo, una mano tendida a la ciudadanía: “Volved a vuestro regazo de Virtudes tradicionales, ahora en erosión y deterioro, pero que ha hecho grande a este país (New America en una acepción “espiritual”, “interior”, “de organismo social civil”), y el Estado fructificará político-económicamente esa Virtud, trayendo prosperidad y preeminencia”. Así, a partir de tal primer sentido de la New America, llegamos a un sentido de carácter objetivo y funcionalista. Esta última acepción de New America es alusiva al ser-en-el-mundo de los estadounidenses, ubicándose “donde les es llamado a estar”, donde pueden estar una vez realizada su Potencia, y por último “donde les corresponde estar” según la función que les ha sido deparada (o según su Misión Manifiesta).

Se percibirá que, en esta secuencia, partiendo de la asunción del Deber ciudadano moral, se le ayuda al Poder y se llega a redondear éste, y a través del Poder se llega dialécticamente al Deber, pero en un sentido “superior” de función meta-histórica.

4. “Nacionalización de la conciencia colectiva”: Los sentimientos poblacionales existen pero están muy “dispersos” e indolentes, de modo que hay que reforzar el orgullo, los vínculos familiares, etc., mediante símbolos y ceremonias. Así, refuerzo del culto a la bandera, dosis de discursos presidenciales a la nación emulando un poco el pretérito “paternalismo” televisivo del que Reagan hiciera gala durante su periodo de neo-conservadurismo, etc. Igualmente, preparación espectacular de “electro-shocks” emocionales colectivos y de ceremonia, en el contexto del duelo a atentados y a pérdidas causadas por “el enemigo exterior” durante las campañas militares USA. Finalmente, preparación mediática de genuinos “minutos y sesiones del Odio” canalizado hacia “el enemigo exterior” consumador de brutales atentados.

5. Regeneracionismo moral y de culto: USA nada sumergida en la vida disoluta y eso hay que atajarlo de raíz enderezando el crecimiento del futuro estadounidense: los niños. Así, lectura de la Biblia en las escuelas. También neo-rigorismo penal en cuestiones sexuales, de “seguridad ciudadana”, de civismo, etc. Refuerzo de la “pedagogía social” televisiva e institucional, relacionada con la responsabilidad familiar, la responsabilidad en el embarazo, voluntariado civil y acción de gracias, etc.

6. Notable transferencia del % de gasto civil “social” hacia el gasto militar y hacia la Administración civil política, asesoría, inteligencia, etc.: Así -y en relación estrecha con las inyecciones de “moralización social” arriba citadas-, el discurso de responsabilidad se nuclea entorno al individuo y a la familia. El primero tiene que “luchar en la vida” por abastecerse de cobertura y protecciones en un “definitivo marco liberal” de oportunidades (Fukuyama). En lo que toca a la familia, forma al individuo recto, lo endereza, vela por él en sus tránsitos de debilidad y lo cuida cuando el individuo no puede ser “auto-suficiente” (o tiene la opción de pagar un geriátrico).

7. Fundamentalismo cultural exportador: “Occidente” es la civilización de los valores de paz, tolerancia, democracia, individuo, libertad, disentimiento, laicismo (¡!), Razón, debate, información… Pero enfrente hay Otros incapaces de entender todo esto -y ni mucho menos de aplicárselo-, quienes proyectan su irreductible odio hacia su antagonismo absoluto, auto-constituyéndose en amenaza. La observancia, la vigilia y la ofensiva contra esta Némesis se revelan indispensables no solamente como antídoto defensivo; se trata de elevar hasta su lugar mundial este ethos que en el fondo es Universal, pero que no puede ser albergado entre los mortales enemigos de su propia Liberación.

Este punto es “curioso” porque, en realidad, tanto las maniobras militares estadounidenses como su cirugía social-ingenieril no han ido impulsando otra cosa que una “islamización” y una homogeneización sectaria y oscurantista, sobre la superficie del “objeto geopolítico de intervención”. Cuando ciertamente este mismo objeto a priori se comporta en política, en filias, en filiaciones, en militancias, en culto y en sociología, según patrones de notable heterogeneidad y diversidad idiosincrásica (aunque va dejando de serlo finalmente).

Esto, que fue así con Bush y no ha variado ahora con Obama, puede pasar por paradójico: Bajo el amparo de lucha contra el islam amenazante que dejado a sus vuelos “nos mete en guerra” y “si no lo permitimos somos nosotros los detonantes”, de manera que no habría forma de escapar al irreductible Choque (Huntington)…, resulta que:

Aquello que se ha venido y se viene haciendo es fundir al Mundo Árabe, persa y centro-asiático dentro del molde de cierto islam reaccionario, dependentista en concepto de inversiones, abstencionista al Desarrollo Soberano y hondamente vende-patrias. ¡Cuando, en efecto, esos territorios no eran a priori eso que se les presumió ser con previedad a ir a convertirlos… en eso mismo de lo que se había alertado a las ciudadanías y opiniones “públicas”!. Primero se genera una imagen disonante a la realidad, para después modelar la nueva realidad con arreglo a la imagen, a través de ciclópeos dispositivos de poder productor de realidad (fabricación de “rebeliones”, contingentes de mercenarios y paramilitares, financiación y cobertura a la reacción teocrática, proyección de propaganda a las poblaciones, campañas militares, imposición de administraciones neo-coloniales nutridas de lugartenientes locales o directamente gestionadas por personal USA, colocación de Gobiernos islamistas con “independencia” formal, etc.). No es éste el tema del artículo que nos ocupa, y por ello me limitaré a nombrar:

Irak: 16.000 estadounidenses “civiles” puestos en el grueso del personal de Estado neo-colonial irakí, y la leyenda “Dios es el más Grande” rezando al centro de la bandera post-invasión.

Argelia: había una junta cívico-militar pro-francesa y, ¡voilá!, las maniobras primaverales USA portan un Gobierno mucho más distante de los militares -peones del Imperialismo galo- y en conjugación con el clero.

Túnez: Gobierno post-primaveral USA marcadamente islamista y que promociona la salida de fronteras de miles de jóvenes armados fanatizados hacia Siria.

Egipto: Gobierno de los Hermanos Musulmanes, auténticos Chambelanes Mayores coloca-zapatillas de Hillary Clinton, y quienes ya tenían con ella todo esbozado conjuntamente desde antes de la “crisis-Mubarak”. Quien quiera mirar, mire la tele. Quien quiera ver, vea.

Libia: bandera colonial retratando a los islamistas gubernamentales en alianza con su alter ego de “liberalismo”/entreguismo económico surgido de entre el “exilio” británico pro-monárquico. La descomposición nacional llama a más descomposición, y en el sur de Libia ya se están desgajando varios micro-territorios, donde los integristas proclaman emiratos “independientes”.

Líbano: diseñados “dirigentes” salahfistas arengando a las jaurías de “islamistas” salahfistas campando terroríficamente por tierra y mar. Pagados -lo sepan ellos con lucidez o no- para ejecutar el plan neo-mesiánico testamentario de involucrar la respuesta de Hezbu-Allah y catalizar los acontecimientos hacia la guerra con Irán, y así rumbo al Apocalipsis bélico mundial.

Siria: Hermandad Musulmana en estrecho tandem con las aspiraciones imperialistas de someter el país a dictadura de importaciones y de inversión de capitales, mientras en el extremo el “islamismo” salahfista prendiendo el país sirve objetivamente a crear la atmósfera acorde al Plan israelí sobre partición pseudo-”étnica” del territorio nacional.

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