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Toñi, Bibiana e Imanol, vecinos de la zona norte de Alicante, se organizan contra el estado de abandono de sus barrios. Miguel Ángel Valero

Navidad en Alicante: albergar el Belén más grande del mundo y parte de los barrios más empobrecidos de España

Colectivos sociales de la zona norte de la ciudad lamentan el estado de abandono de sus barrios en contraste con el despliegue de recursos del Ayuntamiento para las decoraciones navideñas del centro.

Alicante puede presumir de ostentar varios récords: tener el Belén más grande del mundo, lucir la bola de navidad más grande de España, ser la segunda ciudad más sucia de España y albergar al tercer barrio más empobrecido del país. La ciudad ha ocupado este año titulares de medios estatales por la denominada ‘ordenanza de la vergüenza’ —Ordenanza de convivencia cívica en el Término Municipal de Alicante—, un texto aprobado a mediados de febrero de 2022 en el que se recoge un régimen sancionador a personas sin hogar y sobre la que colectivos sociales, ciudadanía y partidos políticos de la oposición —gobierna el PP con el apoyo de Ciudadanos, y la ordenanza salió adelante gracias a la posición favorable de Vox— han mostrado un absoluto rechazo y han intuido la norma como una estrategia para trasladar a las personas sin hogar a las afueras de la ciudad. No en vano, Alicante depende enormemente del turismo.

Existe una gran desigualdad entre municipios alicantinos, pero no solo. Las inequidades son evidentes también en distancias muy cortas: por barrios dentro del mismo municipio. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y la Agencia Tributaria lo confirman. Un reportaje de datos de eldiario.es demostraba cómo en la ciudad de Alicante las zonas con las rentas más bajas se concentran en el área de Juan XXIII, con barrios en los que apenas se alcanzan los 15.000 euros de renta media. Poco más de la mitad (40%) del vecindario de ese área recibe pensión, prestación social o por desempleo. En San Agustín, Los Ángeles, Campoamor, San Blas o Santa Cruz la cosa no mejora (aproximadamente 20.000 euros de renta), y Colonia Requena, también en el norte de la ciudad, se ubica como uno de los barrios más vulnerables no solo del municipio, sino del país. 

Las zonas con las rentas más bajas se concentran en el área de Juan XXIII, con barrios en los que apenas se alcanzan los 15.000 euros de renta media. Poco más de la mitad (40%) del vecindario de ese área recibe pensión, prestación social o por desempleo

La situación reseñada con estos índices contrasta, a juicio de grupos enfocados en la acción social en estos barrios, con las prioridades establecidas por el consistorio. Ya en 2020, el Ayuntamiento de Alicante anunció la implantación de un enorme Belén: alrededor de 18 metros el San José, 10 metros la Virgen, 3,25 metros el Niño Jesús. La obra costó unos 120.000 euros a los que se sumaron cerca de 15.000 para poder presentarse al récord Guiness. Por si fuera poco, este año se han añadido tres reyes magos y seis enormes ángeles repartidos por la ciudad. El presupuesto para cada ángel era de 12.500 euros, el destinado a cada rey, de 35.000 euros.

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Las Mil Viviendas de Alicante Miguel Ángel Valero

Imanol y Bibiana muestran su contrariedad ante este despliegue de medios navideños cuando saben bien que persisten necesidades básicas sin cubrir en una parte de la población. Imanol lleva toda su vida viviendo en las Mil Viviendas y Bibiana es de Colonia Requena. Las Mil Viviendas —oficialmente barrio del Virgen del Carmen— es una de las áreas de Alicante que peor fama tiene: tradicionalmente se ha concebido como un lugar tremendamente inseguro, y la reciente visita del youtuber Zazza el italiano al barrio recreándose en los estereotipos, lamentan Imanol y Bibiana, no ayudó demasiado.

El Belén gigante costó unos 120.000 euros a los que se sumaron cerca de 15.000 para poder presentarse al récord Guiness. Por si fuera poco, este año se han añadido tres reyes magos (35.000 euros cada pieza) y seis enormes ángeles repartidos por la ciudad (12.500 euros cada uno)

Estos jóvenes pertenecen a la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y muestran su rechazo a que el Ayuntamiento de Alicante se haya apropiado de símbolos religiosos —como el Belén— para gastar los fondos públicos en conceptos como la representación del Nacimiento o una bola de más de 12.000 metros de altura y 8.000 luces —que, por cierto, hace unas semanas sufrió un incendió— mientras a escasos metros existen barrios que apenas tienen alumbrado público. “A mí se me caería la cara de vergüenza si viera que hay zonas de mi ciudad como estás viendo y me estuviera gastando tremendo dineral en esas figuras”, resume Bibiana. “Además fue justo en la crisis del coronavirus: ni se habían pasado por aquí y montaron ese tipo de decoraciones. Sentí que se estaban riendo en mi cara. Y la excusa es que ‘ya estaba presupuestado’ antes de la pandemia, pero seguro que se puede adaptar el presupuesto, y en cualquier caso los reyes y los ángeles son nuevos”.

A la hora de defender el proyecto, el Ayuntamiento de Alicante argumenta que albergar el Belén más grande del mundo trae mucho turismo. Este medio ha preguntado al consistorio si tiene algún dato que pueda corroborar esta teoría de manera cuantitativa, hasta el momento sin respuesta. “¿Turismo dónde? Porque por aquí no van a pasar”, expresa Imanol. “Las luces son para que la pobrecita gente que sale de El Corte Inglés salga contenta”, corta Bibiana. “El Belén gigante ni representa los valores cristianos ni me representa a mí como cristiana”.

Barrios sin iluminación

La realidad es que mientras el centro brilla con el iluminado navideño, pasear mientras atardece en las Mil Viviendas evidencia la lógica de las demandas. Apenas unas cuantas farolas de luz amarilla tenue iluminan las calles de este barrio empobrecido. Imanol va repasando algunas de las inversiones necesarias solo en la zona de las Mil Viviendas que argumentan sus exigencias: enormes baches en las aceras, baldosas alzadas en medio de carriles bici, carreteras en pésimo estado, ausencia de árboles, farolas sin funcionar. Resulta significativo que fuera difícil encontrar una farola de luz blanca y lo suficientemente intensa para hacer los retratos que ilustran este texto. “En los últimos años, el estado de abandono es más acusado”, defiende Toñi, vecina de los barrios del norte. “Es como que dan por hecho que a la gente de aquí le gusta vivir así”, añade Bibiana.

“En los últimos años, el estado de abandono es más acusado”, defiende Toñi, vecina de los barrios del norte. “Es como que dan por hecho que a la gente de aquí le gusta vivir así”, añade Bibiana

Recientemente, el Ayuntamiento anunciaba que se habían concedido ayudas a 23 proyectos y cinco asociaciones con las que “promover proyectos culturales, sociales y educativos en la zona norte con las entidades que están trabajando en nuestra ciudad, así como para respaldar iniciativas y proyectos en el barrio del Cementerio y que realizan un trabajo diario excepcional”. En este año, el consistorio también ha hecho alusión a las actuaciones enmarcadas en el Plan Integral Zona Norte, pero a juzgar por los testimonios del vecindario de los barrios y la experiencia de caminar por sus calles, se requieren muchos más recursos en la zona, mucha más constancia en el trabajo y la puesta en marcha de unas políticas sociales que verdaderamente reduzcan los índices de pobreza en esta zona. 

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El vecindario denuncia el mal estado de las calles, con hundimientos y levantamientos Miguel Ángel Valero

Para responder a esta tesitura, los barrios de la zona norte se organizaron y la propia ciudadanía fue la que se puso manos a la obra. Toñi formó parte de esta organización y pertenece a la mesa comunitaria de la zona norte, una iniciativa que, explica, nació con el objetivo de unirse para mejorar los barrios de este área y trabajar en coordinación con el Ayuntamiento. Pero “la cosa se está enfriando”, reconoce. Es difícil sostener un tejido social en una zona como esa, y en general en Alicante. Pero aunque no se está logrando un trabajo de continuidad en la mesa, Toñi y Bibiana —que también pertenece a la mesa— destacan logros positivos, como traer la celebración del tradicional torneo antifascista al barrio o montar un pequeño jardín comunitario en la zona de Requena que a día de hoy perdura en perfecto estado. 

“La realidad de muchas de las familias de estos barrios es que su día a día pasa por salir a la calle, porque si no salen a la calle no comen: buscar chatarra, recoger cartón… Durante el confinamiento no se vio al Ayuntamiento por aquí en ningún momento”

Pero el tejido del barrio va todavía más allá, expone Toñi: “En la pandemia había familias que no tenían nada para comer, y el Ayuntamiento en ningún momento ayudó a habilitar espacios para repartir comida que se iba donando el propio vecindario”. Bibiana subraya la falta de ayuda por parte del consistorio: “Piensa que la realidad de muchas de las familias de estos barrios es que su día a día pasa por salir a la calle, porque si no salen a la calle no comen: buscar chatarra, recoger cartón… No se vio al Ayuntamiento por aquí en ningún momento, si no llega a ser por la gente del barrio, por Cáritas, por las parroquias u otras asociaciones, esa gente, que lo pasó mal, lo hubiera pasado muy mal”. 

Juventud movilizada y estigma desmentido

Imanol hace hincapié en una cuestión: “Los que estamos moviendo esto somos jóvenes”. Se refiere a la organización para canalizar las demandas al consistorio, a la presencia en la mesa comunitaria y a la acción social en el barrio. También son muy activos en la gestión del Economato de la zona norte, que atiende a alrededor de 200 familias al mes proporcionándoles bienes de primera necesidad. “La juventud ha sido muy demonizada durante la pandemia. Nos han acusado de que nos falta conciencia colectiva, que lo tenemos todo y no hacemos nada”, pero este tipo de ejemplos sirven, a juicio del joven de las JOC, para desmentir.

Para Imanol, todavía queda mucho trabajo que hacer, también en la lucha contra el estigma. Los comentarios en el citado vídeo de Zazza el italiano confirman que, a juicios de la sociedad, pasear por el barrio de las Mil Viviendas “parece visitar la franja de Gaza”, como ironiza Bibiana. Los testimonios de los residentes y la propia experiencia en la elaboración de este texto desmienten esta percepción. Por supuesto que hay drogas y peleas, reconocen los entrevistados, pero vuelven a incidir en el abandono institucional.

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Los jóvenes también denuncian el mal estado de los carriles bici Miguel Ángel Valero

“Tampoco hay que olvidar que la pobreza se hereda”, matiza Bibiana. “En el momento en el que abuela, madre e hija sobreviven de la ayuda de parroquias, colectivos o asociaciones, eso es un problema, porque debería ser un parche”, ejemplifica. En 2006, el propio Ayuntamiento publicó un informe detallando la situación de los barrios de la zona norte. En ellos se especificaban aspectos como los altos índices de abandono escolar, el rápido crecimiento demográfico de estas áreas y el consecuente hacinamiento, los altos índices de desempleo y la elevada proporción de usuarios de servicios sociales.

Más allá de la acción externa, en los barrios quedan cuestiones por trabajar entre la propia población. Bibiana reconoce que existe un sentimiento de pertenencia al barrio, mientras para Imanol resulta llamativo que falte sentimiento de pertenencia a la ciudad: “Cuando la gente va al centro, dice que ‘va a Alicante’, ¿es que nosotros no somos de Alicante?”. Sin embargo, a juicio del joven existen aspectos más urgentes: “El tema de fondo, de desarrollar la situación del barrio con algo más macro y luego con el voto, mucha gente más mayor que vota a la derecha en este barrio, no lo hace”, explica Imanol. Por eso las líneas de trabajo van en varios sentidos, siendo enfocarse en la conciencia del propio vecindario del norte y “exigir un trato justo y digno al Ayuntamiento de Alicante” hacia estos barrios los principales. La necesidad de acción es multidimensional, pero la realidad es una: ni el Belén gigante logra ocultar estas enormes desigualdades.

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