Hasta el día de hoy el secretismo de las negociaciones no nos permite hacer pronósticos fiables de las intenciones de los partidos que pretenden, inicialmente, formar gobierno y de aquellos que, supuestamente, podrían facilitar una investidura.
Aunque en materia de laicidad podría asegurarse, sin riesgo a equivocación posible, que ningún avance -de cierto alcance- se prevé a medio plazo: La construcción del Estado laico no está en las agendas políticas.
Ello tiene que ver con una realidad muy tozuda: Una mayoría -muy sustancial- del Congreso está formado por diputadas y diputados (de derechas y centro izquierda) que o desearían aumentar, aun más, el poder de la religión en las instituciones (léase básicamente la corporación católica) o, en su caso, no están dispuestos, por diversidad de razones, a mover absolutamente nada de las actuales relaciones del Estado español con las religiones, basadas en los Acuerdos concordatarios de 1976 y 1979 con la Santa Sede y de los Acuerdos con diversas religiones de 1992.
De los partidos y coaliciones que, de forma más o menos tímida, en sus programas electorales hacen algunas referencias a la laicidad de las instituciones no se espera absolutamente nada, al menos a medio plazo. Tan sólo y en su caso, tratarán de sacar a debate cuestiones relacionadas con algunos derechos, como la eutanasia, etc., aunque ya veremos con qué grado de compromiso.
Recientemente el portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, manifestó que: “En principio, la Iglesia acoge cualquier gobierno que se constituye legalmente, siguiendo los resultados de las elecciones”, para afirmar, a continuación que… “el Estado del Bienestar se encuentra en un momento en que necesita que todos arrimen el hombro, también la Iglesia, por ello no nos parecería una buena noticia que por parte del gobierno hubiese decisiones de exclusión a la hora de participar en la Educación, en la Sanidad, en los servicios sociales, en la acogida de migrantes o en el cuidado de tantas personas que viven y mueren solas en España… Esperamos que el nuevo gobierno establezca los cauces que ya existen e incluso otros nuevos para aumentar nuestro compromiso con la sociedad”. Como se puede observar mensajes muy nítidos y concretos. Y, si me apuran, amenazantes. Lo saben muy bien, con la privatización enfermiza de los Servicios Públicos, el poder de las religiones crece: Mejor coartada imposible.
Que duerman tranquilos los obispos y quienes (de sus entornos) se lucran de la Educación, de los Servicios sociales… y de la caridad… que no va a haber ningún cambio, quizá todo lo contrario.
Para dejarlo bien claro, recientemente la estrenada presidenta del Senado la jueza Pilar Llop (del grupo socialista) en una estampa franquista totalmente berlanguiana ha puesto “150 pobres en la mesa de la alta Cámara”, bajo la tutela del cardenal Osoro y del cura Angel y un batallón de fotógrafos y medios de comunicación. Hecho bochornoso y estúpido.
Pero hay más: La jerarquía de cualquier religión se adapta a todo poder político terrenal. Sólo hay que hacer un riguroso análisis histórico… pero, sobre todo, en lo que va del XXI y en todo el Planeta… su influencia en la Educación, en los Servicios sociales a la comunidad… en la política… se ha multiplicado exponencialmente, ya sean católicos, ortodoxos, evangélicos, musulmanes… o de otra gran diversidad de corporaciones religiosas existentes en todo el Mundo… con el apoyo de la izquierda, la derecha y el centro políticos… revolucionarios y/o conservadores… que abrazan, en cada momento y circunstancia, a los popes de las diversas religiones.
Hemos podido observar, muy recientemente, a Trump, Bolsonaro, Putin, Evo y, ahora, con otra dimensión más potente los nuevos dirigentes de Bolivia, Maduro, López Obrador y su catecismo moral, el nuevo (justicialista) presidente de Argentina, a Daniel Ortega, abandonando la fe católica y abrazando la evangélica, con enorme fuerza: “la Nicaragua de Jesucristo”… O los movimientos políticos en la “laica” Francia, para tratar de desvirtuar la ley de separación Iglesia – Estado de 1905… La lista es enorme. Por no referirnos a los Estados-Religión, muy abundantes todavía.
Y España, con ese furor pluriconfesional que les ha entrado a políticas y políticos de la “nueva ola” y de casi todo “pelaje y color”, no iba a ser menos. Se tienen que auto-reivindicar. ¿Recuerdan la anécdota del político catalán Junqueras apelando a su fe católica en el juicio del Procès?: ¡Conmovedor!
El centro izquierda deja “las puertas abiertas” cuando gobierna y cuando “le toca” gobernar a la derecha… las cruza sin esfuerzo alguno… Que es lo que está pasando en España y en otros muchos lugares.
Por ello, gobierne quien gobierne, en España a las corporaciones religiosas es muy probable que, a lo largo de la próxima década, les irá muy bien, pueden «dormir» a «pierna suelta»… el clero católico y los jefes, pastores, popes, imanes… de otras religiones, como consecuencia de esa nueva moda de huir de la construcción del Estado laico que han emprendido políticos del centro izquierda. En eso la derecha no engaña a nadie.
Quedarán pendientes y sin resolver, una vez más, derogar los Acuerdos concordatarios; la financiación “vergonzante” de la Iglesia católica, vía IRPF y otras múltiples dádivas indirectas; las enormes ventajas fiscales; la acumulación de patrimonio vía “in matriculaciones”; la eliminación de la ley de libertad religiosa de 1980 y el debate de una ley orgánica de libertad de conciencia, en donde, entre otras cuestiones, quede separada la religión de las instituciones del Estado en lo simbólico… Se aparcará sacar la religión de la Enseñanza y la supresión del adoctrinamiento, vía centros subvencionados con fondos públicos. En suma, más de lo mismo.
-“Otros retos políticos prioritarios nos acucian… por qué complicarnos el mandato con este tema…” me dijo un muy alto responsable político e institucional del centro izquierda, no hace tantos años, con el que me unía cierta amistad.
La verdad… hoy si se acumulan múltiples y complejos problemas políticos… y “la casa sin barrer”, valga esta afirmación como metáfora.