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Algunas de las pancartas de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia

Mujeres católicas denuncian “el abuso, el sexismo y el miedo” que sufren dentro de la Iglesia

Un documento entregado en el Vaticano exige “erradicar las teologías que justifican el sexismo y todas las formas de opresión o dominación” machista, además de poner coto a los abusos sexuales y acabar con la “cultura de la supremacía masculina” en las instituciones religiosas

El #MeToo parece haber llegado para quedarse en la Iglesia. Al menos es lo que pretende la ‘Revuelta de mujeres en la Iglesia’, un movimiento global de mujeres católicas que lucha por el fin de la dictadura del patriarcado en una institución que, veinte siglos después de su fundación, sigue siendo gobernada única y exclusivamente por hombres.

La convocatoria del papa Francisco de un Sínodo les da la oportunidad de alzar su voz, mal que les pese a algunas conferencias episcopales, como la española, que borraron de la lista los debates abiertos sobre la ordenación de mujeres, sacerdotes casados o inclusión plena del colectivo LGTBIQ+. La respuesta de la ‘Revuelta’ española es clara: insistir “hasta que la igualdad se haga costumbre”.

Este martes, la Santa Sede ha acogido el grito de las mujeres católicas, a través del documento de síntesis entregado en la Secretaría General del Sínodo por una delegación internacional del Consejo de Mujeres Católicas (CWC), red global que reúne a más de 60 organizaciones católicas de mujeres. En el documento exigen al Vaticano “desenmascarar las ideologías y teologías que justifican erróneamente el sexismo, el racismo, el clasismo y todas las formas de opresión o dominación”, así como lograr que la estructura vaticana reconozca “los vínculos entre el colonialismo, el patriarcado y las estructuras de la Iglesia de hoy, y trabajar para desmantelarlas, para que todos puedan participar con igualdad y alegría en la vida de la Iglesia”.

Para que los sacramentos sean reales y den vida, las iglesias deben ser lugares seguros

Desde marzo a junio del 2022, el CWC coordinó la reflexión, el discernimiento, la oración y la reflexión con mujeres de diferentes contextos. De ahí surge un texto de 18 páginas en el que mujeres católicas denuncian “el abuso de poder, el clericalismo, el sexismo y el miedo” que sufren en el interior de la Iglesia.

Machismo que “conduce a la violencia de género y al abuso”

“A pesar de nuestras diferencias, la plena participación de las mujeres en la Iglesia institucional y en la vida sacramental es el único signo efectivo de que los líderes de ella están comprometidos a construir verdaderamente una Iglesia sinodal”, lamenta el documento, en el que el término más utilizado es “frustración”.

Por la falta de acceso a las instituciones pero, también y sobre todo, por la “cultura de la supremacía masculina” que, en multitud de ocasiones, conduce a “la violencia de género y al abuso sexual y espiritual en la sociedad y en la Iglesia”.

Junto a ello, reclaman “escuchar e incluir a las mujeres no sólo en los procesos de toma de decisiones, sino también en la toma de decisiones propiamente dicha”, y “garantizar que los procesos sean transparentes”.

Al tiempo, reclaman un cambio en los perfiles de los líderes de la comunidad, hasta ahora reservados exclusivamente a los sacerdotes. “La ordenación no es prueba de competencia en todas las áreas” recalcan, incidiendo en que “el abuso de poder y el desequilibrio entre hombres y mujeres se puede evitar a través de un liderazgo colaborativo”.

Defensa de los derechos de todos

El objetivo es “renovar las estructuras de la Iglesia y las leyes canónicas” para “proteger los derechos de todos los miembros de la Iglesia, independientemente de su género o identidad sexual, y no sólo los derechos de los sacerdotes y obispos”. Por ello, insisten, es urgente “erradicar el clericalismo” y aplicar la “tolerancia cero de cualquier forma de abuso”, y “hacer justicia a los supervivientes”. “Para que los sacramentos sean reales y den vida, las iglesias deben ser lugares seguros”, insisten las mujeres católicas.

En definitiva, “crear una estructura y un entorno que permita a la Iglesia convertirse en un líder mundial en la defensa y el modelado de los derechos humanos integrales, en particular aquellos que protegen a las mujeres contra la violencia, el extremismo y los límites a su libertad” y “permitir la plena participación en la vida y el ministerio de la Iglesia de todos aquellos que se identifican como LGBTQI+”.

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