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Moral sin religión

‘Mujeres y Constitución’ es un grupo que hemos formado mujeres interesadas en que las reformas a la Constitución no dejen por fuera a la mitad de la población. Vimos con desánimo la noticia en Telemetro donde se informaba que en el borrador del texto constitucional se había incluido la Paridad, pero no el Estado Laico.

Las excusas que se dieron para excluirlo son inválidas: Que era un tema sensitivo y complejo: Falso. Siempre se ha creído que Panamá es un Estado laico, pero la Constitución es ambigua y contradictoria, porque no lo dice explícitamente y por otro lado privilegia a la religión católica. Desde el preámbulo invoca ‘la protección de Dios’; a pesar de decir que es libre la profesión de todas las religiones, obliga a enseñar la religión católica en las escuelas públicas. Es un ripio decir que la religión católica es la de la mayoría de los panameños —esto no debe aparecer en un texto constitucional. Otra excusa es que el tema había sido presentado por los jóvenes y que no se trajo originalmente: Falso. No sé si también lo presentaron los jóvenes, pero las mujeres lo trajimos a colación desde un principio.

Lo cierto es que el tiempo en que la Iglesia era todopoderosa ya pasó. El texto constitucional quedó congelado en el tiempo, se aleja de la evolución mundial y del avance de la ciencia y la tecnología, es ambiguo y contradictorio y no señala taxativamente que la República de Panamá es un Estado laico. Hay que aprovechar la coyuntura de reformar la Constitución para modernizarla, porque sin Estado laico no hay respeto por los Derechos Humanos ni puede haber una real paridad, porque existe una antipatía histórica por las mujeres en las enseñanzas, la teología y las actitudes de la mayoría de las religiones del mundo.

El término ‘moral cristiana’, que aparece por doquier en el texto, excluye a las demás culturas. ¿Y qué pasó con la moral de los agnósticos, los no-creyentes, budistas, musulmanes, judíos, taoístas, mormones y los que creen en pajaritos que le hablan al oído y en el pecado de las imágenes de caballos apocalípticos? Puede haber moral sin religión, pero no religión sin moral. Y es inmoral que una religión irrespete los Derechos Humanos. Como dice una colega, y la cito porque no se puede decir mejor:

‘La frase ‘moral cristiana’ en textos legislativos es tan inexacta, que queda siendo aplicada caprichosamente a quienes no nos adecuamos a la idea del ‘deber ser’, a quienes nos atrevemos a desafiar el mandato heteronormativo y patriarcal, o a las personas literalmente marginalizadas de la sociedad: a las feministas, a las trabajadoras sexuales, a las personas LGBTI, a las personas que viven con VIH, a extranjeros y extranjeras, a personas con problemas de salud mental y drogodependencia y un largo etcétera de ‘lxs otrxs’.

Bajo su paraguas, se sanciona a quienes el juzgador o juzgadora no le puede ‘cuadrar’ ninguna otra ‘falta’ y por tanto, recurre a este comodín legislativo que sobrepasa cualquier lógica de análisis de caudal probatorio y que tanto espacio para la violencia y la arbitrariedad tipo ‘por mis pistolas’ otorga.

Por otro lado, incluir en un texto constitucional que el comportamiento colectivo debe ser cónsono con un tipo particular de moral (la cristiana) es otorgar mayor reconocimiento (en términos axiológicos) a ésta, en detrimento de otras. Y no hay manera jurídica de que eso se haga, sin discriminar (o crear espacios para la discriminación) a quienes profesan otras religiones o quienes no son creyentes o a quienes simplemente no se pliegan al mandato del deber ser hegemónico.

Además, para tener moral, no se necesita tener religión. A lo que se debería/deberíamos aspirar es a que las personas nos comportemos dentro de ciertos parámetros mínimos: los derechos humanos.

Estoy realmente anonadada que en pleno siglo XXI todavía tengamos que explicar por qué los Estados Laicos son necesarios para las democracias. Como si toda la historia no nos ha demostrado ello ya con creces.’

Las constituciones no deben reflejar principios de ninguna religión, porque esto es lo que garantiza y da validez para toda la ciudadanía de cualquier fe o de ninguna, una verdadera posición laica, que respete de manera efectiva los derechos humanos de toda la población. Y de manera particular, que los intereses y las necesidades de las mujeres sean tomados en cuenta por el Derecho desde una visión más integradora, equitativa, laica y democrática en su significado, aplicación e interpretación.

Haydée Méndez Espino

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