Los militares y las religiones han sido y son los dos mayores males de la Humanidad, y son la causa de millones de muertos a lo largo de la Historia.
Me arrepiento de cualquier mínimo elogio que haya podido dedicar a los militares en todo momento. Los militares suplantan siempre la legalidad y la violentan con las armas, por motivos propios y ajenos a la voluntad popular.
Me arrepiento igualmente de no haber combatido con todas mis fuerzas las creencias y manifestaciones de las diversas religiones, que inevitablemente conducen a fanatismos sumamente peligrosos para la convivencia.
Los militares y las religiones han sido y son los dos mayores males de la Humanidad, y son la causa de millones de muertos a lo largo de la Historia.
Permanecer en silencio ante la tragedia de Egipto instalados en el sopor y descanso de este agosto de infierno es una actitud innoble y descalificadora. No es admisible que los militares maten a 500 personas y el mundo, y nosotros, permanezca indiferente o simplemente exprese su desacuerdo, por cierto, según sus intereses geopolítico y económicos. La realidad es que la Comunidad internacional no hace nada. Por ello se puede decir que el mundo es un fracaso. La muerte y el hambre lo atestiguan. Ninguna de las dos partes tiene razón en Egipto; los anteriores gobernantes no pueden poner su política al servicio de sus deseos religiosos, por mucho que hayan ganado unas elecciones. Y los militares no tienen razón para imponer por la fuerza el orden que el pueblo no les concede.
Hablar de nuestras bagatelas y pequeñas intrigas sobre declaraciones judiciales de elementos políticos constituye una distracción de la realidad del mundo. Debemos, al menos, tomar conciencia de la brutalidad de lo que está ocurriendo en Egipto y sus repercusiones en el mundo árabe, y no dar la menor importancia mediática a la pérdida de tiempo y responsabilidad moral de cospedales y bárcenas varios. Nuestra lucha política y nuestras intrigas son ridículas e infamantes ente el horror de lo que está ocurriendo en Egipto y del que se prevé en este verano de infierno.
Sí, el mundo es un fracaso, y éste es un asunto en el que no nos podemos abstener ni tomar posiciones interesadas. Lo único que cabe preguntarse es ¿con qué legitimidad los militares matan a más 500 personas, en nombre de qué, para qué y apoyados por quién? Nuestra mínima obligación es reflexionar sobre ello y olvidarnos por un día de si el PSOE es izquierda o no. Es lo menos que exige nuestra decencia moral. Aunque no sepamos cuál es la salida, pero sí sepamos que las religiones exacerbadas y los militares son nuestros males en la Historia y en el presente. En el mundo ha habido más de 7.000 guerras, y el miedo ha hecho alejarse de la racionalidad para refugiarse en la religión. No es preciso ser experto en política internacional o pura sociología para comprenderlo.