En estos días hemos conocido que el Gobierno quiere dejar sin desclasificar algunos temas históricos de interés general, entre los que se encuentra el 23F, los GAL y métodos operativos secretos de la Policía. Cuando queden desclasificados los documentos, algunos habremos muerto y mis nietos ni sabrán de qué hablaba el abuelo. Pero son más los temas ocurridos en España, protagonizados por militares, que por el bien de la patria (la suya), quienes traicionaron el espíritu del propio término, por sus intereses.
En España han sido frecuentes los levantamientos militares. Durante el siglo XIX, se produjeron cerca de doscientos pronunciamientos o intentos de golpes de estado, encaminados a cambiar por la fuerza a reyes, presidentes de gobierno, regentes y regímenes políticos; para salvar a la nación, la patria o el rey. Algunos acontecimientos conocidos, entre otros, fueron: la Vicalvarada (1854), el Golpe de Pavía (1874), la Revolución Gloriosa (1868) o el Motín de la Granja (1836). Acontecimientos golpistas, cuya semilla nos llegó al siglo XXI. La mayoría de ellos y algunos más de los que hablaremos, están en la memoria de la historia, y se ejecutaron contra el poder establecido, el poder popular y la democracia.
Vivimos en un país de secretos. La Ley sobre secretos oficiales, procede del franquismo (vigente desde el 26 de abril de 1968), con algunos retoques establecidos en 1978 antes de aprobarse la Constitución. El Congreso de los Diputados aprobó una iniciativa para fijar un periodo de desclasificación automática (25 años para materias secretas y 10 para las reservadas), atribuyendo al Consejo de Ministros la facultad de clasificación. Actualmente, el Congreso lleva siete años bloqueando la reforma de una ley franquista que impide arrojar luz sobre el 23 de Febrero de 1981.
El Pleno del Congreso aprobó en Junio pasado una proposición no de ley pactada entre el PSOE, Unidas Podemos y los independentistas que insta al Gobierno a modificar la Ley de Secretos Oficiales para poder desclasificar, conforme a lo que establezca la nueva norma, los documentos escritos, sonoros o de vídeo relativos al golpe de Estado del 23F. Fue rechazada por PP, Vox y Ciudadanos. El Gobierno, parece, que no está muy de acuerdo. Volveremos sobre el tema.
La Revolución de 1854, se inició con el enfrentamiento entre las tropas sublevadas al mando del general O’Donnell y las tropas gubernamentales en las cercanías del pueblo madrileño de Vicálvaro. Fue un pronunciamiento militar seguido de una insurrección popular, durante el reinado de Isabel II. La reina llamó al general Espartero para que formara Gobierno, quién exigió la convocatoria de Cortes Constituyentes y que la reina madre María Cristina respondiese de las acusaciones de corrupción y que Isabel publicase un manifiesto reconociendo los errores cometidos. “El nombramiento del esforzado duque de la Victoria (Espartero) para presidente del consejo de ministros y mi completa adhesión a sus ideas, dirigidas a la felicidad común, serán la prenda más segura del cumplimiento de vuestras aspiraciones”.
En la madrugada del 3 de enero de 1874, el Gobierno de Castelar perdió una moción de confianza por 110 votos contra 101. Fue el momento elegido por el general Pavía para iniciar el movimiento de tropas hacia el palacio de las Cortes en la carrera de San Jerónimo: dos compañías de la guardia civil, dos de infantería y una batería de montaña. A las siete de la mañana las Cortes elegían el nuevo poder ejecutivo, entre dos candidatos: Castelar o el republicano Eduardo Palanca. El escrutinio quedó interrumpido cuando el presidente de la Cámara, Salmerón, anunció: “Señores diputados, hace pocos minutos que he recibido un recado del capitán general, para decir que se desaloje el salón en un término perentorio”. La ocupación militar de los puntos neurálgicos de la ciudad de Madrid completó el golpe. Dice Pérez Galdós: “En las calles no advertí el menor síntoma de inquietud ni emoción y todo el mundo en las ocupaciones habituales de cada día”.
El 30 de septiembre de 1868, la reina Isabel II abandonaba España para no volver nunca. En 1866, varios políticos liberales y progresistas descontentos con la situación se reunieron en la ciudad belga de Ostende para trazar un plan que derrocara al Gobierno. El acuerdo hablaba de “destruir lo existente en las altas esferas del poder” y nombrar “una asamblea constituyente, bajo la dirección de un Gobierno provisional”. La revuelta se llevó a cabo en septiembre, aprovechando que la reina se encontraba de vacaciones en San Sebastián. La rebelión había triunfado y el 8 de octubre se formó un gobierno provisional del que eran cabezas visibles Prim y Serrano. Sin embargo, la crisis política estaba lejos de terminar. Unos deseaban el retorno de la reina bajo un nuevo régimen de monarquía parlamentaria; Topete era un partidario de ella, otros querían sustituir a la reina por otro rey Borbón, y había quienes optaban por proclamar una república.
El 12 de agosto de 1836 tuvo lugar un hecho relevante: la rebelión de los sargentos contra la Reina Regente María Cristina; más conocido como el Motín de la Granja. La Regente se encontraba de veraneo en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, cuando un grupo de sargentos del 2º Regimiento de la Guardia Real, después de entrar en los aposentos reales, amenazaron a la regente con matar a su amante (Muñoz). Exigieron restaurar la constitución de 1818, y derogar el Estatuto Real de 1834. La reina Gobernadora, se sintió presa de su propia guardia personal. Sin dudarlo capituló y dictó un Real Decreto en el que ordenó la publicación de la Constitución de 1812. Fueron reunidas rápidamente las Cortes para ratificar dicho decreto. Al día siguiente, es nombrado Presidente del Consejo el progresista liberal José María Calatrava.
El primer golpe militar, contra el sistema establecido del siglo XX, lo ejecuta el general Primo de Rivera en 1923, con el beneplácito del rey Alfonso XIII. Otros golpes fueron: en 1930, la Sublevación de Jaca; en 1932, La Sanjurjada; en 1936, el golpe de estado fascista contra del Gobierno de la República, que dio inicio a la Guerra en España y a una dictadura que duró demasiado tiempo; y en 1981, el 23F.
El 12 de diciembre de 1930 Jaca amaneció republicana. La guarnición militar del Cuartel de la Victoria, con los capitanes Fermín Galán y García Hernández al mando, se sublevó contra la Monarquia de Alfonso XIII. La bandera republicana se alzó en el balcón del Ayuntamiento de Jaca en esa misma mañana. La sublevación fue sofocada y la dictadura (dictablanda) del general Berenguer, el 14 de diciembre, en un Consejo de Guerra condenó a morir fusilados a los capitanes Galán y García Hernández. Los efectos de la sublevación se dejaron sentir en la proclamación de la Segunda República Española cuatro meses después.
El 10 de agosto de 1932, liderado desde Sevilla por el general Sanjurjo, una fracción del Ejército español dio un golpe de Estado, que fracasó prácticamente desde el comienzo. Constituyó el primer levantamiento de las Fuerzas Armadas contra la República desde su instauración en 1931, y su fracaso convenció erróneamente a muchos políticos republicanos de que el peligro de las conspiraciones había pasado y la aceptación de la República era definitiva.
España 1936. Desde el mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular, oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación militar. En la calle estaba cantado, en los despachos era conocido y los cuarteles y centros sociales de la derecha eran hervideros de conspiradores. La conspiración militar para desencadenar un golpe de fuerza que derribara al gobierno, se puso en marcha nada más formarse el gobierno de Azaña. Al Gobierno le llegaron, por diversas fuentes, noticias sobre lo que se estaba tramando; exceso de confianza, erróneas valoraciones políticas, falta de ánimo y valor para abordar la situación, nos llevaron a la tragedia. El verdadero sentido de la rebelión era políticamente anticonstitucional; socialmente conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical; ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista y moralmente inhumano.
De salvadores de la patria España está cargadita. Algunos hechos se han producido en fechas no tan lejanas. El 23 de febrero de 1981 fue el último golpe de Estado conocido y que hoy sigue siendo un tema clasificado como secreto de Estado. Fue perpetrado por mandos militares, guardias civiles y una trama ideológica de la derecha reaccionaria sin identificar, que hicieron coincidir las distintas tramas golpistas que operaban desde el inicio de la Transición.
Los problemas derivados de la crisis económica, las dificultades para articular una nueva organización territorial del Estado, las acciones terroristas de ETA y la resistencia de ciertos sectores del ejército a aceptar un sistema democrático, fueron causas suficientes para la aventura, protagonizada por un teniente coronel que secuestró al Gobierno y a los diputados en el Congreso. Como buitres premonitorios, tertulianos, columnistas y políticos de distinto signo, propugnaban un “golpe de timón” para instaurar un “gobierno de gestión o de salvación nacional”. ¿Les suenan este ruido?
Todos conocían de las operaciones en fase de maduración para torcer el curso de los acontecimientos políticos; pero el día D y en la hora H, el elefante blanco no llegó, se ocultó o llegó tarde. La terquedad del teniente coronel Tejero, al sentirse traicionado, impidió que el general Armada asumiera el papel de jefe del Gobierno a las órdenes del Rey y dio al traste con el golpe de Estado.
Decía que España es un país de secretos. La vigente ley franquista de secretos oficiales impide acceder a los documentos que esclarecerían los hechos que rodearon el golpe de Estado de aquel 23 de febrero de 1981. Ahora el Gobierno prepara un proyecto de ley que garantice una mayor transparencia, solo queda por saber si será aprobado antes de que agote la legislatura.
Hoy como ayer hay que estar alerta sobre los movimientos de los salvapatrias y tomar medidas urgentes contra los golpistas, que ya sabemos que no son de salón. Conocemos la partitura de los sables, la letra y la música; también sus consecuencias. Las efemérides son una forma de hacer memoria. Hay un denominador común en todos los golpes y pronunciamiento militares: los militares traidores y los borbones.