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Ejecución de brujas.Getty Images

Michael Bailey, experto en historia de brujas: «Las juzgaban como hechiceras, no como mujeres»

El sombrío fenómeno histórico se cobró unas 60.000 víctimas en las hogueras del continente europeo.

El historiador americano y referente mundial sobre la historia de la magia, la brujería y la superstición Michael Bailey no cree que las muertes causadas por las cazas de brujas fueran feminicidios, ya que argumenta que «juzgaban a las personas como hechiceras y no como mujeres».

Michael Bailey es profesor de la Universidad de Iowa (EE.UU.) e investiga el sombrío fenómeno histórico que, entre los siglos XV y XVIII, se cobró unas 60.000 víctimas en las hogueras del continente europeo.

El experto, que ha visitado recientemente Barcelona con motivo de la celebración del primer congreso internacional sobre los orígenes de la cacería de brujas en Europa, señala en una entrevista que nuestra percepción cultural de estos personajes mágicos está «sesgada en muchos sentidos».

En primer lugar, se refiere a la creencia -aunque no la considera del todo desencaminada- de que todas las brujas fueron mujeres: «La mayoría lo fueron, pero, de media, alrededor del 25 % de los ejecutados por brujería en Europa fueron hombres», apunta. Otros expertos sitúan la cifra entrono al 30 %.

«No existía una sola característica absoluta que siempre hiciera a alguien una bruja», pero existe una asunción general de que la mayoría de las personas acusadas fueron curadoras practicando «magia» de alguna manera en su entorno, sostiene el experto.

«Eran personas útiles para sus comunidades, a las que la gente acudía cuando enfermaban; pero también eran vistas como figuras peligrosas«, añade Bailey, que habla de cómo el supuesto poder que utilizaban era percibido como una inquietante amenaza, al ser accesible solo para unos pocos.

Las mujeres, históricamente más marginales

Entonces, si, como dice el historiador, la cacería de brujas no estaba «exclusivamente motivada por un sentimiento misógino», ¿por qué el 75 % de las víctimas mortales de esta persecución fueron mujeres? Para explicar estos datos, señala otra preconcepción habitual, que confiesa encontrar con frecuencia entre sus alumnos: pensar que la acusación de brujería significaba ser ejecutado de manera automática.

Aunque esto pudo llegar a ser así en ciertos sitios donde la caza dejó unos porcentajes de convictos ejecutados entre el 95 % y el 98 %, los historiadores sitúan la media europea entorno al 50 %. «Aproximadamente la mitad de las personas que eran acusadas y llevadas a juicio como brujas acababan siendo liberadas», subraya.

El profesor confirma que podían defenderse y casi siempre disponían del derecho legal a hacerlo, pero recalca que «las brujas acusadas eran pobres y marginales, por lo que generalmente no tenían los recursos para defenderse»; al contrario que las personas relativamente poderosas o con aliados políticos.

De todas formas, reconoce que la realidad -tanto por aquel entonces como en nuestros días- es que «las mujeres siempre han sido ligeramente más marginales en sus comunidades», sin importar sus condiciones: «Una mujer joven y adinerada seguía siendo menos poderosa que un hombre en su misma situación», remarca Bailey.

Así, la suma del hecho de que fueran mujeres siempre las convertía en más propensas a ser acusadas, condenadas y, finalmente, asesinadas. Sin embargo, el profesor niega que estas ejecuciones durante la Europa medieval fueran estrictamente feminicidios, porque, si bien queda demostrado que la mayoría de las víctimas eran mujeres, «se les perseguía por brujería y no por su sexo», defiende.

«No hay nada inherente en el proceso o la idea de la caza de brujas que ataque directamente a las mujeres por serlo», añade el experto, aunque atribuye el «sitio generacional» que estas se ven forzadas a ocupar por ser la población diana de estas persecuciones. La misoginia que esconde la caza de brujas, por lo tanto, no se manifiesta de manera directa, sino que es más bien una cuestión estructural, de fondo.

Recordar para «entender nuestro propio pasado»

Aunque estos eventos tuvieron lugar siglos atrás, debemos seguir hablando de ellos porque «aún ocurren en algunos sitios del mundo, como en ciertas partes de África o del sur de Asia«, según Bailey. En términos del mundo occidental, recordarlo es un ejercicio que nos tiene que servir también para «entender nuestro propio pasado», ya que los juicios por brujería mataron a miles de personas; pero también por lo que escondían estas acusaciones.

Las condiciones casi siempre son las mismas: existen personas o prácticas con las que se ha convivido sin conflictos durante mucho tiempo, hasta que dos culturas opuestas se encuentran o sucede algo que provoca una preocupación social y «eleva» el problema a la creación de leyes para atacar a dicha gente. La memoria histórica nos puede ayudar a «entender qué es lo que cambia en una sociedad cuando algo que no era un problema previamente de repente se convierte en la razón por la cual las personas poderosas ejecutan a la gente», propone el profesor.

Es algo que vivimos frecuentemente, pone el ejemplo de la inmigración: «Siempre ha existido y, aunque siempre hay pequeñas discusiones, no es un problema de fondo», pero de repente sucede algo; ya sea un cambio en las condiciones sociales, económicas, o incluso en el liderazgo.

Además, Bailey defiende que el reconocimiento institucional de estas víctimas, como llevó a cabo el Parlament de Cataluña en 2022, «es igual de importante que cualquier otro tipo de reconocimiento por parte de un gobierno o autoridad que hizo algo mal en el pasado y ahora quiere, como mínimo, admitirlo».

Sin embargo, también reconoce que esto sucedió hace mucho tiempo y que es probable que existan cosas más recientes con más peso actualmente, además de que es más fácil para las instituciones reconocer un error que cometieron hace unos seis siglos.

El especialista americano en historia de las brujas considera que «cuanto más nos acerquemos a entender estas dinámicas relacionadas con la cacería de brujas, más las entenderemos en relación con las cosas que siguen vigentes en el presente». «En lugar de lamentarnos siglos después de que hicimos algo mal, tenemos en nuestras manos el poder de cambiar ligeramente el curso de las cosas ahora», concluye.

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