Conferencia en el Congreso internacional de Pastoral urbana, celebrado en Ciudad de México
“San Antón es una isla de misericordia, con sus puertas siempre abiertas, un auténtico hospital de campaña”
“Las parroquias tienen que ser como las familias, casas donde no se les pongan trabas a la gente: ni a una madre soltera que quiere bautizar a su niño ni a un pareja gay que quiere que Dios les bendiga y el cura rece por ellos”
“Para mí, la Pastoral Urbana es llegar al corazón frío de las ciudades a través del amor”
“San Antón es una iglesia cuyos destinatarios son los excluidos del sistema, los que buscan y no encuentran, os alejados de Dios y de la Iglesia por las razones que sean”
Invitado especial, el Padre Ángel, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, se convirtió en una de las ‘estrellas’ del Congreso internacional de Pastoral Urbana, que se está celebrando en el seminario conciliar de la arquidiócesis de México. Primero, porque el cura español es muy conocido en este país, donde tiene más de diez obras corporativas de atención a lo smás pobres. Y, segundo, porque el oasis madrileño de la parroquia de San Antón y su estructura llaman la atención. Todavía más en el contesto de un Congreso que anda a la búsqueda de ese nuevo estilo de parroquia para una Iglesia en salida, sinodal y samaritana.
Tras proyectar un video con la descripción de las principales características de la famosa iglesia madrileña, el Padre Ángel confesó que “era un sueño”, que acariciaba desde joven y que tuvo que esperar a los 70 y pico, para poder verlo cumplido. Por eso, agradeció a los organizadores que le hubiesen invitado a hablar “de uno de los proyectos más bonitos de mi vida”.
Comenzó describiendo el entorno de la parroquia: “La iglesia se encuentra en un lugar muy céntrico de la ciudad de Madrid, en un barrio vanguardista y juvenil” y en el corazón de una ciudad donde se masca la soledad no deseada.
En este contexto, en poco tiempo, San Antón se convirtió en “una isla de misericordia, con sus puertas siempre abiertas, un auténtico hospital de campaña, como nos pide el Papa”. Siguiendo su estela, el Padre Ángel que “las parroquias tienen que ser como las familias, casas donde no se les pongan trabas a la gente: ni a una madre soltera que quiere bautizar a su niño ni a un pareja gay que quiere que Dios les bendiga y el cura rece por ellos. La Iglesia no debería discriminar a nadie ni pedir carnets, si realmente quiere ser madre”.
Para eso surgió surgió el proyecto de la Iglesia de San Antón: “una parroquia siempre abierta, un centro social, un lugar de acogida, de encuentro entre hermanos, de verdadera comunidad”. Y siempre abierta, porque “llegar a una iglesia y encontrarte las puertas cerradas es todo lo contrario de lo que Jesús nos pide. Dios está deseando salir al encuentro de las personas, pero, si cerramos las puertas de las iglesias por miedo a los que puedan entrar, estamos renunciando al mandato del Evangelio: Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio”.
A su juicio, “necesitamos parroquias flexibles, donde los curas no se sientan propietarios de los fieles”. Más aún, el sacerdote español abogó por parroquias “personales” en las grandes empresas, en los campos de fútbol o en los grandes centros comerciales.
Consciente de que la tarea no es fácil, el Padre Ángel proclamó: “No podemos desanimarnos, hay que seguir apostando por abrir las puertas y dejar que entre aire fresco por las ventanas de nuestras iglesias. Si no, tendremos unos templos preciosos, limpios y ordenados… pero vacíos. No habrá vida dentro de nuestros templos. Serán puros museos”.
Como dice el Papa, “yo también prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”.
Para el fundador de Mensajeros de la Paz, “éste debería ser el texto programático de la pastoral urbana: iglesias abiertas con el centro puesto en los que más nos necesitan. Para mí, la Pastoral Urbana es llegar al corazón frío de las ciudades a través del amor; es el compromiso de no dejar las ciudades solas y sobre todo que no haya personas invisibles, que todas las personas tengan nombres y apellidos. Y que sepan que hay un sitio abierto de una manera especial, para escuchar a cualquiera que lo necesite, para tomar un café caliente o un simple vaso de agua”.
Y el sueño comenzó a fraguarse a partir de 2015. “A día de hoy, San Antón pretende ser una iglesia que se sitúe en el corazón frío de una gran ciudad como es Madrid, y lo haga más cálido, más humano y más cercano, sin disociar lo espiritual de lo humano. Cualquiera que entre en nuestra iglesia tendrá una mano tendida y las puertas abiertas; y los primeros siempre serán los pobres y los olvidados”.
Y la verdad es que, con el paso de los años, el Padre Ángel ha conseguido que San Antón sea “una iglesia cuyos destinatarios son los excluidos del sistema, los que buscan y no encuentran, os alejados de Dios y de la Iglesia por las razones que sean, los que quieren silencio y oración, los heridos de la vida, los que están solos, los que buscan consuelo o los que sueñan con un mundo mejor”.