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[México] El Apóstol Pervertido de Jesucristo

Creo que Marx se equivocó al decir que la religión es el opio del pueblo. Si vemos la actitud de aflicción de los fieles de la Luz del Mundo ante la sentencia contra Joaquín Merarí Naasón García, su líder, acusado de 36 delitos entre los que se encuentra el de pornografía infantil, tráfico de personas y violación de menores, la religión no es el opio sino más bien el placebo del pueblo.

No critico la fe, que es muy válida. Desde siempre la humanidad ha tenido la necesidad de creer en algo, en un ser superior que lo controla todo. Sin embargo, en el caso de los seguidores de Naasón García hay un fanatismo que desemboca en pobreza espiritual. No creo que pueda llamarse de otra forma el hecho de compungirse por un criminal que confesó ser culpable de cometer actos lascivos en contra de una niña y haber forzado a dos menores de 18 años a tener sexo oral con él.

Le pregunto a cualquier feligrés de la Luz del Mundo: ¿hubieras creído en la inocencia de Joaquín Merarí si no se tratara del líder de tu secta religiosa? Si no creyeras que es el “Apóstol de Jesucristo”, ¿hubieras metido las manos al fuego por él a pesar de que confesó haber violado a una niña?

A todo esto, hay que saber que Naasón y sus abogados pudieron haber sobornado al fiscal que llevaba el caso, quien supuestamente le propuso el acuerdo de aceptar su culpabilidad en los crímenes mencionados a cambio de recibir una buena sentencia, que es la de pasar 16 años y ocho meses en prisión con la posibilidad de salir libre en 10, ya que de lo contrario, si se demostraba que era culpable de los otros delitos que se le imputaban, pudo ser condenado a pasar el resto de su vida tras las rejas.

EL TESTIMONIO

Déjeme expresarle que por más que intento no entiendo el porqué de tanta ceguera en torno a Naasón. Sus fieles lloraron cuando supieron que había sido sentenciado. Sintieron pena por él y no por las víctimas. Vaya, este columnista supo que los fieles que radican en Tuxtla Gutiérrez estuvieron orando por él, por su libertad, desde el día que fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles, el 4 de junio de 2019.

Un amigo me contó que hubo una gran tristeza en los templos de la Luz del Mundo. ¿Por qué? ¿Acaso no fueron suficientes los testimonios de Sochil Martin, la primera que denunció a Naasón García por las monstruosidades que cometió en contra de muchos menores?

Las primeras declaraciones de Sochil ante la pírrica sentencia en contra de Naasón fueron, y cito: “Creo que es un acto cobarde de Naasón, todo por tratar de esconder quién es su verdadera personalidad ante la sociedad y el peligro que él representa para la sociedad, abusó, violó, drogó, extorsionó, traficó con estas niñas y a mí también”.

Asimismo, dijo: “Lo denuncié esencialmente… por la manera en que él abusaba de estas mujeres, de estas niñas, era algo atroz y las autoridades tenían que saber lo que pasaba en la organización”.

Sochil Martin denunció a Joaquín Merarí en Estados Unidos por el temor de lo que éste pudiera hacerle en México, donde tiene un gran poder e influencia.

Sochil nació en California y fue criada en La Hermosa Provincia, donde está la sede de la Luz del Mundo, en la ciudad de Guadalajara. Ahí, cuando era menor de edad, fue “elegida” como parte de un grupo élite para servir en aquel entonces a Samuel Joaquín Flores, padre de Naasón, como parte del séquito de servidoras del autonombrado “Apóstol de Jesucristo”, quien falleció el 8 de diciembre de 2014.

Cuenta que fue una sirviente sexual para el líder religioso. Fue su tía quien la presentó ante Samuel Joaquín cuando apenas tenía nueve años y era obligada a participar en bailes eróticos. Así estuvo durante cuatro años, bailando de manera privada para Samuel, “acariciándolo como la habían entrenado y permitiendo que él la tocara como quisiera” (sic).

Cuando ella tenía 16, Naasón asumió el liderazgo de la iglesia del Este de Los Ángeles. Fue entonces que comenzó a trabajar para él. Primero como productora de la programación radial de la estación de la misma iglesia. Trabajaba durante 40 horas a la semana y sin recibir ningún pago.

Desde ese momento, Naasón empezó a abusar de ella con tocamientos en su oficina privada. Para cuando cumplió 20, comenzó a obligarla a tener relaciones sexuales con él. Así fue hasta sus 21 años, cuando se escapó para irse a vivir con sus hermanos, que no pertenecían al mismo culto. Pero fue presionada a volver a la iglesia y los abusos sexuales fueron incluso más agresivos que antes. “Las violaciones eran vistas como salvaciones”, cuenta Martin.

En 2015, ya casada con un miembro de la iglesia elegido por Naasón García, éste la convirtió en reclutadora de niños y jóvenes para satisfacer sus apetencias sexuales. “Fue el peor año de mi vida”, relata Sochil.

En la demanda que presentó ante la Fiscalía de California, Sochil describió que el citado líder de la secta pedía a las reclutadoras fotografías de los niños en ropa interior y una vez que lo aprobaba, los menores eran presentados ante él. No es todo. Asegura que miembros del consejo de obispos y algunas de sus esposas participaban también en el llamado “reclutamiento” y a cambio eran premiados con ministerios o cargos en mejores sedes de la iglesia o les obsequiaba carteras y joyería de altísimo valor.

¡OH, APÓSTOL DE JESUCRISTO!

Imposible no indignarse ante estos testimonios. ¿Cuántas niñas, cuántos niños, cuántos adolescentes y jóvenes pasaron por el mismo infierno de Sochil? ¿Cuántos de ellos recibieron tocamientos indebidos por el supuesto Apóstol de Jesucristo, cuántos más fueron violados, cuántos más fueron obligados a trabajar como esclavos? ¿Cuántos perdieron su inocencia frente a este monstruo?

Una historia similar es la de Moisés Padilla, quien fue el primero en denunciar los abusos cometidos por la Luz del Mundo. Lo hizo por televisión abierta por allá de los años noventa. Narró que por varios años fue víctima sexual de Samuel Joaquín Flores, y después de haber dado a conocer su caso fue secuestrado por un grupo de hombres vestidos como policías judiciales, que lo llevaron a las afueras de Guadalajara.

Le vendaron los ojos, dijo. Lo desnudaron, lo amarraron de pies y manos y terminaron por apuñalarlo hasta en 68 ocasiones, ocasionándole múltiples heridas en la espalda, nuca y tórax. Se salvó de puro milagro y tuvo que huir del país ante nuevas amenazas de muerte.

Con todo ello, la gente sigue creyendo que Naasón, el padre de éste y el abuelo, Eusebio Joaquín González, fundador de la iglesia y también acusado de los mismos delitos, son y fueron los “enviados de Dios”.

Marx se equivocó al decir que la religión es el opio del pueblo, porque es el placebo del pueblo, ya que doctrinas como la de la Luz del Mundo ha demostrado ser capaz de influir en la cognición, las emociones y en los procesos psicológicos de las personas. Sólo así me es posible entender por qué lloraron cuando Joaquín Naasón García fue sentenciado a 16 años de cárcel.

Increíble, pero así son las cosas. Si a finales de los setentas más de novecientas personas fueron capaces de seguir por fe a un supuesto líder religioso (Jim Jones) que los motivó a realizar un suicidio colectivo, por qué otros no deberían creer que un violador de niños es el enviado de Dios.

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