En contraste con la sangría de creyentes, la institución convierte las aulas en su bastión y mantiene su proverbial capacidad para imponerse en la negociación política
Cuando León XIV mire a España, ¿qué verá? Una paradoja. Por un lado, una sociedad en galopante descatolización. Por otro, una Iglesia que, pese a la sangría de fieles, disfruta de una posición de gran influencia, ahora sobre todo en el terreno educativo, y que mantiene su proverbial capacidad de salir ganando de las negociaciones políticas, virtud nuevamente probada durante el papado de Francisco.