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“Me reuní con Bergoglio con una premisa: que no mataran a nadie”: Juan Pablo Gallego, el abogado que consiguió 15 años de condena para un sacerdote pederasta

Hablamos con el abogado argentino que logró una condena histórica contra uno de los hombres más poderosos del país, el padre Julio Grassi

Madrid

Hay un nombre que el padre Julio Grassi no va a olvidar nunca: Juan Pablo Gallego. Así se llama el abogado que consiguió una condena ejemplar e histórica en Argentina. El padre Grassi pasó de ser una de las personas más poderosas del país, a cumplir 15 años de prisión por abusos sexuales y corrupción de menores. La treintena de despachos de abogados que contrató el sacerdote no pudo con el minucioso trabajo de este abogado, que se prestó a defender a los jóvenes que denunciaron los abusos. Grassi no era un sacerdote cualquiera, era un ícono popular. Había fundado ‘Los niños felices’, una entidad que llegó a dar techo y comida a seis mil niños de la calle en Argentina. El abogado Juan Pablo Gallego está ya en España para colaborar con el despacho Cremades-Calvo Sotelo, el bufete de abogados que ha recibido el encargo de la Iglesia española para investigar el alcance y la magnitud de los abusos sexuales en el ámbito eclesiástico.

Un sacerdote que se había convertido en una de las personas más poderosas del país

-“El padre Julio Grassi era una de las tres o cuatro personas más poderosas de Argentina, sin tener mayor jerarquía eclesiástica. Lo era en términos de poder económico, político y mediático. Era una persona que estaba invitado a las juras presidenciales, detentaba un poder enorme, que ni siquiera tenía entonces el respetado cardenal Bergoglio, futuro Papa. Lo veíamos como un cura que ayudaba a los niños de la calle. Su fundación ‘Felices Los Niños’ llegó a atender entre cinco y seis mil niños”

-“En 2002, un programa de televisión presenta a dos víctimas concretas contando los abusos sexuales que vivieron. Tras la emisión del programa se ordena su detención, le avisan y le ayudan a escaparse y él se oculta en el maletero de un vehículo. Se mantiene prófugo durante horas y nombra para su defensa a los treinta despachos de abogados más importantes de la Argentina. Ningún empresario o político contrató a tantos despachos para defenderse. Yo asumí ese reto peleando con abogados que amenazaban a jueces y fiscales. Mi trabajo fue el de “evangelizar” con la convicción de la verdad”

-“Había abusos de toda índole. Había situaciones en las que él actuaba de una forma mucho más activa, de acuerdo al perfil de víctima y en otras de forma más pasiva, en función de la víctima. Él recogía a niños de la calle, con las mayores carencias afectivas, familiares y económicas. ¿Quién no quería que este señor fuera su padre y su protector? Él hacía como una suerte de selección entre los niños de 13 y 15 años. Cuando el juez fue a la fundación verificó que tenía montada una suite nupcial, algo impropio de un religioso y un célibe, con niños por aquí y allá”

La respuesta del Estado y la Iglesia

-“Yo me cité con el cardenal Bergoglio. Básicamente yo tenía una única premisa en esa reunión: “que no mataran a nadie”. Ese riesgo existía porque cuando aparezco en escena y se ve que los niños tenían representación, empezaron a sufrir amenazas. Incluso con armas de fuego. Bergoglio puso el Arzobispado a mi disposición y varios de sus colaboradores vinieron a mi despacho para convalidar las pruebas que yo mencionaba. Otro superior de Grassi, el monseñor Laguna me dijo: “es un mafioso y le tengo miedo”

-“El entonces Presidente de la República, Néstor Kirchner, me dijo: “Juan Pablo, no digas nada”. Llamó al jefe de la Policía Federal Argentina y dijo: “Que se ponga custodia”

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