Entrevistamos a Majedeh Bozorgi, secretaria de la Asociación Iraní de Derechos Humanos en España, sobre la realidad social y política en su país y en el contexto de los acontecimientos en Oriente Medio.
Majedeh Bozorgi es doctoranda en el programa Administración, Finanzas y Justicia en el Estado Social en la Universidad de Salamanca. Es secretaria de la Asociación Iraní de Derechos Humanos en España. Fundadora y directora del Congreso Internacional Anual sobre Justicia Social y Desarrollo Sostenible en la Universidad de Salamanca, así como investigadora visitante en la Universidad de Gante, en Bélgica.
Sus líneas de investigación se centran en los Derechos Humanos, igualdad de género, justicia transicional y el impacto de las estructuras patriarcales y religiosas en los derechos de las mujeres en el campo islámico. Participó como ponente, moderadora y organizadora en numerosos congresos internacionales sobre feminismo, derechos humanos y sustentabilidad social en el mundo, además de haber publicado varios artículos y capítulos en editoriales académicas de renombre.
El pasado viernes 4 de julio, participó en Vigo, en un acto sobre “Mujer y derechos humanos en Oriente Medio”, organizado por Amnistía internacional. Y este sábado 5, participa en Moaña en el III Congreso de Geopolítica Participativa y Diversidad, organizado por la Universidad de Vigo, y con la colaboración de Amnistía Internacional y el Concello de Moaña.
Antes del ataque israelí a Irán, del que hablaremos más tarde, la República Islámica había sido escenario de una prolongada protesta tras la muerte de Mahsa Amini, bajo la consigna de Mujer Vida, Libertad, el histórico lema de las mujeres kurdas, ¿cuál fue realmente el alcance de estas protestas, y en qué momento se encontraban antes de la agresión sionista? ¿en qué situación se encontraban las mujeres iraníes y como ha evolucionado su situación?
Desde una perspectiva de derechos humanos, las protestas tras la muerte de Mahsa Amini en septiembre de 2022 deben considerarse uno de los movimientos sociales más extendidos y duraderos de la historia contemporánea de Irán, en cuyo centro se encontraban destacadas demandas de derecho a la vida, dignidad humana, libertad de expresión e igualdad de género.
Las protestas de 1401 (año iraní, del calendario solar zoroastra) se consideran un ejemplo de «movimientos que exigen el derecho a la autonomía corporal y la dignidad humana» en el derecho internacional, lo cual es legítimo en los documentos de derechos humanos.
Según informes de organizaciones de derechos humanos (entre ellas Amnistía Internacional y Human Rights Watch), estas protestas tuvieron lugar en decenas de ciudades y entre distintos grupos sociales, desde estudiantes hasta trabajadores, mujeres y minorías étnicas y religiosas. Como resultado de su violenta represión, cientos de personas fueron asesinadas y miles fueron arrestadas.
La Comisión de Investigación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en su segundo informe de 2024, confirmó que agentes de la República Islámica cometieron crímenes de lesa humanidad al reprimir el Movimiento Mujeres, Vida y Libertad en 2022, y que estas acciones continúan. El informe, basado en una revisión de más de 38.000 documentos y entrevistas con 285 testigos, víctimas e informantes, detalla la represión generalizada y sistemática de los ciudadanos iraníes. Esta represión incluye tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y represión de mujeres, niños, minorías y manifestantes LGBTQ+. El informe destaca que las amenazas a la seguridad de la República Islámica no se limitan a Irán, sino que afectan también a activistas y periodistas en el extranjero.
Antes del ataque israelí, el movimiento de protesta, aunque se había retirado temporalmente de las calles, continuó en otras formas, incluidas campañas de desobediencia civil, un boicot al hijab obligatorio y actividades en línea y de derechos humanos.
El trauma emocional sufrido por las mujeres que se enfrentaron al régimen islámico no es simplemente un trauma individual, sino un legado colectivo de violencia estructural. Este daño comienza mucho antes del encarcelamiento –con el silencio forzado, la humillación, el rechazo y el estigma social–, no sólo en las cárceles, sino también en las comunidades, los medios de comunicación e incluso en la memoria histórica. Este daño no termina con la libertad; Muchas mujeres del movimiento (Mujeres, Vida, Libertad) han perdido parte de su identidad, una pérdida que las une en una herida común.
A tenor de esto, también cabe destacar el protagonismo de las mujeres kurdas, ¿qué papel juegan en el seno de la sociedad iraní, y cuál es el peso de otras minorías como la azerí o la baluchi?
En la estructura jurídico-política de Irán, las mujeres y las minorías étnicas enfrentan dobles restricciones desde una perspectiva de derechos humanos. Además de la opresión de género, las mujeres y las minorías étnicas también enfrentan discriminación etnoreligiosa. Durante las protestas de Mahsa Amini, las mujeres kurdas también desempeñaron un papel destacado y muchas de ellas se convirtieron en víctimas de la violencia de seguridad.
En virtud del PIDCP, Irán está obligado a garantizar el derecho de las minorías étnicas, lingüísticas y religiosas a preservar su cultura y su idioma.
Las protestas en zonas minoritarias (especialmente Baluchistán y Kurdistán) y su sangrienta represión son ejemplos de la violación por parte de Irán de sus compromisos respecto de los derechos de las minorías y el derecho a la vida.
En particular en Baluchistán, los informes sobre ejecuciones arbitrarias y represión generalizada son contrarios a la prohibición de la tortura y los tratos inhumanos y al derecho a la vida.
Las minorías étnicas en Irán siempre han enfrentado una discriminación estructural en el acceso a la igualdad de derechos en áreas como la educación, la participación en cargos políticos y la justicia judicial. Los informes anuales de organizaciones de derechos humanos han documentado consistentemente esta situación.
En 2024, el reformista Masud Pezeshkian, con orígenes kurdos y azeríes, ganaba las elecciones presidenciales, ¿esto significó algún cambio en las políticas relacionadas con las mujeres y con las minorías etnicas?
Desde una perspectiva legal, cambiar al presidente en el sistema político iraní tiene serias limitaciones debido a la estructura centralizada del poder en las instituciones designadas (liderazgo, CGRI y Consejo de Guardianes). Masoud Pezzekian, cuyo historial personal en apoyo de los derechos de las minorías y las mujeres ha sido más positivo que el de muchos de sus predecesores, aún no ha logrado ningún cambio tangible y efectivo en la condición jurídica y las libertades de las mujeres y las minorías dentro del marco actual.
La aprobación o modificación de leyes que restringen los derechos de las mujeres y las minorías en Irán depende de estructuras que están fuera del control del gobierno. Por esta razón, los activistas de derechos humanos consideran que es imposible realizar cambios fundamentales sin reformas estructurales.
El genocidio del pueblo palestino en Gaza, la guerra con Hizbulla en Líbano y el colapso del gobierno sirio tras la ofensiva yihadista de al-Golani, ¿cómo han afectado al gobierno iraní esta sucesión de acontecimientos que han dado la vuelta al tablero geopolítico en Oriente Medio?
Las guerras regionales y los conflictos transfronterizos siempre han sido una excusa para una mayor supresión de las libertades civiles en Irán. En el contexto de los derechos humanos, la propagación de las tensiones militares, especialmente en Oriente Medio, ha provocado mayores restricciones a periodistas, activistas de derechos humanos, y minorías religiosas y étnicas en Irán. Esta situación también se refleja en los informes anuales del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Con la llamada guerra de los 12 días, entre Israel, EEUU e Irán, ¿en qué situación se encuentra el gobierno iraní, y cuáles son las consecuencias para el pueblo de Irán, que, finalmente, ha sido el que ha sufrido los efectos más devastadores de los ataques?
En cualquier conflicto militar, las principales víctimas son la gente común. En la reciente guerra de los 12 días, además de las pérdidas humanas y económicas, han aumentado las restricciones de seguridad en Irán y ha aumentado la presión, especialmente sobre activistas, periodistas y minorías étnico-religiosas.
Esta guerra no sólo ha puesto a la región al borde de un gran desastre humanitario y de seguridad, sino que también ha dejado indefenso al pueblo iraní, que ya enfrentaba graves crisis internas.
Creemos firmemente que ésta es una guerra entre dos regímenes, ambos condenados por las Naciones Unidas por sus crímenes contra la humanidad. El pueblo iraní se encuentra actualmente bajo presión y amenazas de ambos lados del conflicto: por un lado, los ataques y bombardeos israelíes de zonas residenciales, instalaciones militares y nucleares (de acuerdo con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Humanitario (DIH):
Los ataques con misiles, cibernéticos y militares que causan víctimas civiles son ejemplos de violaciones del principio de proporcionalidad y distinción en los conflictos armados. Y por otro lado, la severa represión y mala gestión por parte del régimen de la República Islámica. Si bien el gobierno iraní tiene la obligación de garantizar la seguridad de sus ciudadanos y sus necesidades básicas en tiempos de crisis, estamos siendo testigos de una falta total de recursos esenciales para la población, como refugios seguros y sistemas de alerta para prevenir ataques. Además, en muchas zonas se ha cortado el acceso a Internet, dejando a la gente completamente expuesta a la desinformación y a la indefensión. Además, la situación de los presos políticos en Irán es profundamente preocupante. En los últimos días, el riesgo de ejecuciones sumarias y detenciones arbitrarias ha aumentado significativamente. Hay amplios controles de seguridad y detenciones arbitrarias.
Debemos advertir que la continuación de esta situación pone en grave peligro la vida de millones de personas inocentes. Por lo tanto, hacemos un llamamiento urgente a la comunidad internacional, a las organizaciones de derechos humanos y a las Naciones Unidas para que tomen medidas inmediatas para apoyar al pueblo iraní y trabajen para liberar a los presos políticos. El pueblo iraní no debe ser víctima de los juegos políticos y militares de los gobiernos. La seguridad, la dignidad y el derecho a la vida son derechos incondicionales de todo ser humano.
El papel de la comunidad internacional también ha quedado en entredicho, ya que ha quedado claro que hay un doble rasero, no preocupan tanto las víctimas civiles, en Ucrania como en Palestina, o los derechos de las mujeres en Irán como en Arabia Saudita, ¿al final todo se reduce a los intereses económicos y políticos de cada estado? ¿hay algún tipo de esperanza en conseguir una justicia universal?
Los dobles raseros en política exterior son una amarga realidad. Las respuestas a los desastres humanitarios en Ucrania, Palestina, Irán y Arabia Saudita están determinadas por intereses geopolíticos y económicos. Esto ha socavado la confianza pública en las instituciones internacionales y ha puesto en duda la eficacia de los mecanismos de derechos humanos. Los dobles raseros en el apoyo a las víctimas en Ucrania, Palestina o Irán violan el deber habitual de la comunidad internacional de defender los derechos humanos universales.
Sin embargo, todavía existen mecanismos como el Relator Especial de las Naciones Unidas, los tribunales internacionales y las campañas mundiales de la sociedad civil que pueden desempeñar un papel a largo plazo. La esperanza de justicia global depende del fortalecimiento de estas instituciones y de la presión continua de la opinión pública.
La posibilidad de lograr justicia global depende del fortalecimiento de instituciones judiciales imparciales como la Corte Penal Internacional (CPI) y del desarrollo de mecanismos internacionales de investigación y rendición de cuentas. De lo contrario, el derecho internacional corre el riesgo de debilitarse gravemente.
En este sentido, en el de la geopolítica global, ¿cómo afecta al conflicto que Irán forme parte de los BRICS, y que, al menos sobre el papel, tenga a China y Rusia como sus principales aliados? Y, más allá, ¿el tener como enemigos declarados a Israel y a EEUU no refuerza al gobierno de Pezeshkian?
La adhesión de Irán a bloques económicos y políticos como los BRICS, si bien en la superficie podría ofrecer oportunidades económicas, en la práctica, debido a la naturaleza antidemocrática de muchos miembros de este bloque (China, Rusia, etc.), conduce a un mayor apoyo a políticas internas represivas. La experiencia ha demostrado que estas coaliciones se centran más en los intereses gubernamentales que en la promoción de los derechos humanos.
La dependencia de China y Rusia, que tienen un historial de graves violaciones de los derechos humanos, ha reducido la presión internacional sobre el gobierno iraní y, como resultado, debilitado las demandas de derechos humanos en el país. Desde la perspectiva del principio de Responsabilidad Estatal, las alianzas con países cómplices de violaciones de derechos humanos crean responsabilidad internacional para Irán, especialmente si impiden el manejo de casos de derechos humanos en foros internacionales.




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