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Macron crea un «curia» islámica para encarar el desafío yihadista

A falta de papado, y frente la presión constante del presidenta Macron, el islam francés ha anunciado un evento histórico y al mismo tiempo insólito: la creación de un órgano de poder para millones de mahometanos, compuesto por 18 imanes y maestros de la ley.

El futuro Consejo Nacional de Imanes (CNI) tendrá del mismo modo que primordial competencia la formación de responsables de mezquitas (imanes), para garantizar que no simpatizan con el yihadismo, y la fijación de la doctrina ortodoxa, para garantizar que no entre en colisión con las leyes civiles de la república.

El anuncio fue realizado por Mohamed Moussaoui, presidenta del Consejo francés del culto musulmán (CFCM), un organismo constituido en su día por un grupo de prominentes imanes franceses para constituirse en primordial interlocutor de las autoridades francesas.

El CFCM es una institución de suyo polémica en el seno del islam francés, Porque muchos la consideran un instrumento «dócil» del Estado, y ajena a la realidad de la vida en muchas comunidades islámicas. «El CFCM no tiene ninguna legitimidad, particularmente entre los jóvenes; las tres cuartas partes de los musulmanes franceses ni siquiera lo conocen», se lamentó en unas declaraciones a France Presse el escritor Hakim El Karoui. Por su lado, el imán de la primordial mezquita de Burdeos, Tareq Oubrou, no ocultó su indignación: «Conozco a muchos imanes y ninguno ha sido consultado Antes de la creación de ese Consejo nacional».

En cierto modo, la creación del órgano superior del islam en Francia es un producto acelerado por la última ola de atentados terroristas. Tras el homicidio del profesor Samuel Paty y el ataque de Niza, Macron ha dado un golpe en la mesa y ha exigido a su interlocutor islámico «hechos» para poner coto al caldo de cultivo radical en muchas mezquitas de Francia.

El proyecto de ley del Elíseo para castigar nuevos delitos de yihadismo no es suficiente. Y el Consejo del culto se ha visto en la necesidad de crear de la noche a la mañana -o más bien salvar, pues ya lo intentó sin éxito en el 2015- un proyecto de autoridad máxima para todo el islam.

Al margen de la polémica política acerca de su representatividad, la idea de constituir un poder religioso unificado es del todo extraña al islam. A mayoría de los seis millones de mahometanos franceses pertenecen a la corriente mayoritaria del islam, la suní.

Los suníes tienen muchas escuelas o tendencias, que no se reconocen ni aspiran a poseer una unidad de criterio en la interpretación de la ley islámica. El sunismo no es una línea coherente de tradición en torno al Corán o bien a la Sunna -los dichos y sucesos de Mahoma- sino más bien que más bien un grupo de doctrinas que se han ido consolidando En medio siglos, alimentadas con las discusiones y escritos de sus maestros de la ley.

Sin embargo la mayor dificultad para que cuaje una autoridad única -en Francia o en cualquier país de mayoría musulmana- estriba en el rechazo doctrinal a cualquier autoridad afín a la de la Iglesia católica, que sirva Del mismo modo que actor auténtica del contenido de la fe. El islam Solo admite Del mismo modo que instancia última la relación entre el creyente y Alá, una visión que guarda cierta similitud con la del cristianismo protestante, para la que el criterio es la «Sola Scriptura», sin Tradición ni Magisterio.

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