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Cartel de la sección de opinión de LJA

Luz del mundo y laicismo/Memoria de espejos rotos

Y aunque ahora escupo una oración,
helado de terror, ningún dios responde aún
¿Soy yo el que no ve, o es que todavía no se hizo la luz?
Ocho y medio – Nacho Vegas

Las instituciones religiosas deben, por necesidad democrática, republicana, y civil, mantenerse fuera del ámbito de la política y de los mecanismos electorales, administrativos, y jurídicos para el ejercicio del poder público. Esto es una obviedad, pero es también algo que no suele cumplirse.

Dotar, permitir, o solapar espacios de poder político a las iglesias y a sus órganos de militantes, opera en contra de la democracia y de la pluralidad; y vulnera los derechos humanos de las personas, sean de la confesión de fe que sean.

En días pasados, el violador y pastor evangélico Naasón Joaquín García, líder religioso de La Luz del Mundo, se declaró culpable de al menos tres cargos de abuso sexual a menores de edad, de los 19 cargos que tiene en California, Estados Unidos.


Ese mismo líder evangélico preside una iglesia que afirma tener presencia en 58 países y dice contar con al menos cinco millones de feligreses por todo el mundo. Esa misma iglesia tiene vínculos políticos con partidos y organizaciones en México y el extranjero.

Este líder usó esa estrategia jurídica para que las víctimas no declararan públicamente los abusos, lo que implicaría mayor desprestigio para la iglesia y para el líder, y aportaría elementos para ver los vínculos y la red de complicidades que permitieron esos delitos.

Esos vínculos políticos le han permitido encumbrarse, operar ilícitamente, y violentar a las personas durante años, con toda impunidad. Esos vínculos políticos permitieron que el pastor violador fuera homenajeado en el Palacio de Bellas Artes durante la actual administración federal.

Esas condiciones no son privativas de esta iglesia en particular, o de las iglesias evangélicas en general. La iglesia católica (y su historial de abusos) con sus militantes laicos son también ejemplo de que no debe mezclarse el poder religioso y el político.

Igual sucede en los países con una preexistente hegemonía musulmana en la política, o en los que la influencia del islam comienza a operar en las legislaturas, magistraturas, y decisiones ejecutivas. Es decir, sucede en general con las religiones institucionalizadas y el poder.

Aunque a todas luces sea pernicioso que el grupo en el poder se beneficie de los colectivos religiosos, y que –a su vez- también los beneficie, esto ocurre por una simple razón: al grupo en el poder le conviene legitimarse con las masas.

Si las masas dan poder a liderazgos basados en la fe, es que esas masas están conformadas por individuos con precariedad para la toma de decisiones racionales, y facilidad para la toma de decisiones emocionales. Esto clarifica por qué triunfan los populismos religiosos.

Cuando estos populismos religiosos se normalizan en la cultura política, los colectivos enfrentan diversas amenazas en sus derechos humanos; ya que las acciones ejecutivas, los trabajos legislativos, y las decisiones de las magistraturas, dependen no del Estado de Derecho, sino de sus catecismos.

Ya puestos ahí, los organismos religiosos pueden actuar al margen de la ley, cometer abusos, o violentar a grupos e individuos, gracias a la impunidad dada por el contubernio con la clase política a la que esos organismos religiosos legitiman ante las masas.

Esto es una obviedad probada por la historia de diversas sociedades. Sin embargo, es necesario decirlo en los más espacios posibles, porque las iglesias y sus militantes organizados siguen chantajeando a los grupos en el poder a cambio de “legitimar” y conservar estamentos.

Eso lo hacen basándose en el arrastre popular (real o supuesto) que pueda tener tal o cual iglesia, de la confesión que sea. La clase política asume la coacción basándose en cálculos electorales o de legitimación. Pero, ceder a esto tiene un costo.

Este costo implica, además de la capitulación del Estado Laico, que desde el poder un grupo de fe imponga su credo particular sobre el derecho positivo, que sus líderes religiosos puedan violar derechos humanos, y puedan quedar impunes en nombre de un dios.

Correo electrónico: alan.santacruz@gmail.com

Twitter: @_alan_santacruz

Facebook: /alan.santacruz.9

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