El próximo sábado, 10 de noviembre, el Partido Socialista del País Valencià (PSPV) presentará oficialmente el grupo “Cristianos Socialistas” a través del área de Laicidad y Nuevos Derechos de la dirección de la provincia de Valencia, una iniciativa que parte de la cúpula federal del partido, para integrar a este colectivo dentro de la mencionada área.
Desde el PSPV expresan que quieren animar a participar y colaborar a quien lo desee, subrayando que “es muy importante tener claro que Laicidad no es sinónimo de ‘antirreligión’, sino un espacio de valores humanistas e ilustrados que permiten crecer en libertades e igualdad a las personas en su diversidad”. Lo presentan como “garantía de religión libre”.
Defienden que un cristiano no se debe ver condicionado en su fe por una “estructura de poder habitualmente reaccionaria y ultraconservadora”, así como que “los cristianos que se sienten progresistas tienen todo el derecho a reivindicar el Evangelio, que no es patrimonio de la derecha ni de la caverna, y pueden aportar mucho a la sociedad, tanto a creyentes como a no creyentes”.
Los socialistas valencianos atribuyen el origen de “Cristianos Socialistas” a la unión que se produjo en la izquierda vasca entre Euskadiko Ezquerra y el PSOE, donde el grupo que militaba en la primera formación se integró en el nuevo partido fruto de la fusión creándose diversos colectivos en muchas provincias.
Me parece una mezcla curiosa e inadecuada la de vincular el Cristianismo a un partido político, sea cual sea. Y precisamente por la laicidad conviene separar la acción política de un partido en concreto del Cristianismo, como me parecería confuso que lo hiciera otro partido. Laicidad, por supuesto, no es ‘antirreligión”, pero sí separación de ámbitos.
La fe, la doctrina cristiana, es muy útil para la vida política, pero al partir de una visión “progresista” o “reaccionaria” del Evangelio ya de entrada parece una mezcolanza innecesaria, arriesgada. El Cristianismo, sobre todo a través de la doctrina social de la Iglesia, ofrece pautas para todos los católicos, que ojalá se asimilen, pero respetando el pluralismo político y sin que nadie pretenda apropiarse ni ser el portador de las “esencias” cristianas.
En efecto, el Evangelio no es de izquierdas ni de derechas, pero ¿por qué quieren colorearlo políticamente? No sé, tal vez es que se acercan elecciones, al menos las autonómicas y municipales en mayo próximo, y buscan votos por todas partes.