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Los socialistas ante la supuesta crisis de la familia según los católicos en 1930

En 1929 nacía en España una organización que sigue existiendo y con evidente vigor, la CONCAPA, es decir, la Confederación Nacional Católica de Padres de Familia y Padres de Alumnos. Al calor de su nacimiento (El Socialista afirmaba en mayo de 1930 que había nacido en esos días, pero sabemos que fue en 1929) los socialistas reflexionaron sobre lo que consideraban el principal objetivo de esta organización que, según se expresaba en El Socialista, sería defender la institución familiar porque, al parecer, se encontraba en crisis.

En principio, el periódico socialista no quería contradecir este diagnóstico, ni el que se reflejaba en el diario católico El Debate. Pero, en primer lugar, se planteaba el hecho de si no estaba también enferma la sociedad. La enfermedad del hogar sería reflejo de la enfermedad, calificada de aterradora, que habría trastocado en poco tiempo el régimen social cuyo pilar más firme era calificado de injusticia suprema, es decir, la propiedad.

Pues bien, el periódico obrero consideraba que el objetivo oculto de las ligas paternales, en alusión a la CONCAPA, no era otro que la familia, al igual que la sociedad entera, se estancara para seguir atada a la Iglesia. Así pues, ahora se matizaba la idea de la crisis de la familia. Estas asociaciones denominaban con crisis o enfermedad de la familia más bien la crisis o la enfermedad de la Iglesia. Así pues, el periódico consideraba que estos padres lo que, realmente, estaban haciendo era ser propagadores de la “decadente religión y servidores de la Iglesia”.

La familia moderna ya no era un “mecanismo oxidado, cerrado a toda ventilación libertaria”, interesante consideración viniendo del socialismo. La familia, y estamos cerrando la década de los años veinte, estaba evolucionando, según el periódico. El padre, el “jerarca del núcleo”, había perdido su autoridad tradicional, otra apreciación que también nos llama la atención, precisamente porque estamos hablando, como hemos señalado, de hace unos noventa años. La Iglesia, por su parte, como fuerza limitadora de renovaciones y avances, se oponía a que la libertad presidiese la sociedad y que penetrase en la familia. El choque era inevitable porque la familia acusaba en su seno modificaciones importantes, es decir, se renovaba.

En definitiva, la familia, en realidad no estaba enferma; ciertamente estaba en crisis de renovación o crecimiento. Pero al cambiar estaba dejando de ser un pivote o pilar inapreciable de la Iglesia.

En conclusión, estaba naciendo una nueva forma de entender la familia, que terminó por ser considerada por la Iglesia como un ataque al modelo católico de la misma, una cuestión que, como vemos, no es de nuestro tiempo, sino que hunde sus raíces casi un siglo atrás, generando una confrontación. La llegada de la República ahondaría más este conflicto con los cambios legales que se establecieron en el matrimonio y con el divorcio.

Hemos trabajado con el número 6640 de El Socialista, de 21 de mayo de 1930.

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