Lean esta oración ideada y pergeñada como obligatoria para todos los católicos, por el señor…, ese Benedicto… no sé cuántos (repito que no puedo recordar su número):
“Recemos por los judíos. Que Dios Nuestro Señor ilumine sus corazones, para que reconozcan a Jesucristo, Salvador de todos los hombres”
“Dios, omnipotente y eterno, tú que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, concede propicio que, entrando la plenitud de los pueblos en tu Iglesia, todo Israel sea salvado”
Léanla nuevamente para que la comprendan en toda su monstruosa y horrorosa magnitud lo que Benedicto XVI – en una noche de insomnio o pesadillas – ha dado a luz para ser formulada en las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa pasada.
¡Es decir! ¡Eso sí es empaque, caparazón, raza y concha! ¡Para que los judíos se salven, tienen que hacerse católicos! ¡Cojonudo! ¡Tiene la desvergüenza y frescura de darle consejos a Dios, para la mejor forma de que el pueblo de Israel se salve!
Te tengo una novedad, Benedicto: ni tú, ni tus seguidores, tienen pase libre al Paraíso, sin interesar cuántos colgandejos, cucuruchos, báculos, oropeles y demás huevadas lleves en tu ataúd. Cuando mueras, al igual que Cristo, volverás al polvo. “Memento homo quia pulvis est et in púlverem reverteris”.
Jesucristo murió hace dos mil años y se fue al cielo, creyéndose judío de corazón. Si el Nazareno volviese a la tierra, lo primero que haría es preguntar por la Sinagoga más próxima, sin tener idea de lo que hicieron los pendejos de sus apóstoles. De enterarse, él mismo se crucifica de nuevo.
¡Por la metagalaxia! Este Papa, no sólo quiere llevarnos de vuelta a la Santa Inquisición, sino directamente a Las Cruzadas. Se ha convertido en una suerte de “matoncito de barrio”. Y, más grave aún, su famosa “plegaria” se refiere exclusivamente al pueblo judío. Agradece ¡Oh Santísimo Padre!, que Israel necesita del Vaticano como una suerte de contrapeso al Islam. De no ser así, ya te habría enviado al Mossad… sino a sus bombarderos.
¿Por qué no pergeñas otra “oración como esa” dirigida al pueblo musulmán? ¿A ver, a ver? ¿Te atreverías? No lo creo. Al día siguiente, se aparece por ahí un “musulmán bomba”, en una de tus ceremonias públicas y te convierte la misa, en un ají de gallina.
Julio María Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, abogado y periodista, la comenta en una columna, pero es extremadamente educado con el autor, educación y urbanidad que el Gran Pollerudo no se merece.
“La persecución racial, la intolerancia religiosa son males endémicos que aún debemos combatir. No es razonable, por lo mismo, que una iglesia vaticana, que venía evolucionando hacia el diálogo y la convivencia, dé este paso atrás. Grande o pequeño, no interesa. La cuestión es que, la mentalidad que está en la raíz de esta decisión, no se compadece con los esfuerzos de los últimos Papas y vuelve a sembrar una semilla de intolerancia, que no deberíamos observar con indiferencia”.
¿Bien por don Julio María! ¡El sí se merece todo mi respeto!