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Los pecados de la Iglesia

La caja fundada por el Cabildo Catedralicio de Córdoba ha sido gestionada con criterios poco profesionales

Sin poner en duda que Mario Fernández habrá hecho bien las cuentas antes de pujar y adjudicarse CajaSur, a nadie se le escapa que la entidad que ha comprado la BBK para crecer es cuanto menos peculiar. Fundada en 1878 y gobernada desde entonces por el Cabildo Catedralicio de Córdoba, la caja ha sido gestionada como parte de la 'obra' de la Iglesia, sin los criterios de profesionalidad que supuestamente rigen el terrenal mundo de las finanzas.
 
Los clérigos no sólo han ignorado las advertencias del Banco de España sobre la excesiva exposición de la firma al 'ladrillo', como si no tuviesen que responder ante más autoridad que la divina. También ha sido bastante atípica su política de recursos humanos. Cada año se contrataban 100 personas por «compromisos institucionales», es decir, 'enchufados'. Por eso ahora tiene una plantilla sobredimensionada, de más de 3.100 trabajadores. No ha sido menos alocado su derroche de fondos en asuntos tan peregrinos como las dietas abonadas a los consejeros para acudir al acto religioso de la coronación de la Virgen de Fuensanta. El resultado es una entidad con unas pérdidas de casi 600 millones de euros en 2009. Ahora, eso sí, con un profundo arraigo en Córdoba, en la que controla un 50% del negocio financiero, fruto de la obsesión de los canónigos por estar omnipresentes en la ciudad, lo que les ha llevado a patrocinar casi todos los actos y proyectos desarrollados allí.
 
La última prueba de este particular modo de hacer de los gestores de CajaSur fue su rechazo a la fusión con la malagueña Unicaja, pese a constituir su única salida para evitar la intervención del Banco de España, ya que la entidad cordobesa se encontraba prácticamente en quiebra. Pero, contra toda lógica, los sacerdotes prefirieron ponerse en manos del supervisor financiero que entregar la que consideran 'su caja' a los 'rojos y masones', que es como llaman a los responsables de Unicaja por su proximidad a la Junta de Andalucía, gobernada por el PSOE y muy partidaria de la frustrada operación.
 
Penitencia
Harto de tanta desobediencia, el Banco de España ha querido ajustar cuentas con los clérigos que forzaron la intervención el pasado 22 de mayo y ha abierto expediente a los dos últimos consejos de administración, presididos por los sacerdotes Santiago Gómez Sierra y Juan Moreno. Esta actuación de la autoridad financiera ha alcanzado de lleno al obispo auxiliar de Bilbao, Mario Iceta, que es además el candidato de la Conferencia Episcopal, presidida por Antonio María Rouco Varela, a ser el titular de la diócesis, como sucesor de Ricardo Blázquez. Aunque nacido en Gernika, Iceta inició su actividad pastoral en Córdoba y llegó a ser canónigo del cabildo. De ahí que entrara en el órgano de gobierno de CajaSur, en la que ejerció de responsable de la comisión de inversiones. Dejó el puesto en 2008, al trasladarse a Bilbao.
 
Curiosamente se ha librado de la penitencia impuesta por el Banco España el verdadero artífice de la expansión de la Cajasur y también de la mala gestión que desembocó en la intervención: Miguel Castillejo, presidente de la entidad entre 1977 y 2005. Un maestro en el manejo del poder, de su mano la entidad cordobesa se convirtió en la segunda caja más potente de Andalucía y él mismo llegó a ser una de las personas más influyentes de la provincia. Cómodo con tanto reconocimiento, mandó instalar un busto suyo en la puerta de la sede central en el que se le identificaba como el 'fundador de la nueva Cajasur'.
 
Castillejo, nacido en Fuenteovejuna en 1930, accedió al consejo de administración de la caja de ahorros en 1973 como consecuencia de su incorporación en ese año al cabildo catedralicio de Córdoba como canónigo penitenciario. Un puesto que hace pensar en cárceles, pero se refiere al que se ocupa de administrar el sacramento de la penitencia para algunos pecados cuya absolución está reservada. Él, por su parte, no admite haber cometido faltas graves al mando de CajaSur porque, al hacer balance de su gestión en una reciente entrevista concedida al 'ABC', afirmaba sentirse lleno de «gozo y satisfacción después de una labor que considero bien hecha».
 
Sus seguidores le llaman 'don Miguel' y ensalzan su trascendencia para la vida cordobesa en las últimas décadas. «Tuvo una visión profética y consiguió que una pequeña caja se expandiera por toda España. En diez años cuadruplicó el volumen de negocio», destacó su hagiógrafo Manuel Gahete en la presentación de un libro que glosa su figura. Sus críticos le apodan 'fray langostino', por su afición al lujo y la buena mesa, y denuncian el clientelismo que fomentó en CajaSur con su personalísima política crediticia.
 
Desde luego, algunas de sus actuaciones resultan un tanto controvertidas. Especialmente polémica fue la póliza de 4,3 millones con que se jubiló en 2005 para garantizarse una pensión vitalicia anual de 250.000 euros. Lo más curioso es que si falleciese, heredarían el derecho a cobrarla sus cuatro hermanas. También ha sido muy criticada la inversión de 26 millones en el Centro Sociocultural Miguel Castillejo, que ahora la caja valora en tan sólo 1,15 millones. El ex presidente de CajaSur vive ahora retirado en su fundación del Palacio de las Doblas, un regalo del empresario Rafael Gómez, implicado en el 'caso Malaya' de corrupción.
 
Castillejo fue forzado a marcharse por la Junta de Andalucía, que en 2005 llegó a un acuerdo con el obispado para que CajaSur volviera a someterse a la tutela autonómica. Se puso fin así a una guerra de varios años entre el Gobierno de Manuel Chaves y el ex presidente de la caja, en la que casi siempre salió victorioso el clérigo. Así ocurrió cuando la entonces consejera de Economía, Magdalena Álvarez, quiso aprobar una ley de cajas para facilitar una fusión en torno a Unicaja y el canónigo se le escurrió al refugiarse en el Gobierno central, en manos del PP, y escapar del control de la Junta. No era fácil enfrentarse a él. Lo intentó el ex obispo de Córdoba Javier Martínez, que calificó de «escandalosa» su póliza, y terminó desterrado a Granada. Castillejo era muy hábil moviendo hilos y lo demuestra el hecho de que en 1994 se le dejara absorber la Caja de la Diputación pese a sus complejas relaciones con el PSOE. Su legado es el que ahora debe gestionar la BBK.
Miguel Castillejo  y el director de Cajasur
Miguel Castillejo, junto a Francisco Jurado, director de CajaSur. :: EFE

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