Declararse ateo o rechazar la religión dominante puede acarrear una condena a muerte en 13 países del mundo.
En estos países, todos musulmanes, las leyes castigan con la muerte a aquellos que deciden abandonar el Islam -apostatar- o criticar la religión de forma considerada blasfema, según los datos recopilados para el último Informe de Libertad de Pensamiento.
El informe, presentado este jueves, fue elaborado por la Unión Internacional Humanista y Ética (IHEU, por sus siglas en inglés), una organización con base en Londres que aglutina grupos ateos y secularistas de todo el mundo.
Aunque en la mayoría de los casos los gobiernos no aplican la ley de forma literal, su existencia incita a que algunas personas o grupos extremistas adopten «actitudes justicieras» y cometan asesinatos «extrajudiciales», explica a BBC Mundo Bob Churchill, editor del informe de IHEU.
«Las leyes provocan que la gente se sienta empoderada para tomarse la justicia por su cuenta», dice Churchill.
Un 84% de los musulmanes en Egipto, un 86% en Jordania, un 51% en Nigeria y un 30% en Indonesia apoyaban en 2010 la pena de muerte para los apóstatas, según una encuesta del centro de estudios estadounidense Pew Research Centre.
La Sharia (ley islámica) asume que los hijos nacen con la misma religión que sus padres, por lo que los ateos son culpables de apostatar, un crimen contra Dios.
La lista de países que contemplan la pena de muerte no ha variado con respecto a 2013 y abarca varios continentes y miles de kilómetros: Somalia, Sudán, Mauritania, Nigeria, Afganistán, Irán, Maldivas, Pakistán, Malasia, Qatar, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Yemen.
Aplicación
No es frecuente que en estos países se acabe castigando a los ateos o a las personas que abandonan el Islam por otra religión.
«En muchos países si alguien es condenado por blasfemia, se le da la oportunidad de divorciarse y mostrar su arrepentimiento», explica Mohamed Yehia, editor del Servicio Árabe de la BBC.
Otra razón importante es la «indignación enorme» que causaría a nivel internacional la noticia de que un gobierno ha ejecutado a un ciudadano por ser ateo.
Kelly James Clark, investigador en el Kaufman Interfaith Institute de la Grand Valley State University, en Estados Unidos, mantiene que el Corán «apoya la libertad religiosa».
Sin embargo, algunos pasajes de los Hadiths (narraciones referidas al profeta Mahoma) «pueden utilizarse para ejecutar a los apóstatas» explica a BBC Mundo.
«Los estudiosos del Islam han interpretado algunos pasajes de forma distinta», dice Clark en referencia a las distintas escuelas de jurisprudencia.
«Los que siguen la escuela Shafi rechazan la ejecución de los apóstatas mientras que los que siguen la tradición Hanafi, incluso muchos en Afganistán, apoyan la ejecución», afirma el académico.
En Pakistán la situación tampoco es favorable a los ateos.
«La Constitución declara que Pakistán es un país musulmán. No se reconocen los derechos de los ateos y el ambiente social es extremadamente hostil hacia los no creyentes y no musulmanes», le dice a BBC Mundo Farahnaz Ispahani, exparlamentaria paquistaní y defensora de los derechos de las minorías.
«En un ambiente en el que un policía puede matar a un supuesto blasfemo con un hacha en una prisión, donde turbas de miles de personas golpearon y quemaron hasta provocarles la muerte a una pareja cristiana por cargos falsos de blasfemia, los ateos tienen que vivir escondidos», añade Ispahani.
Apostasía y blasfemia
Las leyes de apostasía son, en opinión de Churchill, un resultado de gobiernos que tienen un interés establecido en presentar a sus países como uniformemente musulmanes y a ellos mismos como «verdaderos representantes del Islam».
En otros casos, son una forma de castigar a las minorías religiosas o étnicas, como en Malasia, donde la apostasía solo está castigada con la muerte en una región porque está «vinculada a un grupo étnico específico».
El castigo a los ateos suele ir paralelo al castigo a las minorías religiosas, pero «no es necesario describir el ateísmo como una religión, o algo análogo, para que los ateos tengan la misma protección que los creyentes», aseguran los autores del informe.
Todos deberían estar protegidos por el derecho fundamental a la libertad de pensamiento y conciencia reconocido en las leyes internacionales.
En el caso de la blasfemia, el informe solo incluye los supuestos en los que la ley castiga la libertad de expresión y no, por ejemplo, si se incita a la violencia o al odio contra una religión determinada.
Campañas de odio
Más allá de las penas de muerte, los autores del informe constatan un aumento de lo que llaman «campañas de odio».
Los discursos de odio provienen cada vez más de líderes políticos, incluso jefes de Estado.
Arabia Saudita, por ejemplo, aprobó en enero una ley que equiparaba el «ateísmo» con el «terrorismo».
El primer ministro malasio, Najib Razak, calificó en mayo el «humanismo, el secularismo y el liberalismo» como «desviados» y dijo que estos valores son una amenaza para el Islam.
En junio, las autoridades egipcias organizaron un ataque contra los ateos jóvenes. El ministerio de la Juventud anunció una campaña para aumentar el conocimiento de los «peligros del ateísmo».
«Declararse ateo es cada vez más frecuente en las redes sociales», explica el editor de la BBC, Yehia.
El informe concluye que «la mayoría de los países no respetan los derechos de los ateos y librepensadores».
En Pakistán ha habido protestas contra las leyes que castigan la blasfemia.