La Conferencia Episcopal no se plantea retirar las canciones de misa del sacerdote Cesáreo Gabaráin, acusado de pederastia, porque le parece “exagerado” y “de tiempos medievales”
La Iglesia española ha reiterado hoy jueves que no tiene intención de investigar los abusos de menores en el clero y, por tanto, seguirá siendo una excepción en los países católicos occidentales, junto a Italia. Los obispos de Alemania, Francia o Irlanda, entre otros países, han emprendido profundas investigaciones, que han sacado a la luz miles de casos, pero el portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, ha repetido: “No vamos a hacer seguramente de manera proactiva un programa de investigación general”. Ha explicado que su labor se limitará a atender “a cualquier persona” que se acerque a las oficinas de atención a las víctimas creadas en cada diócesis o a las asociaciones que trabajan con ellas.
Argüello ha insistido en que “las denuncias han sido mínimas” en el último año, desde que estas oficinas, abiertas por orden del Papa, comenzaron su trabajo. Reconoció que les han llegado “noticias de casos de hace tiempo” pero no dio más detalles de cifras, lugares o fechas. El número de casos de pederastia en la Iglesia católica española asciende a 358, con al menos 908 víctimas, según la contabilidad que lleva EL PAÍS, ante la ausencia de datos oficiales o de los obispos. Son 10 veces más que los conocidos hace solo tres años, cuando este diario comenzó a investigarlo. En Francia, la comisión independiente que investiga la pederastia en el clero, y que presentará su informe final la semana que viene, ha calculado ya que hay al menos 10.000 víctimas desde 1950. En Alemania son 3.667 desde 1946.
La actitud de los obispos españoles se ha visto reflejada al afrontar el último caso que ha salido a la luz, el del conocido sacerdote Cesáreo Gabaráin. Compositor de las canciones más famosas que se cantan en misa, como Pescador de hombres o Juntos como hermanos, y capellán del colegio marista de Chamberí en Madrid, es acusado por al menos 17 víctimas de abusos en los años sesenta y setenta, según ha publicado EL PAÍS. El caso reviste especial gravedad porque fue denunciado por varias familias de este centro y expulsado en 1978, pero simplemente fue recolocado en otro colegio y en una parroquia de Madrid. Además, fue nombrado prelado de Su Santidad por Juan Pablo II.
El responsable de la archidiócesis madrileña era entonces el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Preguntado al respecto, Argüello se remitió al mismo planteamiento: “Por parte de la Conferencia Episcopal no hay ninguna decisión de abrir ninguna investigación y habría que ver en la diócesis referida si ellos quieren hacerlo o no, pero francamente lo dudo”. Lo duda, precisó luego, porque tanto Tarancón como el acusado han fallecido y “es muy difícil abrir esa investigación”. Ante la insistencia en las preguntas, las interrumpió: “Basta”. En todo caso, la archidiócesis de Madrid ya ha declarado que abrirá una investigación si recibe denuncias de víctimas.
Argüello también descartó que este escándalo lleve a que se dejen de cantar en las misas las canciones de Gabaráin por respeto a las víctimas. “Yo creo que sería bueno que en este tipo de asuntos tuviéramos la capacidad de distinguir. Es decir, si esta persona es compositor musical, decir que su obra musical queda contaminada por lo que pudiera haber dicho o hecho me parece exagerado. Sus canciones habrá que valorarlas por su calidad musical. No iniciar algo que supera un avance del tiempo moderno, porque este tipo de condena es propia de tiempos medievales, en los que a una persona por el hecho de colgarle un sambenito, un sambenito con justicia, de una condena de la vida social, quedaba contaminada toda su familia, todo su pasado, todo lo que pudiera hacer. (…) Hay que distinguir las personas, porque si no de alguna forma está volviendo una especie de pena de muerte para determinado tipo de delitos, pena de muerte a muertos, además”.
Gabaráin no solo compuso música litúrgica, también es el autor de La muerte no es el final, el himno oficial desde 1981 en los homenajes a fallecidos en acto de servicio de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo Nacional de Policía.