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Los novios, la muerte y mis impuestos

“Tantum volo: veritas, iustitia, reparatione. Quis det nobis”? / (Sólo queremos verdad, justicia, reparación. ¿Quién nos la otorgará?

Cómo hace un tiempo inmemorial, los Caballeros Legionarios hoy han desembarcado en Málaga, para participar activamente y con gran pompa y protagonismo en el traslado y entronización del “Cristo de la Buena Muerte y Ánimas”; además este año, con el premio añadido, de conceder a esta Unidad del Ejército de Tierra Español de la Medalla de la Ciudad, ítem más de ser considerada Hija Predilecta de la misma. Un dos por uno glorioso, oportunista e “inteligente”. No faltaba ni dios: autoridades civiles, militares y demás representantes gubernamentales. Madre mía, ¡una Buena Muerte, encima con mayúsculas! Un óbito ocasionado y perpretado en un instrumento de tortura e indignidad, cruel, degradante. Además; Ánimas como fantasmas que esperan su salida del Purgatorio

Parece que no ha faltado nadie, para procesionar y asistir a su tradicional canto, pásmenseme, del Himno “Novio de la Muerte”. Estos nuevos monjes-soldados han evolucionado y puesto los pelos de punta-como escarpias-, a un público volcado, pretendidamente católico, con su donaire viril, su marcialidad, su coordinación locomotriz y cantora. Verdadero virtuosismo de movimientos de un Crucificado. Han hecho de todo, velarle, descenderle, custodiarle y venerarle.

Una preguntita: a estos Caballeros, Oficiales, Mandos Castrenses y demás autoridades civiles, militares y mediopensionistas; ¿alguien les ha leído la Constitución Española de 1979 -cáspita, ya ha llovido-, en concreto sus artículos 14 y 16 que establece el principio de laicidad de nuestro amado país? Venga, un recordatorio:

 Artículo 14.   Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.

Nos falta enunciar el artículo 16:

1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

Zambomba, este texto tiene, la friolera de 43 añitos y todavía hay que explicar lo obvio. Un concepto que se llama laicidad y, que debería, concernir a todos los poderes públicos. A ver si me aclaro; una Unidad de élite concreta del Ejército de Tierra Español participa con todos los atributos, uniformidades, pendones, banderas y demás condecoraciones castrenses en un desembarco, en la Ciudad de Málaga, para participar en una Festividad, exclusivamente, católica. Quiere decirse, asimismo, que realizarán algún emotivo acto militar, similar, en la Fiesta del Sacrificio Musulmana (Aid Al Kebir), y en el Día de la Expiación (Yom Kipur) Judía, al margen de otras conmemoraciones de distintas confesiones religiosas de españoles de bien. Me mata la curiosidad; ¿qué numeritos castrenses o folclóricos montarían estas élites guerreras?

 A los que carecemos de estas solemnidades, por ser ateos, apóstatas y agnósticos nos vale con lo puesto: que cumplan con sus deberes constitucionales, laborales y prácticos.

¿Festividad tradicional con mis impuestos, en un Estado laico e independiente, en su configuración Social y de Derecho de cualquier confesión religiosa? ¡Protesto, por si sirve de algo! Oigan, si la cuestión es de tradición debe aclararse lo siguiente: se trata de una legítima participación en un acto confesional privado; por tanto, hay que realizarlo fuera de la órbita castrense, vestidos de civil y sin ninguna parafernalia militar; siempre que se encuentren libres de servicio, ese día. 

 Lo contrario exigiría que los magistrados, jueces y abogados fueran al acto religioso con sus togas; las enfermeras y médicos con sus batas y pijamas de laburo; las empleadas de hogar con su cofia y delantal a juego; los obreros de la construcción con sus monos y cascos protectores; los diplomáticos con sus esmóquines lustrosos y pantalones a rayas; etc…En fin, la relación sería interminable. Leñe, a mi todo esto; ¿a qué me recuerda?, me suena a algo. Mira que eres tocapelotas; confiésalo, ibas a decir: los falangistas y las abnegadas señoritas de la Sección Femenina con su camisa azul; pero azul, nada de subterfugios; sin complejos. ¡Franco, Franco, Franco! Bajo palio y presidiendo los Oficios Sagrados.

Colijo que si, como otros muchos más ateos, agnósticos y apóstatas compatriotas pagamos, con nuestros impuestos, a la mencionada Unidad Militar, repito fetén y de élite; córcholis ¿por qué participan en una procesión de una confesión concreta?

Para más inri, mientras realizan sus marciales y acrobáticos ejercicios marciales con una cruz y un Crucificado en talla bellísima, profieren, interpretan y cantan, a voz en cuello, un himno que se denomina, así sin frenos ni cautelas: “Novio de la Muerte”. Entre otras cosas, sueltan perlas como éstas:

  • “que un gran dolor le mordía/ como un lobo, el corazón.
  • soy un novio de la muerte/ que va a unirse en lazo fuerte/ con tal leal compañera.”
  • “Y al regar con su sangre la tierra ardiente, / murmuró el legionario con voz doliente:/ soy un hombre a quien la suerte/ hirió con zarpa de fiera;/ soy un novio de la muerte.”
  • Y sin temer al empuje / del enemigo exaltado, / supo morir como un bravo/ y la enseña rescató”.

¡Qué finos, qué pacíficos e impares son estos soldados!

Bueno, ¡como se os queda el cuerpo! La Unidad de élite tiene unas letras, verdaderamente, inquietantes- cáspita, cada vez soy más taimado y magnánimo-.  Yo, lo flipo; ¿y vosotros? ¿Qué opinarán de estos exabruptos los católicos comprometidos con la caridad, la templanza, la paz y el amor? Esto es ardor guerrero; sí, señor y lo demás tonterías. Última pregunta: ¿quién paga la Legión?, ¿de quién depende?, ¿cuáles son sus legítimos propietarios?

Os imagináis, benditos todos, que hoy, nonagésimo primer aniversario de la proclamación de la II República, alguien hubiera pedido un acto público para exaltar a los combatientes antifascistas, las víctimas del franquismo, los compatriotas muertos en los campos de concertación nazi-fascistas y sus compañeros sobrevivientes; los desaparecidos, los asesinados, los silenciados; todos aquellos que se hicieron doler por la libertad y los derechos que ahora disfrutamos; se celebrara sin dinero público.

En esa tierna festividad laica y republicana desfilarían los veteranos de la Novena, la División Leclerc. Tranquilos, llevarían boina. Con semejante “armamento liviano” no parecerían, en absoluto, peligrosos.

Ese acto de justicia, memoria y verdad, desgraciadamente, sólo puede acontecer en Francia y en algún otro país europeo democrático. Todos ellos, seguramente, emplearían algo de dinero público en honrar a los héroes.Pero aquí, todo ello es atípico, todo guerracivilista, todo revisionista, mesiánico y otras lindezas de la propaladas por la derecha; derecha y otros extremos deletéreos y salvajes.

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