Una aplicación gratuita en internet permite analizar las denominaciones de las vías de España, otros 14 países de Europa y Estados Unidos para desvelar qué valoramos
“Los nombres son parte de cómo creamos el mundo que vivimos, entendemos y en el que creemos. No solo están ahí; estamos creando [con ellos] el significado de nosotros mismos”, afirma Natchee Barnd, profesor de Estudios Étnicos en la Universidad de Oregón (EE UU) y autor de un estudio sobre topónimos. Barnd sostiene que las denominaciones de los lugares son un retrato de las sociedades y su evolución muestra qué quieren ser. Una aplicación gratuita en internet, desarrollada por investigadores de las universidades Pablo de Olavide (UPO) y de Sevilla (US), permite observar, a través de los nombres de las calles, de dónde venimos y adónde vamos. Los nombres religiosos no son exclusivos de España o Italia, los científicos escasean, los de mujeres (hasta ahora minoritarios) ganan terreno en los nuevos barrios, los de empresarios se reducen al ámbito de sus lugares de origen, los de artistas mantienen su pujanza y los ominosos de la historia desaparecen o empiezan a ser cuestionados.