Carta publicada en el diario IDEAL de Granada, miércoles 22 de febrero
Sr. Director de IDEAL: La publicación de las ya famosas caricaturas de Mahoma y la subsiguiente reacción violenta de turbamultas fundamentalistas ha desatado un aluvión de artículos que cuestionan los límites del derecho a la libertad de expresión, empezando por nuestro Presidente.
Parece ser que nadie se está cuestionando que además de los límites de la libertad de expresión, habría que cuestionarse los límites de la libertad religiosa.
Es innegable que la conciencia de cada individuo es inatacable, pero en la medida en que las religiones reivindican una proyección pública, el contenido de sus creencias puede y debe ser sometido a escrutinio por todo ciudadano amante de la convivencia pacífica. Y no hablo aquí de criticar aquellas creencias que sean anti-científicas, pueriles o irracionales (o todo ello a la vez) sino simplemente combatir aquellas creencias que propugnen la violencia como método de resolución de conflictos.
Por desgracia las religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islamismo), tienen dos caras, la interna, que se ofrece a los practicantes, y que es, principalmente, una cara bondadosa y pacífica, y la cara exterior, la que se ofrece a los 'infieles', 'ateos', que la defiende de la disidencia, de los proselitistas de otras fes y del poder de otros clérigos.
Esa cara externa, muchas veces belicosa, violenta e intransigente, y tantas veces asesina ha de ser 'derogada', amputada y separada de la cara pacífica. ¿Cómo? Doctores tiene el Islam; la primera medida sería la de extirpar la creencia de que sólo hay un camino para escalar la montaña de la salvación, sea esta lo que sea, y que por tanto que 'fuera del Islam/Iglesia/judaísmo no hay salvación'.
Por ello, mientras las corrientes principales del islamismo mantengan su silencio o complacencia frente aquellas partes de su tradición que justifican a los que asesinan en nombre de Alá o Mahoma, el Islam en su conjunto será sospechoso de colaboracionismo, igual que el cristianismo lo es cuando unos fanáticos apalean a unos actores en nombre del Dios cristiano.
En resumen, mientras siga habiendo personas muy religiosas que maten a perfectos desconocidos en nombre de su fe, seguiré dudando de que las religiones abrahámicas sean una fuerza positiva en las sociedades plurales actuales.