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Los jóvenes y la Iglesia: una relación en peligro de extinción

Un sacerdote, un ex miembro del Opus Dei y un voluntario en una asociación religiosa analizan los porqués del progresivo alejamiento de las nuevas generaciones: solo el 28,2% de los jóvenes españoles de 18 a 24 años se declara católico, 50 puntos menos que hace tres décadas.

La Iglesia católica se enfrenta al creciente descenso en el número de personas que se declaran creyentes. Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en julio de 2021, los jóvenes de 18 a 24 años son en su mayoría no creyentes y conforman el grupo que más porcentaje de católicos ha perdido: del 78,1% de 1990 al 28,2% en octubre de 2021, casi 50 puntos menos. En total, casi un 40% de la población se define como atea, agnóstica o no creyente. Del 60% que sí admite tener creencias religiosas, un 2,2% profesa otro credo diferente al católico, y el 37,9% se declara “no practicante”. Es decir, cree en Dios pero no va a la iglesia o no sigue sus preceptos. De este modo, tan solo el 18,9% de los encuestados se describe como católico practicante.

Joaquín Sánchez (59 años), capellán de la cárcel y del psiquiátrico de Murcia, lamenta esta situación pero ve algunas razones evidentes para explicarla: “La gente ve a la Iglesia en Europa como una institución antigua, decadente y muy retrógrada, que no cumple lo que predica”. Este sacerdote aboga por una Iglesia “más cerca de la realidad”, feminista y ecologista, pero ante todo, “samaritana y misionera”. “Creo que hay modernizar muchos aspectos si queremos seguir adelante. Si no, su futuro está muy negro”, advierte.

“Disfruto yendo a misa pero siento repulsión por los abusos”

Luis Urdiales es un maestro católico de 23 años que perteneció hasta su adolescencia al Opus Dei. Ahora, tras los últimos escándalos de abusos sexuales cometidos por religiosos y algunas crisis de fe, siente que tiene “emociones contradictorias”. “Yo disfruto yendo a misa los domingos y rezando, son momentos para mí mismo, de reflexión, que me ayudan. Pero por otro lado, siento una repulsión absoluta por lo que han hecho esas personas que se denominan de fe. Un cristiano no debería ni siquiera pensar las atrocidades que han hecho estos hombres y entiendo que mucha gente se desligue de la Iglesia por ello”.

Este joven de Cartagena, Murcia, cree necesaria la disculpa de la Iglesia, aunque no la considera suficiente. “Hacen bien en apartar a esta gente del poder y de los niños, pero las medidas que se deben aplicar deben ser mucho más duras, no se puede salir impune después de cometer un delito como este”, defiende.

La Conferencia Episcopal se ha referido de puntillas al tema de los abusos, algo que la ha dejado como rezagada frente a las de otros países como Francia, donde se ha publicado un extenso y demoledor informe que habla de más de 330.000 víctimas. Aquí no solo no se llevará a cabo una investigación, sino que el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, llegó a criticar a los medios de comunicación porque, a su juicio, “incitan a un sexo libre” que “no ayuda” a combatir los abusos sexuales a menores.

Para Joaquín Sánchez, la Iglesia está “por fin” actuando debidamente ante los casos de abusos sexuales. “El Papa Francisco está apartando a esta gente de sus puestos, animando a las víctimas a denunciar y pidiendo perdón por ello, esto es lo que se debería haber hecho desde un principio”, asegura el sacerdote. Este considera vergonzoso cómo “Juan Pablo II no solo encubrió los casos de abusos, sino que encumbró en el Vaticano a Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, aún cuando se sabía que había abusado de menores”. Juan Pablo II presentó en numerosas ocasiones a Maciel como apóstol de la juventud cuando había denuncias desde 1943, e incluso se conocía que había tenido hijos con varias mujeres.

Más allá del tema de la pederastia, Joaquín Sánchez analiza otro de los puntos que, a su juicio, llevan a muchos jóvenes a distanciarse: el político. “A Jesús lo mataron las élites políticas y religiosas del momento. Las religiones, y la Iglesia en particular, han estado siempre prostituida por las élites políticas y económicas. La Iglesia española debería pedir perdón por el papel que tuvo durante la Guerra Civil y la dictadura para empezar a sanar todas las heridas”. Para el sacerdote, “la forma en la que apoyó a quienes provocaron una guerra es inmoral e hipócrita, cuando lo que predica es la paz”. “No solo participó en los abusos, torturas y asesinatos que se cometieron, sino que los legitimó, y eso es gravísimo. Hay mucho dolor aún y qué menos que empezar por pedir perdón”, reflexiona.

Los resabios franquistas de la institución se vieron con más claridad durante el proceso de exhumación del dictador del Valle de los Caídos, con la oposición frontal de los benedictinos de Cuelgamuros y el apoyo implícito y a veces explícito de algunos obispos. La Iglesia continúa “vinculada a su pasado nacionalcatolicista”, opina Sánchez. “Es muy conservadora, de voto de derecha y de ultraderecha, y la gente de izquierdas siente que no tiene un espacio en la parroquia; se siente rechazada”, remacha.

Urdiales, aunque se considera apolítico, entiende de lo que habla el párroco Sánchez. “No creo que sea algo que se fomente ahora dentro de la Iglesia, pero es cierto que sucede y la mayoría de personas que conozco de la Iglesia votan a derechas”. Urdiales asegura que hay un perfil bastante concreto de “persona que va a misa y cree en Dios”. “Yo soy muy hippie, visto muy descuidado y no encajo en el estereotipo de ninguna forma. La gente se sorprende cuando les digo que soy católico y me dice que no me pega. Pero yo creo en Jesús como sinónimo de amor y en la cara de la Iglesia que ayuda a los demás”.

El futuro de los ritos de la Iglesia

Juan Pablo Marín es un joven opositor a bombero que vivió su infancia dentro de la asociación católica ‘Encuentro y solidaridad’. A sus 23 años, sigue considerándose católico y siendo voluntario en un grupo de jóvenes que nació a raíz del movimiento al que pertenecían sus padres. Sin embargo, al igual que el 53,5% de los jóvenes creyentes según el CIS, tampoco va “nunca” o “casi nunca” a misa u otros actos religiosos. “Yo pertenezco al grupo Solidaridad Amistad y Lucha (SAL), donde tratamos de ayudar lo máximo posible. Me gusta pertenecer a esa parte activa de la Iglesia que no es hipócrita”, lanza. Y enseguida remata su argumento: “Esos párrocos que no se mueven de la iglesia ni para dar la extremaunción son unos hipócritas y deberían jubilarse”.

Para Marín “es necesario un relevo generacional” que aúpe la Institución. “Veo curas que se aprovechan de todo el mundo y de su posición. Yo prefiero practicar mis creencias desde el voluntariado a estar en misa. Me parece que ir a ayudar a gente sin hogar o a prostitutas tiene mucho más de cristiano que sentarte a escuchar un sermón y ya”, explica.

Urdiales, por su parte, cree que los métodos de enseñanza y práctica de la fe “están desfasados” y que, aunque no va a desaparecer la costumbre de ir a misa, no será de la forma en que estamos acostumbrados. “No sé si se retransmitirán en streaming por Twitch con Ibai y otros personajes famosos, pero estoy seguro que se hará de forma más interactiva y más llamativa a los jóvenes”, arriesga.

Marín recuerda con cariño las misas a las que asistía cuando era pequeño. “Era muy diferente, mucho más participativas y no el típico levántate, siéntate. Deberíamos volver a algo así, donde se puedan proponer temas actuales que nos interesen a todos y no haya un señor alejado de la realidad soltándote ‘su chapa'”.

La labor de influencers como el youtuber y evangelizador Smdani contribuye, según Marín, a actualizar la concepción que se tiene sobre la Iglesia y a “lavar su imagen” de cara a las nuevas generaciones. “Se necesitan caras jóvenes, que nos hagan reflexionar y sean entretenidos. Está bien que la Biblia contiene parábolas y es una especie de manual en el que basarte, pero hace falta darle una vuelta a cómo se transmite, porque si no el mensaje no va a llegar”.

“Hemos silenciado a Jesús y secuestrado su imagen”

El sacerdote Joaquín Sánchez cree en una “Iglesia basada en el amor al prójimo” y “modernizada para que se acerque a los demás”. Este párroco asegura que no todos los sectores de la Iglesia concuerdan con él, e incluso le han invitado a irse por ello: “Yo he estado muy cuestionado alrededor de la Iglesia. Me han hecho el vacío y me he llegado a sentir muy arrinconado”. Sánchez afirma que “la gente conservadora ha mutilado el evangelio solo para legitimar sus vidas, cogiendo solo aquellas partes que le interesan, sin cuestionar la sociedad en la que viven”.

El cura, que concibe “la fe como una motivación de lucha”, partirá durante las próximas navidades a un campo de refugiados en Grecia para ofrecer ayuda humanitaria, como ya ha hecho en anteriores ocasiones. Para él, este tipo de actuaciones son aquellas que se deberían llevar a cabo desde todos los sectores de la institución. “La Iglesia se empeña en encerrar a Dios en las Iglesias, en los ritos y en los vestuarios, y es un terrible error. La Virgen no querría que la llenásemos de joyas y mantos, querría que se lo diéramos a la gente que lo necesita”.

Sánchez asegura que “hace falta un cambio estructural muy grande, empezando por modificar los ordenamientos de la Iglesia para que sean menos machistas y más libres a la hora de elegir si deseas formar una familia“. Cree que, “por desgracia”, ninguna de estas reformas se llevarán a cabo. “No hay actitud de cambio entre el clero. Hemos silenciado a Jesús y secuestrado su imagen”, opina.

Marín, el futuro bombero, se considera en cambio, “algo más conservador” que el párroco. “Para mí un sacerdote no debe poder casarse o tener hijos porque él tiene que actuar como el padre de todo el pueblo y no puede tener ataduras. Debe estar dispuesto a desplazarse donde haga falta y tener el horario que se necesite”. Piensa también que el hecho de que las mujeres no puedan ordenarse sacerdotes responde “a que la mayoría no quieren ser curas” y no a una discriminación por sexo desde la Iglesia.

Los privilegios de la Iglesia

La vinculación Iglesia-poder sigue presente a día de hoy, según el párroco: “Tengo compañeros que me comentan que la Iglesia está arrinconada en esta sociedad, yo les digo que eso no es verdad, que realmente somos unos privilegiados”, y añade: “La Iglesia católica en España sigue siendo una privilegiada gracias al ConcordatoNi siquiera pagamos el IBI, mi sueldo lo paga la administración pública y ni hablemos del tema de que pudiésemos inmatricular cualquier terreno hasta 2015, eso debería haber sido siempre anticonstitucional”, explica Sánchez.

Se refiere a la capacidad de la Iglesia desde el franquismo para registrar una propiedad (principalmente lugares de culto, pero también terrenos) a su nombre sin tener que presentar ningún documento acreditativo de que esta le pertenecía. Estas actuaciones se vieron respaldadas por la reforma de la ley hipotecaria que llevó a cabo José María Aznar en 1998, permitiendo que 40.000 bienes pasaran a manos de la Iglesia hasta que finalmente quedó derogada en el año 2015 por un toque del Tribunal de Estrasburgo. Tanto el pago del impuesto de bienes inmuebles y las inmatriculaciones son asuntos que el Gobierno quiere abordar con la Conferencia Episcopal. Esta es la lista completa de los bienes inmatriculados que figuran en el censo del Gobierno.

El sacerdote asegura estar dispuesto a renunciar a sus beneficios legales y cree “más que normal” que los miembros de la Iglesia tengan que pagar su alquiler. Sin embargo, el joven opositor a bombero, Juan Pablo Marín, discrepa con el párroco. “El Estado se beneficia de la Iglesia en otros sentidos. Esta hace una labor social increíble con la que le quita trabajo, y en cierta parte me parece bien que se lo compense pagando menos impuestos. Cáritas, por ejemplo, realiza iniciativas que realmente le corresponden al Estado y no terminan de ser financiadas por este”, explica el joven.

Marín opina que la Iglesia tampoco debe dejar de estar presente en las aulas. “Creo que la Iglesia imparte unos valores positivos con sus enseñanzas, nos trata a todos por igual y eso es algo que me parece importante que se aprenda. Quizás debería enseñarse de forma más abierta, que dé cabida a otras religiones o a su historia, pero no creo que deba desaparecer”.

Sin embargo, Urdiales, el joven maestro, considera que la fe debe enseñarse cuando “verdaderamente se sienta interés por ella” y afirma que, en caso de tener hijos, no los involucraría en los eventos religiosos hasta que ellos fueran capaces de decidir si desean ir o no. “Yo antes era un poco hipócrita, hacía las cosas porque mis padres querían, sin pensar. Ahora, si voy a misa es porque a mí me apetece”, sentencia.

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