Los responsables de la revista reiteran que la sátira del belén buscaba burlarse y criticar a la religión católica como institución y piden el archivo del caso impulsado por Hazte Oír
Los editores de la revista Mongolia han tenido que volver a comparecer ante la jueza este miércoles como imputados por un chiste. Y han reiterado lo que ya habían contado: que la sátira de un belén en la portada de su revista se encuadra en la libertad de expresión y no busca ofender a los católicos, sino reírse de la religión.
Ante el juzgado de instrucción 4 de Mataró han declarado Pere Rusiñol y Rapa Carballo, coeditores de la revista, después de que la Audiencia de Barcelona estimara el recurso de los ultracatólicos de Hazte Oír y reabriera el caso al considerar que la portada de la revista satírica de diciembre de 2022 en la que se mofaba de un belén “pudiera perseguir ofender los sentimientos religiosos de la confesión religiosa cristiana (y no solo católica)”.
Antes de Hazte Oír, la misma portada ya había sido protagonista de tres querellas de otros grupos ultraderechistas, Manos Limpias, Abogados Cristianos y una entidad carlista. Todas las causas ya se habían archivado, lo que no ha evitado el uso de la Justicia contra la revista (que tiene que destinar fondos a abogados y procuradores aunque el caso termine en nada), además de suponer un efecto contrario a la libertad de expresión en general al constatar el peligro de que grupos ultras utilicen los juzgados contra contenidos que les molestan.
Según fuentes jurídicas, tanto Rusiñol como Carballo, que han rechazado contestar a las preguntas de Hazte Oír, han insistido ante la jueza en que la portada no tenía como objetivo ofender a los católicos, sino burlarse y criticar “políticamente” a la Iglesia como institución. La declaración del tercer editor de la revista, Darío Adanti, se ha suspendido, aunque la defensa de Mongolia ya ha pedido a la magistrada que archive de nuevo el caso.
La defensa de la revista insiste en la “falta de contenido penal” del caso. “No hay delito cuando se usa la libertad de expresión para expresar discrepancia y críticas satíricas contra una confesión religiosa cuyos símbolos se apartan del criterio lógico o racional y tienen sobre sus espaldas un largo historial de crímenes y otros actos contra los valores del propio género humano”, remarca el escrito.
El caso por el que sido imputada Mongolia ha vuelto a poner sobre la mesa el uso interesado de la Justicia por parte de asociaciones ultras, que emplean delitos decimonónicos como la ofensa a los sentimientos religiosos (un tipo penal que numerosos juristas consideran desfasado y contrario a la libertad de expresión) para perseguir opiniones contrarias a la suya.
La revista ha recibido el apoyo de entidades de derechos humanos como Amnistía Internacional. Como respuesta, Mongolia se ha querellado contra Abogados Cristianos, Hazte Oír, Manos Limpias y la Comunión Tradicionalista Carlista por el “acoso” contra la publicación.





