Los accesorios con símbolos religiosos triunfan entre los jóvenes, sin embargo, muchos de ellos aseguran que se trata sólo de estética más que de una cuestión de fe
“En el nombre del padre, del hijo y de la casa Gucci”, reza una de las frases más icónicas de la película sobre la historia de esta firma de lujo, estrenada a finales de 2021. Y es que, es una realidad, la moda se ha apropiado del poder de la religión, sobre todo de la católica, para robarle fieles. Mientras los collares y pendientes de cruces, así como otros accesorios con símbolos religiosos, triunfan entre los jóvenes, el número de creyentes en España cae y el de ateos crece.
“Nos gusta usarlos porque quedan muy bien estéticamente, pero la mayoría no creen en Dios y los que son creyentes no son practicantes”, reflexiona sobre este tipo de joyería o bisutería Isabel Cuello (17 años), que luce un collar con una pequeña cruz. “Mi hermano mayor Daniel llevaba rosarios. Me gustaba cómo le quedaban y empecé a copiarle”, añade esta joven.
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Sin un significado religioso
Cuello se considera cristiana, pero “eso de ir a misa los domingos no lo llevo al día”, reconoce. Ella misma afirma que no le da un significado religioso a las cruces que lleva, las ve más bien como un accesorio habitual que poco tiene que ver con el catolicismo o la iglesia.
“Al principio sí que podía suponer una cierta reivindicación dentro del mundo de la alta costura, pero ahora es muy normal ver una cruz. Ya ha perdido su significado original. Tanto si eres cristiano, como si no, puedes llevar una cruz o un collar con la cara de la Virgen sin que eso signifique nada”, explica la diseñadora de moda Eva Pinilla de 22 años, quien ha trabajado con Moisés Nieto, artífice de algunos vestidos que ha lucido la reina Letizia.
La influencia de la religión en la moda
Para Eva Pinilla, la moda y la religión se trata de un dúo que podría calificarse como curioso, polémico en ocasiones, pero siempre digno de estudio. “Muchos diseñadores han introducido motivos religiosos en sus colecciones. Además, la alfombra roja de la gala MET del año 2018, que celebró la influencia de las creencias religiosas en la historia de la moda, fue una de las más comentadas”, señala la diseñadora.
“También la imaginería católica está presente en muchos desfiles y es un clásico en algunos diseñadores como Dolce & Gabbana”, añade. De hecho, éste último materializó referencias católicas con vírgenes impresas en camisetas y pantalones en su colección primavera/verano del año 2016. Por otro lado, Pinilla afirma que los diseñadores españoles no son ajenos a esta inspiración, y pone de ejemplo a Cristobal Balenciaga, “uno de los máximos exponentes de esta influencia”.
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Los colgantes y pendientes de cruz arrasan
Carmina Román trabaja en la joyería Román de la calle Virgen de Luján, en Sevilla. Confirma a Consumidor Global que ha vendido bastantes colgantes con cruces, sobre todo, a chicas jóvenes en los últimos meses. “En estos momentos no me queda ninguno”, confiesa. En este establecimiento se pueden adquirir desde una gargantilla de plata con baño de oro y cruz latina por 36,75 euros a una gargantilla de plata con cruz en circonitas de colores por 44,25 euros.
Mientras, en la joyería Capdevilla, situada en la calle Consell de Cent de Barcelona, el precio de sus colgantes con cruces puede alcanzar hasta los 500 euros. “Se venden mucho”, comenta el dependiente, que prefiere mantenerse en el anonimato. Detalla que ahora este tipo de complementos los demandan muchos jóvenes, pero que va dirigido a toda clase de público. Y otra muestra muy clara de ello es que en Amazon, dentro de la categoría joyas, los collares con cruces se posicionan entre los 20 artículos más vendidos de la plataforma. Y sus precios varían entre los12,59 euros hasta los 49 euros.
Más símbolos religiosos y menos creyentes
Aunque España todavía existe cierta tradición católica, lo cierto es que, según los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el porcentaje de personas que se definen como católicas ha bajado desde el 90,5 % en 1978 hasta el 55,4 % en 2021, la cifra más baja de la historia.
Por su parte, el número de personas que se declaran no creyentes (ateos, agnósticos, indiferentes, etc.) se ha multiplicado por cinco en este tiempo: de un 7,6% ha pasado a un 39,9% en el último año. No obstante, por la calle, cada vez es más habitual ver crucifijos adornando cuellos y orejas, sobre todo entre la generación Z. ¿Será que algunos clásicos, también en estos casos, nunca pasan de moda?
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