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Los 60 enchufados de monseñor Martínez

COMENTARIO: Los conciertos educativos pagados con dinero público para costear el adoctrinamiento fundamentalista de este arzobispo integrista y su secta de “cielinos”. ¿Es justo que los fondos públicos sirvan a este propósito? ¿Qué se diría si esto ocurriese con escuelas coránicas, ateas o anarquistas?


Cuentan algunos sectores del clero de Granada que en los colegios del Patronato San Juan de Ávila, dependiente de la diócesis, obligan a profesores a asistir a las reuniones de catequesis y charlas religiosas. “El que no va, no sale en la foto”, relatan a andalucesdiario.es fuentes consultadas. En estos centros escolares, once en total, todos ellos concertados, el arzobispo de Granada, Javier Martínez, ha ido colocando a su gente, los ‘cielinos’, el movimiento eclesiástico al que pertenece el prelado. Ellos son los que controlan realmente las actividades extraescolares dirigidas al profesorado.

Los ‘cielinos’ son una versión más o menos actualizada de los Legionarios de Cristo. Forman un grupo de presión dentro de la Iglesia que busca tener presencia en las élites, en el mundo universitario y centros de enseñanza. En Granada nunca ha tenido fuerza, algo que ha obsesionado a Martínez y que ha tratado de remediar contratando a seglares del movimiento Comunión y Liberación en colegios, organismos dependientes de la diócesis, centros formativos que ha creado y sociedades mercantiles que él mismo ha promovido.

LA ÚLTIMA CONTRATADA, UNA SOPRANO

“Son empleados por cuenta ajena para el adoctrinamiento de la gente, la delación y el control de los centros”, aseguran las fuentes consultadas. Los ‘cielinos’ prácticamente inexistentes en Granada hasta que Javier Martínez llegó al arzobispado, están hoy en los colegios concertados del Patronato San Juan de Ávila, en la Escuela de Magisterio la Inmaculada (también, dependiente de la diócesis), donde el arzobispo echó a profesores para colocar a los suyos, en las oficinas administrativas de apoyo al arzobispado y, sobre todo, en la red de los costosos centros de formación y sociedades mercantiles que ha creado.

Las fuentes consultadas por andalucesdairio.es aseguran que Martínez ha colocado a unas sesenta personas de la órbita de Comunión y Liberación. Una de sus últimas ocurrencias ha sido contratar a una soprano, Verónica Gosh, como salmista de la catedral. La soprano, también ‘cielina’, es uno de los tantos empleados del grupo ultracatólico en la diócesis de Granada.

TERMINALES PEDAGÓGICAS

Sueldos aparte, que son elevados en el contexto actual, los ‘enchufados’ de Martínez no salen baratos. Los centros de formación creados por el prelado se nutren de los fondos de la diócesis, que aporta de media un millón de euros al año para sostenerlos. En la liquidación de los presupuestos de 2012 queda constancia de que la diócesis granadina aportó ese año 292.392, 41 euros para el Instituto de Filosofía Edith Stein, un centro que, al parecer, solo tiene tres alumnos, que organiza conferencias y que ahora imparte un máster online de Estética, Lectura y Escritura Literaria. El mismo año, la diócesis aportó 138.182,16 euros para el Instituto de Teología Lumen Gentium, también ideado por el arzobispo, en el que hay 30 seminaristas, 7 religiosas y 3 seglares. Además, financió el Centro Internacional para el Estudio del Oriente Cristiano (ICSCO), con 119.199 euros, y el Centro Cultural Nuevo Inicio, con 45.489 euros.

‘CÁSATE Y SÉ SUMISA’

Estos centros no pagan renta y están gestionados por ‘cielinos’. Tienen su sede en locales de la diócesis, al igual que las sociedades mercantiles constituidas por el prelado: la editorial Nuevo Inicio, que publicó el polémico libro ‘Cásate y sé sumisa’, la agencia de Viajes San Cecilio y la librería Cruz de Elvira.

Una de las cosas más cuestionadas de la gestión de Martínez son los centros de estudios y sociedades que ha creado. Critican su elevado presupuesto y su nula rentabilidad social. Y creen que la diócesis está sufragando las veleidades seudo-culturales del arzobispo y de sus seguidores de Comunión y Liberación, a los que ha colocado como empleados por cuenta ajena para adoctrinar a la gente.

Todos los centros y sociedades creadas por el prelado tienen un objetivo ideológico. El arzobispo de Granada está en las tesis más radicales del ultracatolicismo. Sus críticos lo definen como un hombre autoritario, integrista y ultraconservador, que está obsesionado por el control económico de los fondos de la diócesis para poner el dinero al servicio de sus objetivos ideológicos.

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