Comentarios del Observatorio
El pronunciamiento de las jerarquías eclesiásticas sobre los asuntos de la institucionalidad pública es un acto de clericalismo siempre, pero en este caso, parece que la intervención de un cardenal puede ser decisiva nada más y nada menos que para la elección del presidente de un país. Este acto de injerencia religiosa en el ámbito público es escandaloso por su magnitud. Que sea un jerarca religioso quien defina en última instancia un elección presidencial coloca a la Iglesia por encima del Estado. Es algo del todo inadmisible.
La crisis insititucional del país parece irresoluble
En plena Semana Santa, el cardenal Raï recibirá a los diputados libaneses cristianos en Harissa. El objetivo es desbloquear la situación de punto muerto que impide la elección de un presidente para el País de los Cedros. Las expectativas políticas en torno al encuentro son modestas, al menos ésta es la opinión general en los círculos vaticanos y en la opinión pública.
Tras varias semanas de contactos entre las partes, el Patriarca maronita encontró finalmente la mejor manera de reunir a los 64 diputados cristianos bajo su égida: los convocó a un «retiro espiritual» de unas horas. Así lo anunció en la fiesta de San José, el domingo pasado. El «retiro» tendrá lugar en el hotel de peregrinos de Bethania (Harissa), el próximo 5 de abril, en plena Semana Santa.