Las asociaciones memorialistas lamentan que los monjes benedictinos se queden en el mausoleo y creen que eso “dificulta” la transformación del espacio debido al papel de pilar fundamental que la Iglesia desempeñó durante el franquismo
El pacto entre el Gobierno y la Iglesia para resignificar el Valle de Cuelgamuros no ha sentado bien a las asociaciones de víctimas del franquismo. Aunque en su seno conviven voces diversas sobre cuál es la mejor solución para el faraónico mausoleo mandado construir por Franco para honrar su victoria en la Guerra Civil, todas coinciden en algo: la permanencia en la basílica de los monjes benedictinos, que en varias ocasiones el Ejecutivo de Pedro Sánchez prometió desalojar, es “incompatible” con una transformación completa del espacio y “una falta de respeto” dado el papel que tuvo la Iglesia durante la dictadura.