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Las nuevas espiritualidades

El investigador explica por qué los sectores medios urbanos se suben al movimiento del gurú Ravi Shankar u otros similares, desmenuza cómo las nuevas formas de espiritualidad se asocian al éxito y el dinero, y analiza el uso político que de

“Evidentemente (Mauricio) Macri se da cuenta de que este fenómeno de las espiritualidades que han prendido en los sectores medios urbanos es algo que tiene cierta repercusión y es, al mismo tiempo, coherente con ciertos valores del PRO, y hace uso político. Mucha gente del PRO está metida en estos movimientos de espiritualidades asociadas al efectivismo, al confort, al pensamiento positivo, a evitar la confrontación. Ahí hay una afinidad electiva”, describe el sociólogo y doctor en antropología social Nicolás Viotti, investigador del Conicet en Flacso. Viotti está estudiando cómo la espiritualidad se vincula con la lógica económica y particularmente la propuesta de El Arte de Vivir. En estos últimos cuatro días se sumergió en la megaferia de espiritualidades que promocionó el gobierno porteño y hoy tiene previsto sumarse al gran evento de meditación en el Planetario, con la presencia estelar del fundador de El Arte de Vivir, el gurú hindú Sri Sri Ravi Shankar. En una entrevista a Página/12, compartió su mirada sobre el fenómeno y evaluó que en Buenos Aires se vive “una mercantilización del boom de la espiritualidad, que incluye experiencias como El Arte de Vivir, o la venta de libros de autoayuda como los de Ari Paluch, Claudio María Domínguez, Bernardo Stamateas y Pilar Sordo”.

Viotti dice que le llama la atención la mirada crítica hacia El Arte de Vivir de ciertos sectores medios progresistas.

–Las críticas que se escuchan tienen que ver con el tema del dinero que manejan. Incluso la AFIP está investigando a la fundación por presunta evasión impositiva.

–Muchas de las miradas estigmatizantes asocian rápidamente ese tipo de prácticas a lo falso o que es un negocio. El Arte de Vivir maneja muy bien el lenguaje empresarial y es muy efectivo. Su marketing es muy bueno. Tiene un discurso de mucha flexibilidad, es muy liberal, cada uno hace lo que quiere. Está hecho para que todo el mundo pueda participar. Es un espacio muy abierto y creo que su éxito radica en eso también. Está inserto en un movimiento de nuevas espiritualidades. Son ofertas que tienen que ver con la idea del bienestar, que está en línea con el auge de las psicoterapias breves.

–¿Cómo se vincula la cuestión de la espiritualidad y la economía?

–Lo que introduce la crítica a El Arte de Vivir es que es un movimiento que tiene una lógica empresarial muy visible. Mucha gente va a meditar y ve la publicidad de Aerolíneas Argentinas o de una marca de agua y eso le llama la atención. Porque en la mentalidad argentina católica más ascética, espiritualidad y dinero no se tocan.

–Es más de una lógica protestante.

–Exactamente. Justamente tiene que ver con esta creencia americana de El Arte de Vivir, pero también tiene que ver con una lógica propiamente hinduista. En el hinduismo hay una idea de prosperidad como algo que es positivo. En algún sentido, se lleva bien con el protestantismo en algún nivel, y con la cultura de la mercancía. A mí no me interesa criticar esto, sino ver cómo funciona y se interpela una cultura donde eso es dominante. Uno ve a la gente que va a El Arte de Vivir y se da cuenta de que no son hippies alternativos, underground: es gente que ya está inmersa en un cultura donde el valor del dinero tiene sentido. El Arte de Vivir dialoga bien con esa cultura. Si uno pudiera decir por qué tiene tanto éxito en la Argentina, una de las razones podría ser ésa: habla el lenguaje que habla la gente de sectores medios inmersa en una cultura de consumo. Y además tiene un lenguaje que habla de cosas cotidianas, de problemas concretos. Buena parte de su discurso es la lucha contra el estrés. Mucha gente que se incorporó estuvo con depresión, tuvo estrés o el estilo de vida urbano lo angustia o no puede dormir, o le duele la espalda. Desde cuestiones más banales hasta otras más complejas, como gente que la pasa mal porque se separó, porque murió la mamá, problemas que todo el mundo tiene, y que El Arte de Vivir consigue dialogar con un lenguaje simple. Pero si uno va a un grupo carismático católico, sucede lo mismo. Si escuchás buena parte de los discursos de los libros de autoayuda, también. No es exclusivo de El Arte de Vivir. Pero tiene además una cuestión corporal que es un tema importante: la revinculación con tu cuerpo, hacés yoga, te movés, bailás, la meditación. Mucha de la gente que participa de El Arte de Vivir no tuvo esa relación con el cuerpo porque no la tuvo en sus biografías personales. Es la idea de vincular cuerpo, mente y espíritu.

Como buen antropólogo, Viotti concurrió en estos días a las conferencias y cursos que ofreció FeViDa. Por eso tiene en una muñeca la pulserita amarilla que permitía el ingreso a la megaferia en el Centro Municipal de Exposicones, y en la otra, una verde, para el curso del segundo nivel de El Arte de Vivir, cuyo costo es de 850 pesos. Pero, aclara Viotti, se paga una sola vez y el interesado puede volver a hacerlo todas las veces que quiera. El viernes, participó con 5000 personas de una meditación con Ravi Shankar.

La tesis doctoral de Viotti, que hizo en la Universidad Federal de Río de Janeiro, fue una etnografía sobre la espiritualidad en sectores medios de Barrio Norte de Buenos Aires. “Acompañé a muchos grupos religiosos durante un año, para entender las prácticas cotidianas, para entender cómo se hace el cambio religioso en sectores medios. Ahí no estudié a El Arte de Vivir, sino a otros grupos.” Cuando hace dos años regresó a la Argentina “empecé a percibir que El Arte de Vivir era algo visible. Ahora estoy estudiando la relación entre esta nueva espiritualidad en sectores medios y la lógica económica que conlleva”.

–¿Cuál es el perfil de los adeptos?

–Gente de sectores medios, profesionales. No son ni sectores populares ni de élite. Tiene mucha gente periférica que hace sus cursos, y después circula en otras experiencias, terapias de vidas pasadas, de ángeles, calendario maya.

–¿Cuál es la filosofía que hay detrás del Arte de Vivir?

–Es un movimiento que surge en India, donde hay gurúes por todos lados; en cualquier ciudad hay un montón. En el contexto de la descolonización de India y un poco antes, en realidad, hay un fenómeno que vincula los movimientos políticos nacionalistas con el hinduismo. En ese contexto hay una reivindicación fuerte de los gurúes. Durante el colonialismo, habían sido desprestigiados, desde el punto de vista de los ingleses. Entonces, en ese proceso de descolonización, se da un fenómeno fuerte en el cual empiezan a salir de India y a difundir esas prácticas hinduistas en Occidente. En India se llaman English gurus, porque hablan en inglés. Entre ellos está Maharishi Mahesh Yogui, que fundó la meditación trascendental, fue a California, y Los Beatles se engancharon con él. Ravi Shankar es alumno de Maharishi, y en los ’80 funda El Arte de Vivir en California, para un mercado muy occidental. Ahí tenés ya una pauta del tipo de hinduismo que es: es muy americanizado. Está en sintonía con Sai Baba, Osho. Son los gurúes americanizados. Ese fenómeno se empieza a expandir. El Arte de Vivir comienza a crecer mucho en Rusia, Mongolia, entre otros países. Y en Argentina, a partir de los ’90. Muchos tenemos amigos que fueron a El Arte de Vivir.

–¿Por qué le interesa estudiar las nuevas espiritualidades?

–No se trata de verlas como un fetiche. Estudiarlas permite encontrar otro tipo de relaciones que tiene que ver con esta cultura económica que creció en la Argentina a partir de los ’90. Esta idea del consumo, de vivir en un contexto marcado por el dinero. Esto es parte de ese fenómeno. Por el otro lado, la cuestión del cambio de la subjetividad que esto está produciendo. Hay un modelo de subjetividad que no es más la idea clásica del individuo. Es un individuo que está en vínculo con otras personas, que en un sentido es más holista, porque vincula cuerpo, mente y espíritu, es esta idea de la prosperidad económica. Hay una idea más cercana a la idea de bienestar y confort personal que al modelo más clásico de la culpa más católica.

–¿El crecimiento de este fenómeno está relacionado con la pérdida de la hegemonía de la Iglesia Católica?

–A mí me parece importante analizar la positividad de estos movimientos, no tanto si surgen por la crisis de la Iglesia Católica o la crisis económica. Esta idea de que la Iglesia Católica pierde hegemonía sobre la sociedad argentina es interesante y hasta cierto punto cierta. Pero si uno tuviera una historia –que no la hay– sobre las espiritualidades alternativas en Argentina, vería otras cosas. En el país, el espiritismo fue muy fuerte en los años ’30, se puede reconstruir grupos esotéricos en los años ’40 y ’50. Si hubiera una historia sobre cómo la gente en los barrios de Buenos Aires vivía las prácticas religiosas, tal vez esa desregulación del dominio de la Iglesia Católica –que se observa en la actualidad– no fuera tan radical, y ya podría haber estado antes. Pero eso es tema de discusión.

–¿Cómo vincula El Arte de Vivir con la política? El gobierno macrista le dio una fuerte difusión al evento.

–Mi opinión personal es que no es un movimiento partidista. Y tiene ciertos valores humanitarios que son tan genéricos que podrían encajar en cualquier cosa. Evidentemente Macri se da cuenta de que este fenómeno de las espiritualidades es algo que tiene cierta repercusión y es al mismo tiempo coherente con ciertos valores del PRO y hace uso político. Mucha gente del PRO está metida en estos movimientos de espiritualidades asociadas al efectivismo, al confort, a estar en equilibrio para tener una gestión efectiva, al pensamiento positivo, evitar la confrontación. Ahí hay una afinidad electiva. El hecho de que El Arte de Vivir se haya vinculado con Macri es más una consecuencia de eso que una causa.

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