Las últimas tensiones con la Iglesia refuerzan las posiciones socialistas que abogan por ser más beligerantes con la jerarquía católica
El secretario de Organización del PSOE expresó la pasada semana su enojo con la jerarquía católica con una frase lapidaria: «Los obispos quieren imponer a todo el mundo la obligatoriedad de la asignatura de Religión y el PSOE no lo va a consentir». José Blanco, ahora muy disgustado, fue uno de los impulsores de la novedosa Coordinación de Cristianos Socialistas, que gestiona Carlos García de Andoin, antiguo responsable de los laicos en la diócesis de Bilbao, entonces a las órdenes de monseñor Ricardo Blázquez.
La irritación dentro de las filas socialistas contra los prelados ha desbordado algunos límites y ha empeorado unas relaciones que parecen estar abocadas a la tensión permanente. Es cierto que el programa electoral del PSOE dedicaba muy poco espacio al tema de la Religión. Hay que mirar con lupa en las 206 páginas del texto para encontrar alguna referencia. En el capítulo dedicado a la educación, piedra angular del partido, se deja muy claro el propósito de «potenciar los valores y atender las necesidades de una escuela pública y laica» y de restablecer «el carácter voluntario y no evaluable de la enseñanza de la religión». Son la únicas menciones, además del compromiso de un «marco de concertación para el disfrute público del patrimonio eclesiástico», éste ya en el epígrafe de la cultura.
Pese a esta ausencia en el ideario electoral, en el seno de la formación de Rodríguez Zapatero no primaba plantar cara a la Iglesia, aunque muchas de las iniciativas contempladas iban a levantar chispas entre la jerarquía católica. La corriente más pragmática del PSOE, encarnada en figuras como las de María Teresa Fernández de la Vega, Alfredo Pérez Rubalcaba o el propio Blanco, valoran el «poder fáctico» de la Iglesia, un actor con el que hay que entenderse dada su influencia en el juego social, y es consciente de la base católica en su electorado. Sin embargo, desde los sectores más conservadores de la Conferencia Episcopal se ha criticado al inquilino de La Moncloa por una actuación que entienden «sectaria» y que asemejan con la de Azaña en tiempos de la República.«Existe una persecución de lo religioso», denuncian.
La beligerancia de los obispos contra el Gobierno socialista en temas como las uniones homosexuales y la reforma educativa, una postura que en el núcleo duro del PSOE se considera «cargada de partidismo», es lo que ha irritado al Ejecutivo y ha reavivado el 'alma laicista' de la formación que fundó Pablo Iglesias. Pese al efecto modulador del núcleo más pragmático, los graves desencuentros de las últimas semanas han surtido de munición a los sectores más 'agresivos' contra la Iglesia, cuyo ideario cala con más profundidad en lo que supone un rearme de la identidad socialista.
¿Quiénes integran esas familias más combativas? En el reciente debate sobre la enmienda a los Presupuestos que abogaba por eliminar la financiación a la Iglesia, en el que siete parlamentarios socialistas votaron a favor o se abstuvieron, se pudo visualizar a algunos de los miembros más activos, aunque no a los más influyentes. Álvaro Cuesta es ya un clásico en la 'Armada laicista'. Desde 1993, el responsable de la Secretaría de Libertades Públicas ha defendido una enmienda contra la «sobrefinanciación» de la Iglesia, aunque sin ningún éxito. El diputado sostiene que su posición parte de un planteamiento «de desarrollo constitucional, no anticlerical» contra lo que considera una «discriminación al resto de las confesiones».
Victorino Mayoral, otro de los parlamentarios 'rebeldes', representa al PSOE en el Intergrupo por el Laicismo del Congreso y dirige la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular. El diputado cacereño preside, también, la Fundación Educativa y Asistencial Cives -fue creada en 1996-, una organización como la Liga, que propicia el conocimiento y la difusión de los principios de la laicidad, e impulsa una plataforma ciudadana por una sociedad laica. Consideran que la población española se identifica, en su mayoría, con un proceso de secularización y pluralismo moral y religioso, por lo que rechazan el mismo rango de la Religión con otras asignaturas y abogan por denunciar los acuerdos Iglesia-Estado «por su carácter preconstitucional que otorga posiciones de privilegio».
Aurora Ruiz es otra destacada personalidad que milita en favor del 'humanismo laico', en línea con el ideal pedagógico de los maestros de la Institución Libre de Enseñanza. Ex-consejera de Educación en la Comunidad de Madrid, dirige el Colectivo Lorenzo Luzuriaga, constituido en 1998 en memoria del que fuera un destacado pedagogo manchego –con sangre navarra en sus venas-, que tuvo exiliarse en 1936. La actuación de este colectivo se enmarca en el ámbito de estudios de la UGT y tiene su sede en Madrid, en la Escuela Julián Besteiro.
La Carlos III
En la Universidad Carlos III también se produce un volumen importante de iniciativas laicistas. El rector de la institución académica, antiguo vaticanista en tiempos de la Transición -fue propuesto para dirigir Justicia y Paz en sustitución del democristiano Joaquín Ruiz Giménez- ha endurecido su posición frente a la jerarquía, a la que acusa de trabajar para mantener sus privilegios. Gregorio Peces Barba, catedrático de Filosofía del Derecho y en la actualidad Alto Comisionado para las Víctimas, matiza que no se trata de que se la quiera encerrar en las sacristías, pero arremete contra la Iglesia-institución haciendo suyo un discurso de Víctor Hugo, quien, en enero de 1850, atacaba a quien «quiere enclaustrar el pensamiento en el dogma».
En la órbita de Peces Barba, miembro destacado en el 'comité de notables' que asesoran a Zapatero, se mueve un grupo de personas, de sólida preparación intelectual y marcada militancia laicista. Su 'número dos', en el cargo de vicerrectora, fue la actual ministra de Educación, María Jesús San Segundo, quien, sin embargo, ha tenido un papel secundario a la hora de negociar la reforma educativa. En la Carlos III funciona una Cátedra de Laicidad y Libertades Públicas, que dirige Dionisio Llamazares, director de Asuntos Religiosos en tiempos de Felipe González. El catedrático de Derecho Eclesiástico es un militante activo contra una Iglesia que pretende «imponer su moral» a todos los ciudadanos.
Todos ellos son nombres habituales en foros que abordan el tema del laicismo, sobre todo en el ámbito de la enseñanza, su niña mimada. El programa para estar en la calle es permanente. Este fin de semana se ha celebrado en Madrid un congreso sobre el Año Europeo de la Ciudadanía a través de la Educación, con un comité científico en el que figuran Peces Barba y Llamazares. Y el próximo 15 de diciembre se presenta en la capital de España el libro '¿Qué es el laicismo?', de Luis María Cifuentes, director de la Fundación Cives. La relación es muy directa con el colectivo Europa Laica, cuyo presidente de Honor es Gonzalo Puente Ojea, ex embajador español en el Vaticano. Estos días en los que Ricardo Blázquez reivindica el 'espíritu de la Transición' para volver al diálogo institucional entre el Gobierno y la Iglesia, intelectuales socialistas añoran a una jerarquía que favoreció el advenimiento del nuevo régimen político en 1977, «sin comprometerse unilateralmente con ningún partido». ¿El 'espíritu de Tarancón', que en su famosa homilía en los Jerónimos ante el Rey, en noviembre de 1975, reafirmó la libertad y responsabilidad exclusiva del Estado? Lo recordaba no hace mucho tiempo su 'albacea intelectual', el padre Martín Patino, presidente de la Fundación Encuentro, al defender los 'rasgos constitucionales' de la laicidad.