Hace varios días el presidente López Obrador prometió a 20 líderes de la Confraternidad de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) el acceso a medios de comunicación masiva (radio y televisión), facilidades para acceder a cárceles y hospitales y la posibilidad de cooperar en los programas gubernamentales. El colectivo liderado por el pastor Arturo Farela Gutiérrez se reunió en dos oportunidades con el presidente, quién dio instrucciones al gabinete de resolver estas solicitudes, viendo que «no fuera necesario cambiar la Constitución».
Esta oferta sacudió los cimientos del laicismo mexicano, o más precisamente de ciertos colectivos que defienden las banderas del «Estado laico». En verdad el presidente no ofreció nada nuevo que no fuera de acceso a las iglesias. La Ley reglamentaria de asociaciones religiosas permite a los ministros de culto ingresar a prisiones y hospitales para ejercer su ministerio. Para Navidad los obispos católicos suelen hacer misas en las prisiones y el Papa Francisco y Juan Pablo II se reunieron con enfermos y presos durante sus estancias en México.
El punto más polémico estuvo centrado en el acceso a medios masivos de comunicación y en forma subrepticia, aunque no menos discreta a la figura del pastor Farela y a los contenidos que se supone dirían los evangélicos por los supuestos medios a los que accederían. Para algunos analistas el acceso de los evangélicos a los medios sería el derrumbe del Estado Laico. El discurso de la laicidad oscilaba entre las iglesias que deberán estar separadas del Estado y las propuestas de los evangélicos y particularmente el multimencionado Farela sobre temas de moral sexual, familia y salud reproductiva. Vamos por partes:
En los ricos es alegría y en los pobres borrachera. Las iglesias y particularmente la Iglesia Católica Apostólica y Romana tienen la propiedad de medios en México, es dueña de María Visión que trasmite desde el Estado de México. Los principales canales de televisión abierta y la radio difunden programas de abierto proselitismo católico y es sabido que los legionarios de Cristo participan del capital accionario de un medio de televisión abierta muy importante. La Iglesia Universal del Reino de Dios Pare de Sufrir, los mismos que le hicieron la campaña electoral al capitán Jair Bolsonaro, para la presidencia de Brasil, tiene un acceso irrestricto a radio y televisión en forma sistemática en nuestro país. Si usted tiene preocupaciones neopentecostales puede buscar el canal de televisión Enlace. Los jesuitas tienen Radio Ibero y los legionarios de Cristo, Radio Anahuac. Sintetizando, las iglesias ya tienen medios, todos lo sabemos y los «campeones de la laicidad» nunca dijeron nada. ¿Cómo le hacen? muy simple los medios son propiedad de una asociación civil, y la participación accionaria de la Legión se esconde en el «anonimato» de sociedades de inversión. Todos sabemos que tienen una holding que incluye la propiedad de un banco. Estamos anclados en la «simulación» del siglo pasado. Las restricciones no llegan al mundo virtual, donde existen radios y televisión por internet que trasmiten sistemáticamente, más los medios «no formalizados» que se instalan dónde pueden, 800 dólares es lo que cuesta una trasmisora de FM.
La novedad es la trasparencia. Lo nuevo es que el presidente planteó se viera como incluir dentro del marco legal que las iglesias, sin prestanombres, tuvieran medios abiertos. Es una cuestión de libertad de expresión y de difundir las ideas sin censura previa, derechos constitucionales reconocidos a nivel nacional e internacional. Qué a muchos no les gusta lo que suponen que dirán los evangélicos, que no están de acuerdo con Confraternice, es probable. Bienvenida la polémica, la discusión y la crítica, son claves en la construcción de una sociedad democrática.
Elio Masferreer Kan
(Profesor Investigador Emérito ENAH-INAH)