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Laicidad, ética y políticas públicas · por Jandaraci Ferreira de Araújo

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El avance de los líderes evangélicos en los municipios

El crecimiento de la población evangélica en Brasil ha provocado cambios significativos en la escena política municipal. Cifras recientes indican que, en 2026, los evangélicos representarán cerca del 36% de la población brasileña (IBGE, 2022). Este crecimiento se refleja en la elección de alcaldes, concejales y en la ocupación de cargos estratégicos en las administraciones municipales por miembros de iglesias evangélicas, lo que plantea interrogantes sobre la ética, la laicidad del Estado y el impacto en las políticas públicas.

La Constitución Federal establece que Brasil es un Estado laico (art. 19, CF/88), principio que garantiza la neutralidad del Estado en materia religiosa. La laicidad significa que el Estado no puede favorecer ni discriminar a ninguna religión y debe permanecer imparcial para garantizar la libertad de creencia y la igualdad entre los ciudadanos.

Sin embargo, la creciente influencia de los grupos religiosos en la gestión municipal ha comprometido este principio constitucional fundamental, dando lugar a políticas que favorecen valores confesionales específicos en detrimento del interés público y la pluralidad social. Esta situación amenaza tanto la libertad religiosa como la igualdad de trato que el Estado debe garantizar a todos los ciudadanos, independientemente de sus creencias.

La autonomía del Estado en la formulación de políticas públicas es esencial para garantizar la pluralidad democrática. Cuando los líderes religiosos asumen posiciones estratégicas en la gestión pública, las decisiones pasan a estar guiadas por determinados principios morales, en lugar de basarse en la evidencia y en la garantía de los derechos fundamentales. Esto se vuelve aún más problemático cuando afecta a sectores esenciales como la educación y la sanidad. El laicismo es un principio fundamental para construir un Estado que respete la diversidad y garantice la igualdad de derechos de todos los ciudadanos. El uso de cargos públicos para promover agendas religiosas viola el principio de imparcialidad y pone en peligro la neutralidad de las políticas públicas, abriendo espacio a prácticas discriminatorias y a la restricción de derechos, especialmente de minorías religiosas y sociales.

El auge de los líderes políticos evangélicos ha llevado al amaño de las instituciones municipales, con el nombramiento de miembros de la Iglesia para cargos estratégicos sin criterios técnicos, comprometiendo la gestión pública. Este dominio influye directamente en la formulación y ejecución de políticas, especialmente en educación y salud, donde la presencia predominante de representantes religiosos en los consejos municipales interfiere en la imparcialidad de las decisiones. Como resultado, las directrices esenciales ya no se basan en pruebas científicas y en la pluralidad social, lo que pone en peligro la neutralidad del Estado y la garantía de los derechos fundamentales.

La aplicación de la Ley 10.639/03, que obliga a la enseñanza de la historia y la cultura afrobrasileñas y africanas, encuentra resistencia en los municipios donde la administración está fuertemente influenciada por líderes evangélicos. Muchos gestores y secretarios de educación afirman que entra en conflicto con sus valores, restringiendo o distorsionando el contenido de la ley. El predominio de concejales vinculados a la iglesia en los consejos de educación agrava esta situación, dificultando la adopción de materiales y metodologías acordes con la legislación. Este debilitamiento de la laicidad pone en riesgo la libertad de enseñanza, comprometiendo la diversidad y la inclusión y afectando la construcción de una sociedad plural y democrática.En salud, la presencia de gestores públicos influenciados por el dogma religioso también ha tenido un impacto negativo. En Brasil, el aborto está permitido en tres situaciones: riesgo para la vida de la gestante, anencefalia fetal y embarazo resultante de violación (Art. 128, Código Penal Brasileño). Sin embargo, en los hospitales municipales gestionados por administraciones evangélicas, hay informes de obstrucción al acceso al procedimiento, incluso en los casos previstos por la ley*. Se presiona a los profesionales de la salud para que no atiendan a pacientes que solicitan un aborto legal, creando un escenario en el que se violan los derechos reproductivos de las mujeres.

La composición de los consejos municipales de salud, a menudo dominados por representantes religiosos, influye directamente en la definición de las directrices asistenciales, lo que se traduce en la priorización de agendas conservadoras en detrimento de la garantía de los derechos fundamentales. La laicidad del Estado es esencial para garantizar que las políticas sanitarias se basen en pruebas científicas y en los derechos garantizados por la Constitución, y no en la moral de grupos religiosos específicos.

La ética pública se ve comprometida cuando los funcionarios utilizan recursos municipales para favorecer intereses religiosos, como la concesión de terrenos, la financiación de actos religiosos o la priorización de presupuestos para proyectos vinculados a iglesias. Prácticas como el nepotismo, prohibidas por el Tribunal Supremo (Precedente Vinculante nº 13), se convierten en habituales con el nombramiento de pastores y familiares sin criterios técnicos en administraciones con fuerte influencia evangélica. Este debilitamiento del laicismo desvía la gestión de los principios democráticos, generando desigualdades en el acceso a las políticas públicas y beneficiando a grupos específicos en detrimento del interés colectivo.

La creciente presencia de líderes evangélicos en las administraciones municipales requiere atención y regulación, especialmente para garantizar que se respete la laicidad del Estado y que las políticas públicas no se vean distorsionadas por intereses religiosos. El predominio de evangélicos en los consejos municipales de salud y educación refuerza la necesidad de mecanismos que garanticen la imparcialidad y la observancia de los derechos constitucionales de toda la población brasileña.

El respeto a la laicidad del Estado es esencial para garantizar que las políticas públicas se rijan por los principios de igualdad, ciencia y derechos fundamentales. La neutralidad religiosa en la gestión pública garantiza que las decisiones se tomen de forma técnica e inclusiva, sin imposiciones morales que limiten el acceso a los derechos garantizados por la Constitución.

*Fuente: Informe de Human Rights Watch sobre Derechos Reproductivos en Brasil, 2023

**Fuente: Tribunal de Cuentas Federal – Informe sobre la Financiación de Entidades Religiosas con Fondos Públicos, 2022

O avanço das lideranças evangélicas nos municípios

O crescimento da população evangélica no Brasil tem provocado mudanças significativas no cenário político municipal. Dados recentes indicam que, até 2026, os evangélicos representarão cerca de 36% da população brasileira (IBGE, 2022). Esse crescimento se reflete na eleição de prefeitos, vereadores e na ocupação de cargos estratégicos em administrações municipais por membros de igrejas evangélicas, levantando questionamentos sobre ética, laicidade do Estado e o impacto nas políticas públicas.

A Constituição Federal estabelece o Brasil como Estado laico (Art. 19, CF/88), princípio que garante a neutralidade estatal em matéria religiosa. A laicidade significa que o Estado não pode privilegiar ou discriminar nenhuma religião, devendo manter-se imparcial para assegurar a liberdade de crença e a igualdade entre cidadãos.

No entanto, a crescente influência de grupos religiosos na gestão municipal tem comprometido este princípio constitucional fundamental, resultando em políticas que favorecem valores confessionais específicos em detrimento do interesse público e da pluralidade social. Esta situação ameaça tanto a liberdade religiosa quanto o tratamento igualitário que o Estado deve garantir a todos os cidadãos, independentemente de suas crenças.

A autonomia estatal na formulação de políticas públicas é essencial para garantir a pluralidade democrática. Quando lideranças religiosas assumem postos estratégicos na gestão pública, as decisões passam a ser orientadas por princípios morais específicos, em vez de embasadas em evidências e na garantia de direitos fundamentais. Isso se torna ainda mais problemático quando afeta setores essenciais como educação e saúde. A laicidade é um princípio fundamental para a construção de um Estado que respeita a diversidade e garante direitos igualitários para todos os cidadãos. O uso de cargos públicos para promover agendas religiosas fere o princípio de imparcialidade e compromete a neutralidade das políticas públicas, abrindo espaço para práticas discriminatórias e para a restrição de direitos, especialmente das minorias religiosas e sociais.

A ascensão de lideranças políticas evangélicas tem levado ao aparelhamento das instituições municipais, com a nomeação de membros da igreja para cargos estratégicos sem critérios técnicos, comprometendo a gestão pública. Esse domínio influencia diretamente a formulação e execução de políticas, especialmente em educação e saúde, onde a presença predominante de representantes religiosos nos conselhos municipais interfere na imparcialidade das decisões. Como resultado, diretrizes essenciais deixam de ser embasadas em evidências científicas e na pluralidade social, comprometendo a neutralidade do Estado e a garantia de direitos fundamentais..

A implementação da Lei 10.639/03, que obriga o ensino da história e cultura afro-brasileira e africana, enfrenta resistência em municípios onde a administração é fortemente influenciada por lideranças evangélicas. Muitos gestores e secretários de educação alegam conflito com seus valores, restringindo ou distorcendo o conteúdo previsto na norma. A predominância de conselheiros ligados a igrejas nos conselhos de educação agrava essa situação, dificultando a adoção de materiais e metodologias alinhados à legislação. Esse enfraquecimento da laicidade compromete a liberdade de ensino, prejudicando a diversidade e a inclusão e afetando a construção de uma sociedade plural e democrática.Na saúde, a presença de gestores públicos influenciados por dogmas religiosos também tem gerado impactos negativos. No Brasil, o aborto é permitido em três situações: risco de vida para a gestante, anencefalia fetal e gravidez resultante de estupro (Art. 128, Código Penal Brasileiro). No entanto, em hospitais municipais geridos por administrações evangélicas, há relatos de obstrução ao acesso ao procedimento, mesmo nos casos previstos em lei*. Profissionais de saúde são pressionados a não atender pacientes que solicitam o aborto legal, criando um cenário de violação dos direitos reprodutivos das mulheres.

A composição dos conselhos municipais de saúde, muitas vezes dominados por representantes religiosos, influencia diretamente na definição de diretrizes para o atendimento, resultando na priorização de agendas conservadoras em detrimento da garantia de direitos fundamentais. A laicidade do Estado é essencial para assegurar que as políticas de saúde sejam baseadas em evidências científicas e nos direitos garantidos pela Constituição, e não na moralidade de grupos religiosos específicos.

A ética pública é comprometida quando agentes utilizam recursos municipais para favorecer interesses religiosos, como concessões de terrenos, financiamento de eventos religiosos ou priorização orçamentária para projetos ligados a igrejas. Práticas como nepotismo, vedadas pelo STF (Súmula Vinculante nº 13), tornam-se frequentes com a nomeação de pastores e familiares sem critérios técnicos em administrações sob forte influência evangélica. Esse enfraquecimento da laicidade desvia a gestão de princípios democráticos, gerando desigualdades no acesso a políticas públicas e beneficiando grupos específicos em detrimento do interesse coletivo.

A crescente presença de lideranças evangélicas nas administrações municipais exige atenção e regulação, especialmente para garantir que a laicidade do Estado seja respeitada e que as políticas públicas não sejam distorcidas por interesses religiosos. A predominância evangélica nos conselhos municipais de saúde e educação reforça a necessidade de mecanismos que assegurem a imparcialidade e a observância dos direitos constitucionais de toda a população brasileira.

O respeito à laicidade do Estado é essencial para garantir que as políticas públicas sejam orientadas por princípios de igualdade, ciência e direitos fundamentais. A neutralidade religiosa na gestão pública assegura que decisões sejam tomadas de maneira técnica e inclusiva, sem imposições morais que limitem o acesso a direitos garantidos pela Constituição.

*Fonte: Relatório da Human Rights Watch sobre Direitos Reprodutivos no Brasil, 2023

**Fonte: Tribunal de Contas da União – Relatório sobre Financiamento de Entidades Religiosas com Recursos Públicos, 2022

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